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Las terroristas suicidas no tendrán vírgenes en su paraíso tras la yihad

La suicida que ayer se hizo estallar en el piso de Sant-Denis, la primera en suelo europeo, marca una evolución en el papel de la mujer en la yihad que inquieta a los expertos. "Puede ser un cambio en su uso por parte de los terristas" en Occidente, advierten

Hayat Boumeddiene, pareja del yihadista Amedy Coulibaly, cómplice de los terroristas de la matanza de Charlie Hebdo de parís en enero de 2015.

MADRID.- “Nuestras mujeres son un tremendo ejemplo de generosidad en la causa de Alá. Motivan y animan a sus hijos, hermanos y esposos a luchar por la causa de Alá en Afganistán, Bosnia-Herzegovina, Chechenia y en otros países… Nuestras mujeres animan a la Yihad diciendo: prepárate como un combatiente, el asunto es más grande que las palabras”. Así quedó definido el papel de la mujer en la guerra santa del islam militante. Lo sintetizó el yihadista más conocido de la Historia, Osama bin Laden, en su declaración de guerra contra la ocupación estadounidense en 1996.

Para el islam, generalizando, la mujer siempre se ha circunscrito al ámbito doméstico, al trabajo de cuidados, subyugada al hombre. No iba a ser diferente en cualquiera de las interpretaciones extremistas del Corán, salvando excepciones. “Una mujer puede marchar a combatir contra el enemigo sin el permiso de su marido igual que el esclavo sin el permiso de su amo”, recoge la carta de fundación del partido-milicia palestino Hamás. Las “viudas negras” chechenas serían otro ejemplo. La primera en esconder una bomba bajo la ropa fue una joven libanesa de 17 años en 1985. Voló un convoy israelí.

Pero no es la tónica general, al menos de momento. Según apunta Chema Gil, director del departamento de Estudios sobre Terrorismo del ISG, el papel de la mujer en la yihad “ha sufrido una evolución por cuestión de táctica y estrategia”. El primer síntoma de calado, al menos para el mundo occidental, ha sido la suicida de Sanit-Denis.

Muriel Degauque, la primera suicida europea

Muriel Degauque, la primera terrorista suicida europea.

Como suele sucederle a Occidente, sólo se habla de un cambio cuando éste le toca de cerca, y nuestros ojos se posaron hace diez años en Muriel Degauque. Ella fue la primera. Al menos, la primera europea. Tenía 38 años cuando apretó el botón que hacía detonar su chaleco explosivo en una carretera cercana a Bagdad. Era noviembre de 2005 cuando su cuerpo voló en mil pedazos. Sólo el suyo, porque su atentado no alcanzó el objetivo: un convoy militar estadounidense.

Su cara apareció en todos los medios de comunicación occidentales. Era la primera mujer europea que se suicidaba en aras de la yihad islámica. También era la primera registrada en Irak. De nacionalidad belga, fue panadera antes de convertirse al islam y sufrir un profundo proceso de radicalización que le llevó del velo al chador, del chador al burka y del burka a cruzar toda Europa en un viejo Mercedes hasta llegar a Siria. Conducía su marido, Issam Goris, un belga-marroquí que fue abatido por soldados de EEUU días después de morir ella, cuando se disponía a hacer lo propio.

La suicida de Saint-Denis, un hito aterrador

Este miércoles, los medios volvían a recordar a Degauque después de que otra mujer estableciera un nuevo y aterrador hito: convertirse en la primera europea que se hacía explotar en suelo europeo. Hasna Aitboulahcen, según apuntan varios medios franceses, se encontraba en el apartamento de Saint-Denis en el que la Policía gala irrumpía la pasada madrugada. Según apuntan, intentó que los agentes se acercaran lo máximo posible a ella. Disparó a varios de ellos y detonó su carga explosiva después de hacer una llamada desde su teléfono móvil. “El intento de que se acercaran invita a estar alerta, a que prestemos atención. Puede ser un imput de modificación en el uso de la mujer aquí, en Occidente” por parte de los terroristas, advierte Gil.

Supuesta imagen de Hasna Aitboulahcen, la suicida del piso de Saint-Denis.

Supuesta imagen de Hasna Aitboulahcen, la suicida del piso de Saint-Denis, según el diario belga 'DH'.

Natural de Francia, Aitboulahcen era prima de Abdelhamid Abaaoud, el belga de 28 años a quien los agentes buscaban en este piso. Se le considera cerebro de los atentados del 13 de noviembre. Su prima tenía 26 años y regentaba un negocio inmobiliario fallido. Las fuentes añaden que estaba vinculada al Estado Islámico (también llamado ISIS o DAESH), y en su ficha policial figuran escuchas policiales, administrativas y judiciales por tráfico de estupefacientes y terrorismo.

Sayida al Rishawi, precursora de las kamikazes en el ISIS

Antes que la francesa ─y el mismo día que la belga Muriel se inmolara en Bagdad─, las autoridades jordanas detenían a Sayida al Rishawi. A diferencia de su marido, que murió matando a 57 personas en un hotel, a pocos metros de su mujer, el chaleco bomba de ella falló. Al Rishawi sería un símbolo. No en vano, representaba la materialización de una fisura en el seno de Al Qaeda. Meses antes, el líder de Al Qaeda en Irak, Abú Musab al Zarqaui, rompía la regla impuesta por Bin Laden asegurando que no quedaban hombres suficientes para las acciones terroristas. “Las mujeres deben reclamar ese honor”, aseguró. Al Zawahiri, líder de Al Qaeda, se mantuvo fiel a la interpretación inicial. Tras la muerte Al Zarqaui, Al Bagdadi tomó las riendas de la franquicia iraquí y, actualmente, es el autoproclamado califa del Estado Islámico.

En enero, la suicida frustrada era ejecutada en Jordania como represalia. El Estado Islámico de Al Bagdadi exigía su liberación a cambio de la vida de un piloto jordano que habían secuestrado previamente. El pueblo jordano se ahogó en ira al ver el vídeo en el que integrantes del ISIS quemaban vivo al piloto, Moaz Kasasbeh. El atroz documento gráfico fue la sentencia de muerte de la yihadista, que se convirtió en un icono, sobre todo, para las mujeres de la yihad.

Cocineras, enfermeras y esclavas sexuales

Combatientes de la brigada Al-Khansaa, escuadrón femenino supuestamente creado por el  del ISIS.

Combatientes de la brigada Al-Khansaa, escuadrón femenino supuestamente creado por el del ISIS.

Degauque, Aitboulahcen o Al Rishawi son ejemplos, sin embargo, de hechos anecdóticos. El experto en terrorismo del ISG asegura que las yihadistas suicidas representan una minoría absoluta comparado con los mártires varones. Un estudio de 2008 del Real Instituto Elcano sobre este fenómeno contabilizaba 220 mujeres suicidas por explosivos desde 1985 a 2006, un 15% del total de atentados de esta índole. Para Gil, la cifra no debe de haber aumentado mucho.

"Su papel es la educación
de nuevos yihadistas"

Por lo general, la mujer en la yihad de Siria o Irak “se mantiene en posiciones secundarias, alejadas de la batalla y cerca de la logística. Su papel es fundamental en la educación de nuevos yihadistas. Incluso hay una brigada singular del Estado Islámico para controlar la correcta vida de la mujer”, apunta el experto.

En otras palabras más crudas, las de Ignacio Cembrero en El Mundo, se dedican a pelar patatas o a “aliviar” a los llamados muyahidines, según el testimonio de una periodista marroquí que logró infiltrase entre ellos durante varias semanas.

La esposa yihadista

El matrimonio es otro de los puntos clave del papel femenino en la guerra santa. Sirven para ser casadas con combatientes que van llegando de todo el mundo, una de las primeras acciones de los yihadistas cuando llegan al autoproclamado califato.

Kokito regaló un cinturón bomba a su mujer
como dote para la boda

Una muestra es la entrevista de Gil a un yihadista marroquí, de Castillejos, que se ha convertido en uno de los más sanguinarios en Siria. Kokito Castillejos, también conocido como Abu Tasnim “El Magrebí”, asegura que, estando ya en Siria, se casó con una ceutí sin conocerse, en diferido. Como dote, le envió dinero, le prometió que la ayudaría a llegar a Siria y le reservaba un cinturón de explosivos. “Era la dote que mi mujer pidió”, responde. ¿Significa que su mujer se inmolará? “Estamos listos para una operación así ya que nos encontramos en tierras de guerra y traición”. Ella era la hermana de otro yihadista que murió en combate. Ahora es, al parecer, la madre de un hijo.

Kokito Castillejos, también conocido como Abu Tasnim “El Magrebí, sostiene a su hijo en Siria.

Kokito Castillejos, también conocido como Abu Tasnim “El Magrebí, sostiene a su hijo en Siria.


Pese a todo, Gil aprecia cambios en la concepción de la mujer en la guerra santa por parte del Estado Islámico. “Han intentado vender, a través de material audiovisual y de sus revistas, que la mujer se incorpora a la lucha armada. Algunas quieren, pero la mayoría tiene papeles limitados”. Un escuadrón de mujeres armadas con AKs 47 es impensable, por ejemplo, en el aparato propagandístico de Al Qaeda.

No obstante, los terroristas son conscientes del potencial de las mujeres-bomba. Gil apunta a la atención mediática que captan, a la publicidad que ganan esos atentados, a la facilidad de acceso a lugares clave porque no son sometidas a tanto escrutinio como los varones y al factor sorpresa.

Entre las motivaciones de una mujer para hacerse explotar en nombre de Dios hay varias. La principal es la venganza de padres, maridos o hermanos; muertos en combate o convertidos en bombas andantes. Pero también influyen “sobre todo situaciones personales” que las hacen especialmente vulnerables a la manipulación. Recuperar el honor perdido tras una violación ─real o sugestionada─, infertilidad, desesperación. La mayoría, ligadas a la frustración, a ver que no llegarán a realizarse como mujeres musulmanas por completo. Ellas también buscan el paraíso aunque allí no le esperen decenas de vírgenes entre manantiales de agua, como se profetiza para los hombres. Cuestiones ideológicas y nacionalistas son otros factores que influyen, aunque según el experto y varios informes, son motivaciones más propias del muyahidín.

"Muchas yihadistas  europeas se hacen
pasar por hombres en las redes sociales para
captar nuevos combatientes"

El perfil de las suicidas es el de una mujer de entre 17 y menos de 40 años, generalmente con bajo nivel formativo. No difiere mucho del masculino, aunque es imposible llegar a un perfil generalizado. En Chechenia, la mayoría de las viudas negras sufría traumas por la muerte, detención o desaparición de allegados. A nivel general, el Instituto Elcano observa un porcentaje considerable (30%-40%) de suicidas con estudios universitarios. Tanto Gil como el informe de Baños destacan que, en cualquier caso, el maltrato psicológico es una constante para lograr la acepción del martirio por parte de la suicida. “La conducta se induce por métodos crueles”, apostilla el experto.

Captación y redes sociales, tareas de mujeres

En lo que Gil insiste es en la importancia de Internet como vía de captación de yihadistas, ya sean hombres o mujeres los nuevos miembros de la yihad. “En un conflicto internacionalizado como el actual, Internet es una gobernación más del Califato, lo consideran otro territorio más para el combate”, ilustra. Las redes sociales son clave en las tareas de “ideologizar, captar, en el proceso de radicalización y de crear un estado de miedo”. Lo llamativo es que muchas de estas tareas, al menos las primeras fases, “son desempeñadas por mujeres europeas que se hacen pasar por hombres, que pueden usar una dialéctica adecuada para operar con musulmanes de segunda generación o incluso nacionales, cristianos o laicos”, subraya.

Desde que comenzó la guerra en Siria, hace cuatro años, las operaciones de detención y desarticulación de células yihadistas han sido una constante en España. Barcelona, Ceuta y Melilla han sido y son semilleros de combatientes y potenciales terroristas retornados, y el número de mujeres que ha logrado llegar al Califato así como el número de detenidas en fronteras y aeropuertos ha repuntado, según Gil. “Sobre todo entre adolescentes y mujeres jóvenes”.

En su reportaje, Cembrero cuenta la historia de La Niña, de 14 años, interceptada por la Policía española en el paso fronterizo de Beni Ensar, entre Melilla y Marruecos. “Papá... Mamá... Me voy... Me voy al paraíso”, les escribió antes de su fuga junto a otra joven de 19 años. “Instagram, Twitter, Facebook... eran su compañía. Y esos amigos allí, en la pantalla, prometían el cielo en la tierra. Que si los seguía conseguiría un príncipe de piel cetrina y ojos color caramelo. Es su método de captación: una visión edulcorada y falaz del destino”, escribió el corresponsal. Un príncipe para la yihadista.

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