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Reino Unido entrenó a sus soldados para torturar iraquíes

Los militares británicos aplican privación del sueño, desnudez o descargas eléctricas en sus interrogatorios,violando la convención de Ginebra

DANIEL DEL PINO

El viceprimer ministro británico, Nick Clegg, veía hace unos días 'extraordinariamente graves' las últimas revelaciones de Wikileaks sobre la guerra de Irak. Y el primer ministro, David Cameron, se comprometió hace unos meses a investigar los 100 casos de supuestas torturas de los que se acusa a la Inteligencia y a los servicios secretos británicos durante la era Blair.

En los últimos meses también han ido apareciendo informaciones sobre posibles malos tratos de soldados británicos en Irak. No desde la organización dirigida por Julian Assange, sino desde la propia prensa del Reino Unido, sin que ninguno se expresara al respecto.

Será interesante la reacción de Clegg, uno de los pocos líderes políticos que se opuso en el Parlamento a la invasión en 2003 y que calificó de ilegal la guerra en su primera intervención oficial como representante del Gobierno, ante la información que publica este martes el diario The Guardian

Según el periódico, los militares británicos tienen manuales muy detallados sobre torturas, que explican a los interrogadores qué técnicas deben utilizar para obtener información. Todas destinadas a provocar en los presos los mayores niveles de humillación, inseguridad, desorientación, agotamiento y ansiedad, y que violan la convención de Ginebra de 1949.

Algunos de esos manuales fueron elaborados en 2003, después de la muerte de Baha Mousa, un recepcionista iraquí en un hotel de Basora. La Justicia británica aceptó que Mousa fue torturado por los soldados desplegados en Irak. Además, The Guardian publicó nuevos datos hace ahora un mes, en los que se demostraba que Baha Mousa no fue el único civil iraquí torturado

Según el diario, también existen manuales de enero de 2008, después de una investigación del Gobierno que concluyó que si bien hay pruebas que certifican algunos casos, no se trató de una 'práctica generalizada'.

Los archivos a los que ha tenido acceso el periódico, se suman a la documentación recogida por un bufete de abogados en Birmingham que detalla 59 denuncias de presos por haber sido encapuchados, 11 por haber sido sometidos a descargas eléctricas, 122 por aislamiento con orejeras, 52 por privación del sueño, 131 por aislamiento, 39 por desnudez forzosa y 18 por haber sido obligados a permanecer despiertos viendo películas pornográficas.

En una primera vista, el Tribunal Supremo asegura que hay motivos suficientes como para decir que el Ministerio de Defensa aceptaba 'diversas técnicas de malos tratos'. El diario apoya esta teoría con los manuales de torturas a los que tuvo acceso.

Los cursos, dirigidos por dos departamentos militares, incluyen presentaciones sobre las técnicas que los británicos han aplicado en interrogatorios durante décadas sirviendo en Borneo, Malaya, Arabia, Palestina, Chipre e Irlanda del Norte. Así mismo, advertían a los alumnos de que esas tácticas habían sido siempre criticadas en el pasado.

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