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Las saudíes desafían la prohibición de conducir que les impone Riad

Unas decenas de mujeres se ponen al volante en varias ciudades del país donde la opresión femenina es la ley

GUILLAUME FOURMONT

Recordad bien esta expresión árabe: Qism al Ailat. Aparece en los restaurantes, los bancos, los centros comerciales, los hospitales... todos los lugares públicos de Arabia Saudí. Literalmente, significa 'sección familiar'; es decir, las zonas reservadas a las mujeres, prohibidas a hombres solos. En la práctica, es el símbolo de la discriminación, un apartheid que las autoridades religiosas del reino árabe imponen a la clase femenina. Contra este símbolo, mujeres de toda Arabia Saudí se alzaron este viernes haciendo algo de lo más común en el resto del mundo: conducir un coche, una de las muchas prohibiciones que sufren en el reino de la familia Al Saud y primera potencia petrolera del mundo.

'Esta prohibición no tiene nada que ver con el islam, nada justifica que las mujeres no puedan conducir', insiste Madawi al Rasheed, historiadora saudí y profesora en el King's College de Cambridge. De hecho, nadie sabe realmente de dónde viene esta prohibición: en las pasadas semanas, mientras las redes sociales en internet (Twitter y Facebook) organizaban la movilización de este viernes, el Ministerio de Interior saudí informó de que existe una ley, supuestamente adoptada en los años noventa tras una fatua decreto islámico del gran muftí del reino de la época. Abogados y activistas de derechos humanos siguen buscando el texto...

El régimen religioso de Arabia Saudí mantiene a la mujer bajo un apartheid'

Este viernes era un día de protesta silenciosa: todas las saudíes con carné de conducir internacional no tenían que reunirse en un lugar concreto, sino seguir con sus actividades normales, pero cogiendo el coche, algo forzoso en un país donde las calles son autopistas. Este viernes era viernes, día de descanso para muchos chóferes. La primera en desafiar la prohibición no desvela su nombre, pero se subió al coche de su marido a las doce y cuarenta minutos de la madrugada. Condujo sola desde su casa hasta un aparcamiento, durante más de tres minutos, la duración del vídeo que colgó en Youtube. Hubo más en varios puntos del país: en Riad, la capital, Aziza Yusef aseguró haber conducido durante dos minutos, pasando dos controles de policía sin que le dijeran nada; Laila Sindi, de Yeda, aseguró que fue detenida antes de ser llevada a casa.

No se sabe cuántas mujeres se unieron al movimiento; algunas fuentes no oficiales hablan de una treintena. Tampoco se informó de violencia de las fuerzas de seguridad. El activista de derechos humanos Zaki Safar explica: 'Tienen el derecho a conducir. Es injusto. Es mi obligación como ciudadano ayudar a cambiar esa situación. Acabo de volver de la comisaría de Al Jobar [costa este] y los agentes me dijeron que no habían detenido a ninguna mujer'. La misma comisaría donde fue detenida, el mes pasado, Manal al Sharif. Liberada, las autoridades la amenazaron con 'duras sanciones' si volvía a hacerlo.

Este viernes se temía una dura represión, sobre todo de los mutawa, miembros de la Policía religiosa y supuestos guardianes de la moral islámica, porque era la primera gran convocatoria de mujeres desde 1990, tras la invasión de Kuwait por Irak, cuando 47 señoras de clase alta de Riad se reunieron en un parking al volante de su coche. Fue un shock para las autoridades y las 47 mujeres perdieron su trabajo y no pudieron salir del país durante años.

El mayor problema de las más de ocho millones de saudíes es encontrar trabajo

En el contexto de la primavera árabe, la iniciativa de este viernes generó mucha expectación, aunque los intelectuales tratan el tema en la prensa local desde hace varios años. Y, como subraya Madawi al Rasheed, el debate interno sobre el mero derecho de conducir hace olvidar lo importante: la opresión absoluta de la mujer en Arabia Saudí, condenada a vivir en la Qism al Ailat y bajo la vigilancia de un mahram, un acompañante masculino.

La cuestión es de máxima importancia en Arabia Saudí, donde las mujeres son más de ocho millones (la mitad de la población nacional), pero sólo representan el 16% de la población activa, según datos oficiales. 'El mayor problema de las jóvenes es encontrar un trabajo; es la primera reivindicación de las mujeres en la actualidad', apunta Amélie Le Renard, que acaba de publicar en francés, tras varios años de investigación en el terreno, Mujeres y espacios públicos en Arabia Saudí. 'Las que llamaron a conducir son una minoría y pocas están dispuestas a correr el riesgo de estar detenidas por la Policía'.

Para la investigadora, el problema es que el debate sobre la condición de la mujer siempre está relacionado con la hegemonía de EEUU. 'Cuando una mujer dice que quiere conducir, se la acusa de querer occidentalizar el país, de no respetar lo que las autoridades interpretan como el islam', dice. Por eso, las mujeres que condujeron este viernes dejaron claro que respaldan al rey Abdalá, 'para no aparecer como unas contestatarias'. Al Rasheed subraya que es preciso otorgar los derechos básicos a sus compatriotas. Si no, 'nada podrá resolverse'.

'La mujer es el baremo de la evolución de una nación. El mayor insulto que se les puede hacer es considerarlas como simples cuerpos que hay que encerrar entre cuatro paredes. Una nación que las oprime no conocerá la redención', escribió ya en 2006 un editorialista (varón) saudí.

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