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Tony Blair abandona un barco que zozobra

Ha dimitido como enviado especial del Cuarteto. Después de ocho años en el cargo, el exprimer ministro británico deja el conflicto israelo-palestino en el peor momento de su historia y sin ninguna expectativa

Blair, con el presidente de Nigeria hace unos días. REUTERS/Afolabi Sotunde

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN.- El paso de Tony Blair por Jerusalén quedará como el de un hombre que disciplinadamente acudía al gimnasio del Hotel American Colony para fortalecer sus bíceps y gemelos rodeado de extraordinarias medidas de seguridad. Poco más ha hecho, y desde luego nada de lo que ha hecho ha contribuido a la paz y la democracia en la región, sino más bien al contrario.

Es cierto que en una ocasión causó un montón de carcajadas cuando se le ocurrió decir que gracias a él el ejército israelí había suprimido un control militar en Cisjordania, olvidándose de que simultáneamente había levantado una docena de nuevos controles. En realidad, nadie se tomó nunca en serio a Tony Blair, ni los israelíes ni sobre todo los palestinos, ni él hizo nada para que se lo tomaran en serio.

El veterano periodista Robert Fisk lo llamaba ayer “criminal de guerra” sin morderse la lengua. “¿Cómo es posible que un criminal de guerra se haya convertido en un enviado de paz?”, se preguntaba consternado el reportero de The Independent en referencia a la invasión de Irak que Blair apoyó sin condiciones y que tanto dolor y muerte ha traído a toda la región.

La catástrofe de las Azores se seguirá pagando durante mucho tiempo, probablemente durante décadas. Todo porque al visionario trío de Blair, Bush y Aznar se le ocurrió acabar con el dictador Saddam Hussein para establecer una “democracia” a semejanza de las occidentales. La catástrofe está siendo de proporciones bíblicas, miles de veces peor que la dictadura baazista. El número de muertos y de desplazados no ha cesado de crecer.

Es cierto que muchos se alegraron cuando la noticia de su dimisión la sacó la BBC, y que en las redes sociales se animaron con momentos sublimes de jolgorio. En realidad, el trabajo en la misión que le encomendaron en 2007, a petición del propio Blair, ha sido totalmente irrelevante. En todo caso, no hay ninguna razón de peso para reírse sino más bien para llorar. El Cuarteto –Estados Unidos, Rusia, la ONU y la UE- puede estar tranquilo y orgulloso porque esta sí que ha sido una “misión cumplida”, a diferencia de la de Irak.

Tony Blair, de 62 años, deja un Oriente Próximo en el peor estado posible, y si entramos en su cometido principal –el conflicto israelo-palestino-, se puede señalar que deja la zona en una situación terrible. Valga solo un dato: desde que Blair asumió el cargo en 2007, el número de colonos judíos en los territorios ocupados ha crecido en 260.000 según las cifras oficiales facilitadas por Israel, sin que Blair abriera el pico.

¿Pero quiere esto decir que Blair ha permanecido con los brazos cruzados durante ocho años? No, puesto que además de fortalecer sus bíceps en el American Colony, ha tenido tiempo para consagrarse a importantes y suculentos negocios privados, en gran parte en la misma región de Oriente Próximo. Negocios oscuros con notorias dictaduras, a cuyos corruptos dirigentes ha asesorado y con quienes ha establecido estrechos lazos de amistad.

La fortuna que Blair ha amasado en estos ocho años es materia de discusión, pero no se habla de una bagatela sino de decenas o centenares de millones de dólares. Él dice que ha dedicado esta fortuna a buenas obras, especialmente en África, pero sus detractores señalan que su fortuna personal se ha incrementado sustancialmente en este periodo.

No ha limitado los negocios a los países del Golfo. La última noticia que se ha tenido de él, del 5 de mayo, es la carta que ha escrito en defensa de la integridad moral de su corrupto amigo Ehud Olmert, en la que defendía al ex primer ministro israelí en el juicio que la semana pasada le condenó a ocho meses de cárcel y le impuso una multa considerable, aunque muy inferior a los 600.000 dólares percibidos ilegalmente en sus chanchullos, según un tribunal israelí.

Los negocios de Blair no se han circunscrito a este hemisferio. Han ido mucho más allá y la prensa hebrea ha revelado de tanto en tanto que ha sabido establecer vínculos con grandes magnates –especialmente británicos- relacionados con Israel. De hecho, Blair ha asumido el discurso de Tel Aviv incluso en el tema de Irán, en contra del presidente Barack Obama, tal vez debido a sus malas compañías.

Los palestinos no lo pueden ni ver; en cambio, con los dirigentes israelíes parece uña y carne. El Cuarteto no solo le encomendó la misión de trabajar por la paz, sino también por la economía. Basta echar un vistazo a la Franja de Gaza para ver lo que Blair ha hecho en esta materia. Por no hablar de Cisjordania, que se sustenta artificialmente a base de millones de euros y dólares que acaban en Israel puesto que los palestinos no pueden comprar a nadie más.

Ahora se cruzan apuestas para ver si el Cuarteto designa a un sucesor. La Unión Europea acaba de nombrar al italiano Fernando Gentilini como su enviado especial. A Gentilini se le presenta como “un experto en la resolución de conflictos”, aunque por lo visto nunca ha pisado Oriente Próximo. Probablemente esto confirma que la UE no tiene ningún interés en acabar con el conflicto y que seguirá “gestionándolo” a gusto de Israel.

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