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El reparto de ayuda humanitaria sigue siendo un caos

Diario de campaña desde Puerto Príncipe, Haití

SUSANA HIDALGO

1. Un día más, el reparto de ayuda humanitario fue un caos. En los alrededores del templo de Saint Gerard se agolpaban desde primerísima hora de la mañana miles de personas. Una vez más, los cascos azules de Nepal no pudieron controlar la situacíón. En la iglesia todavía quedan cadáveres que no han sido sacados, muchos de ellos de niños que asistían a clases de catequesis. Fuera, los cascos azules deciden que las mujeres sean las únicas que pueden recoger el saco de arroz.

2. Telecom San Frontieres, ONG dedicada a las telecomunicaciones, tiene en varios campamentos un espacio dedicado a que la gente pueda llamar de manera gratuita y por unos minutos a sus familiares en el extranjero. El día antes de que se ponga en marcha el proyecto, un responsable lo anuncia en la zona con un megáfono. A los que hacen las llamadas se les registra para que nadie abuse y se ponga dos veces en la cola.

3. El vudú se puede practicar para pedir cosas malas y cosas buenas. En lo alto de la montaña viven varias familias y una de las casas de la zona tiene una habitación especial para vudú. En las paredes hay fotos gastadas de santos y vírgenes y, escrito a mano, peticiones para que ocurran cosas buenas: un matrimonio, un premio en la lotería. Esta religión la practican muchos católicos haitianos, que consideran que las dos creencias no son incompatibles.

4. Los haitianos siguen pensando que puede haber otro terremoto de igual o mayor magnitud que el del pasado 12 de enero. Lo que sí que es cierto es que en un par de meses el país se tendrá que enfrentar de nuevo a la naturaleza, esta vez a la época de lluvias. El medio millón de personas que viven en la calle dificilmente van a soportar un tifón.

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