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El rey Arturo

El madrileño Casado supera a todos sus rivales con una recta final portentosa y une su nombre en el palmarés europeo a los de Fermín Cacho (1994) y Estévez (1998)

IGNACIO ROMO

Leyó la carrera a la perfección. Arturo Casado, madrileño del barrio de Santa Eugenia, 27 años, corrió una final de manual. Siempre estuvo donde tenía que estar y nunca estuvo donde no debía estar. La colocación es decisiva en el mediofondo. Y difícil de lograr. Si vas por dentro corres el peligro de estar encerrado. Si corres toda la carrera por fuera, sumas demasiados metros en las piernas.

La final salió lenta. Parecía una carrera de fondo. Todos huían de la primera posición. La tuvo que asumir Reyes Estévez. A su lado se situó Casado, un atleta serio, que mide siempre sus fuerzas y sus palabras. Un talento entrenado por Arturo Martín desde hace más de una década.

Casado controló la carrera desde la calle dos. Los dos españoles iban al frente. Delante pero sin tirar. Sorprendidos por la inactividad de los demás candidatos. España asusta en 1.500 metros. Ayer se notó. ¿Dónde están los ingleses?, se preguntaban Reyes y Olmedo.

No pasaba nada. Sólo las rectas y las curvas. Primera vuelta en 1:04. 800 metros en 2:08. Un ritmo de trote. Demasiado lento. Demasiada angustia antes del desenlace.

Manolo Olmedo es adivino. El jueves pronosticó que el inglés Lancashire tomaría la cabeza a falta de 450 metros. Sucedió exactamente así. Y clavó también el tiempo final (3:42.74). Lo que no se entiende es que tuviera tan claro lo que iba a suceder y estuviera tan mal preparado para responder. Olmedo corrió mal ayer desde el punto de vista táctico. Mal situado. Regaló demasiados metros al principio. Y tuvo que recuperarlos al final, cuando ya el ritmo era endiablado y cada centímetro cuesta un mundo.

Lancashire aguantó en cabeza todo lo que pudo en la última vuelta. Pero Casado era su sombra. Se le veía muy fuerte. El madrileño, corpulento, ofrece a veces la sensación de ser un atleta de zancada dura, trabajosa, potente. Pero ayer volaba. Cuando decidió atacar en la última curva se convirtió en un velocista.

Casado aumentó sin esfuerzo la frecuencia de su zancada. Abrió un hueco enorme en la recta final con una facilidad sorprendente. Por detrás se abría la guerra por la plata. Casado estaba demasiado lejos.

Reyes Estévez perdió gas al final. Cruzó la meta cuarto. Un excelente resultado para un atleta que roza los 34 años. Es hora de subir de distancia, como manda la ciencia. La resistencia aguanta mejor los años que la velocidad.

¿Y Olmedo? El sevillano, afincado en Soria demostró en la recta final que tenía fuerzas de sobra. Avanzó cuatro puestos en los últimos 100 metros y agarró el bronce, casi la plata, con los dientes, ante el alemán Schlangen. Es su primer año en los 1.500. Se nota. Ha hecho una temporada sobresaliente pero ayer pagó la novatada en la alta competición. Si hubiera estado en puestos delanteros cuando se desató el ataque habría ganado la plata con seguridad.

El nuevo monarca de los 1.500, el rey Arturo, se convierte en el tercer español que logra un título europeo de 1.500 metros. Su nombre su une en el palmarés al de Fermín Cacho (oro en Helsinki 94) y al de Reyes Estévez (oro en Budapest 98).

La victoria de ayer premia la exquisita planificación de Casado, un atleta que el pasado otoño ya sólo hablaba de Barcelona. Renunció a preparar los Mundiales de pista cubierta y se centró en mejorar su base de resistencia corriendo pruebas de campo a través. También ha trabajado en las pistas del INEF de Madrid sacando punta a su velocidad. Ayer cambió de ritmo como lo hacían en los años ochenta atletas como Steve Ovett o Sebastian Coe. Parecía jugar en otra división.

El nuevo campeón de Europa declaró que se habían juntado todas las circunstancias posibles para 'lograr la gloria' en estos campeonatos. 'Todo evoluciona y este año lo ha hecho para bien. No me lo creo todavía pero al final tanto trabajo vale la pena para conseguir algo así, y encima en tu país', celebró. Arturo había sido cuarto y quinto, pero esta es su primera medalla importante. 'He tenido la miel en los labios varias veces pero hoy no puedo pedir más' concluyó el madrileño.

Estévez reconoció que el hecho de haber 'llevado el peso de la carrera' le restó frescura 'en los últimos 200 metros'. El catalán ayer se despidió de los 1.500 metros aunque no como hubiera deseado. Debe olvidar esta final. Como decía el gran José Luis González, 'jamás hay que repasar las carreras. Mueren en sí mismas'.

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