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Resurrección antinuclear en Alemania

Aumentan las protestas mientras la industria esquiva sus compromisos

GUILLEM SANS MORA

El paso de un transporte de desechos nucleares desde Le Hague (Francia) hasta el depósito provisional de Gorleben (Baja Sajonia, en el norte de Alemania) mantiene en alerta a 16.500 policías todo este fin de semana. La práctica congelación del plan alemán de abandono de la energía nuclear y la evidencia de falta de seguridad en otro depósito similar en el norte alemán, el de Asse, han dado nuevos argumentos a los activistas, que intentarán bloquear las vías.

En 2006, durante el último transporte a Gorleben, los agentes tuvieron que vigilar a unos 6.000 manifestantes y activistas. Ahora podrían ser más del doble. El año pasado no hubo ningún transporte porque los contenedores utilizados no eran adecuados para basura tan radiactiva.

Los nuevos bidones son 11 en esta ocasión, en lugar de la habitual docena, y de fabricación francesa, porque en Alemania el modelo considerado seguro para ese nivel de radioactividad no ha sido autorizado.

Esta vez los activistas tienen un argumento de peso: las minas de sal no sirven como basureros nucleares. En la mina de Asse se han acumulado las averías, y hay unas goteras de lejía que todos los expertos habían descartado que se produjeran. Todo líquido que salga del depósito puede ser radiactivo y mezclarse en la biosfera a través del agua del subsuelo.

La gran coalición de Angela Merkel no cumplirá su objetivo de establecer un depósito nuclear definitivo en Alemania antes del fin de la legislatura en septiembre de 2009. Los 50.000 habitantes de las inmediaciones de Gorleben llevan 30 años protestando por la acumulación de 80 bidones de basura nuclear en una antigua mina de sal, donde permanecerá radioactiva durante cientos de miles de años.

La industria energética pone trabas al plan de abandonar la energía nuclear de aquí al año 2020, aprobado por el anterior Gobierno de socialdemócratas y verdes. El sector confía en que el plan se revisará si Angela Merkel gana las elecciones y le alcanza para coaligar con los liberales. Los consorcios RWE y EnBW han eludido el fin de la licencia para explotar tres centrales nucleares con el truco de apagarlas provisionalmente por reparaciones, ya que lo que cuenta son los días de funcionamiento. Una de esas centrales, la de Biblis, está sólo a 40 minutos de vuelo del aeropuerto de Fráncfort, critican los activistas.

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