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El triunfo económico de Lula aúpa a Dilma hacia la victoria

El presidente brasileño supo mezclar con éxito el capitalismo con la política social. 'Se creía que había que crecer para redistribuir, pero él ha apostado por redistribuir para crecer', dice un ase

ISABEL COELLO

'Este es un gran momento para hacer negocios en Brasil', presume la empresaria Paola Tucunduva, dueña de una compañía mediana de lavandería industrial. Tucunduva montó su empresa en 2000 en São Paulo. Comenzó con 40 trabajadores. Hoy cuenta con 250 empleados y se ha extendido a la ciudad de Salvador de Bahía. 'La economía está creciendo, hay nuevas oportunidades, tengo confianza', añade.

En Brasil se respira optimismo. Y no es sólo por haber logrado la concesión de los Juegos Olímpicos de 2016 o del Mundial de Fútbol de 2014. 'Por primera vez somos un país no afectado por la crisis. Se sintió algo durante seis meses en 2009 y luego se inició la recuperación', explica Paola. 'Antes éramos el primer país en ser afectado por una crisis y el último en recuperarse. Eso se ha invertido. Ahora hemos sido los últimos en ser afectados y los primeros en recuperarnos. Es emocionante'.

El clima económico brasileño respira un optimismo como el de las filas del PT

Optimismo también en las filas del Partido de los Trabajadores (PT). Dilma Rousseff mantiene una amplia ventaja en los sondeos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de mañana. La última encuesta de Datafolha otorga a la candidata del presidente Luiz Inácio Lula da Silva el 56% de los votos, mientras que José Serra, del Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), obtiene 44%.

En los últimos años, Brasil ha logrado crecer, manteniendo la inflación bajo control y atrayendo capital extranjero. Las proyecciones actuales hablan de un crecimiento de hasta el 7,7% para este año, la cifra más elevada en tres décadas, según el Institute of International Finance.

La sucesora de Lula amplía su liderazgo hasta el 56%, frente al 44% de Serra

El desempleo bajó al 6,2% de la población activa el pasado septiembre, su menor nivel en ocho años. Las reservas, que eran de 35.000 millones de dólares en 2002, ascienden hoy a 250.000 millones. Brasil ya no debe al Fondo Monetario Internacional (FMI): le presta dinero. Es, desde hace unos meses, la octava economía mundial y podría escalar hasta la cuarta o quinta posición para 2050. Lula deja el cargo tras dos mandatos con una popularidad del 80%.

¿Dónde está la clave del éxito brasileño?

'Lula ha conseguido combinar la estabilización económica y el crecimiento con la distribución de la renta y la reducción de la pobreza', explica el profesor de Estructura Económica Julimar da Silva. 'Cuando llegó al poder, había una tensión grande, derivada de cómo los mercados interpretaban la elección de un sindicalista que había hecho declaraciones en contra del FMI. Y hubo mucha especulación contra Brasil. Los primeros dos años tuvo que dedicarlos a estabilizar la economía', señala.

Lula tuvo por vicepresidente a un político liberal. Nombró como gobernador del Banco Central a un hombre procedente del sector financiero. Y pagó la deuda. 'Todo se hizo con la perspectiva de generar confianza en el sistema financiero internacional, porque la economía tiene derecho de veto sobre la estrategia política de los gobiernos', apunta Da Silva.

Para el sociólogo y miembro del PT Jean Tible, 'Lula tuvo un papel importante a la hora de generar confianza en la situación económica'. Esa fue la clave. Ganada la confianza, el resto lo hizo un contexto favorable: los altos precios de las materias primas y el empuje de la insaciable economía china. El comercio entre Brasil y China ha aumentado más de un 750% en ocho años, y el gigante asiático ya es el principal socio comercial brasileño, por delante de Estados Unidos.

El aumento del salario mínimo y la ayuda a los pobres de programas como Bolsa Familia ayudaron a alentar el consumo interno. 'El paradigma ha cambiado con Lula', opina Tible. 'Se pensaba que había que crecer para redistribuir, pero él ha apostado por redistribuir para crecer'.

Ganada la confianza, el resto lo hizo un contexto favorable: los altos precios de las materias primas y el empuje de la insaciable economía chinaLula hizo suya la idea del Nobel de Economía Amartya Sen de que el Estado no es un obstáculo en la economía, sino que tiene un rol que jugar, y que ayudar a los pobres es una inversión, no una limosna. Sus programas sociales han logrado que 28 millones de personas superen la pobreza y que 36 millones ingresen a la clase media.

El sindicalista resultó ser un pragmático. El pragmatismo que impulsó en su país (ortodoxia monetaria con programas sociales) es hoy un referente para muchas economías emergentes y América Latina. 'Ese pragmatismo hace que no tenga problema en sentarse con Evo Morales y Hugo Chávez, y a continuación se marche al Foro de Davos', destaca el profesor Da Silva. Davos, meca del capitalismo, lo nombró líder global de la década. Fidel Castro lo considera un 'visionario progresista'.

'Lula es el símbolo de que es posible desde la izquierda tener una política exitosa en América Latina, con una macroeconomía capitalista estable y énfasis en lo social. Es una gran transformación que tiene lugar en toda Latinoamérica: después de la democrática y del ajuste macroeconómico, estamos en la etapa de las políticas sociales', opina Susanne Gratius, de FRIDE.

El éxito del modelo brasileño ha dejado poco lugar para el debate sobre cambios en la campaña electoral. Ni Dilma ni Serra han abogado por alteraciones macroeconómicas. La pelea ha sido en ver quién llevará más lejos la política social. Lula promete continuidad. Serra quiere subir el sueldo mínimo y aumentar el número de familias que reciben la Bolsa Familia. En campaña ha quedado claro que la política social ya no es residual. Es tan imperativa como la estabilidad macroeconómica.

Hay muchos obstáculos para el desarrollo: tipos de interés muy altos, infraestructuras insuficientes, educación y sanidad deficientes... A Paola Tucunduva, presidenta de Lavanderías Rotovic, no le preocupa la situación económica. Piensa expandirse. Pero sí quiere que el candidato que gane aborde una reforma fiscal, y que baje los impuestos.

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