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La sociedad de Italia condena al ostracismo a los homosexuales

A diferencia de otras grandes ciudades europeas y no tan grandes en Roma no hay un barrio gay

J. MUMBRÚ

La inmensa cúpula del Vaticano se puede ver, prácticamente, desde cualquier punto de Roma. Y su influencia política y social llega a todos los rincones.

Llevar una vida muy distinta a las reglas que dicta la Santa Sede es posible en Italia, evidentemente, ma non troppo. La homosexualidad, por ejemplo, parece que no exista.

A diferencia de otras grandes ciudades europeas y no tan grandes en Roma no hay un barrio gay. No hay ni tan siquiera una zona de reconocida homosexualidad. Sólo existe una calle con dos locales gays y alguna discoteca que un día a la semana se suelta el pelo. Ésa es toda la oferta que tiene Roma para los que no son heterosexuales.

Por las calles no se ven parejas homosexuales o lésbicas y en la televisión es un colectivo invisible, cuyos representantes no son invitados a las tertulias ni siquiera cuentan con personajes en las teleseries. De vez en cuando, alguna noticia les cita para hablar de agresiones fascistas y poco más.

En el último mes, la situación ha cambiado levemente, gracias a que la transexual y ex miembro del Partido de la Refundación Comunista, Vladimir Luxuria, ha ganado el reality show de la Isla de los Famosos. Esa victoria televisiva la ha convertido en el personaje de moda en Italia y está dando algo de visibilidad a un colectivo condenado al ostracismo por la sociedad italiana.

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