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El sangriento rescate deja un superviviente

Erazo logra escapar del tiroteo que provocó la muerte de cuatro secuestrados en Colombia

DANIEL LOZANO

Cuando sonaron los primeros disparos, el sargento Luis Alberto Erazo se lanzó a la jungla. Alargó su zancada buscando la libertad. Le tiraron granadas, le hirieron en la cara, pero el único superviviente de la masacre del Caquetá esfumó su corpachón de 1,90 metros. Detrás dejaba para siempre a sus cuatro compañeros, ejecutados por las FARC ante la cercanía de un operativo de rescate del Ejército.

Erazo aterrizó ayer en Bogotá en el primer día de su nueva vida. En la pista de la base militar, levantó el brazo y estiró dos dedos para dibujar la señal de la victoria antes de ingresar en un hospital. Atrás quedaban 12 años de secuestro. 'No le recuerdo mucho porque tenía 4 años cuando mi madre me dijo que lo secuestraron', rememora Gisela, la hija de 16 años del héroe que se escapó de la muerte. 'Estoy muy feliz, es el mejor día de mi vida', se regocijó.

Críticas al Gobierno por los métodos para intentar liberar a los cautivos por las FARC

En el hogar de los Erazo reina la emoción y la alegría. Las mismas con las que soñaron durante tanto tiempo las familias de los cuatro rehenes ejecutados por las FARC. Ayer fueron muy críticos con el Gobierno en sus declaraciones. 'Es una política de Gobierno tener oficiales para que las FARC los asesinen', se quejó el padre del coronel Duarte a varios medios locales. 'El Ejército es el culpable', acusó.

'Estamos de luto por el poco trabajo de unos y la maldad de otros', añadió la hermana del teniente Elkin Hernández. 'Tantos años esperando para que nos resulten con esta noticia', enfatizó para mostrar su desilusión. La familia Hernández había exigido al Gobierno que no realizara ninguna operación militar de rescate. Declaraciones similares a las de varios familiares de los 18 secuestrados que permanecen en manos de las FARC.

Colombia esperaba con emoción contenida la reacción del niño que fue el símbolo de esperanza. Johan Steven, hijo del asesinado coronel Libio Martínez, volvió a escribir palabras apuradas, pero contundentes: 'Señores de las FARC, me rompieron las alas. No esperaba que ustedes me lo enviaran en un cajón'.

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