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El triunfo de Santos revive al uribismo en Colombia

Los errores de Mockus y el discurso del miedo de Uribe aúpan a su sucesor

ANTONIO ALBIÑANA

La intervención del todavía presidente, Álvaro Uribe, a favor de su delfín, Juan Manuel Santos, violando las normas que le impiden intervenir, la debacle de los partidos tradicionales, el poder disuasorio de los caciquismos regionales y los fallos del rival de Santos, Antanas Mockus, en los últimos debates televisados dieron la victoria en la primera vuelta de las presidenciales del domingo al candidato del continuismo en Colombia, con una ventaja que rozó la mayoría absoluta.

Los Verdes de Mockus y las fuerzas progresistas del país deberán hacer un esfuerzo titánico si quieren vencer en la segunda vuelta, prevista para el 20 de junio, frente a lo que el diario El Espectador denominaba ayer 'la aplanadora [apisonadora] uribista'.

A los caciques locales corruptos les ha ido muy bien con Uribe

El miedo a la guerrilla en amplias zonas rurales que están sufriendo la ofensiva de las FARC que ejecutó 21 acciones armadas durante la jornada electoral y la influencia de poderes locales corruptos a los que les ha ido muy bien en los ocho años de Uribe no fueron ajenos al aislamiento de los candidatos de los partidos tradicionales, la mayoría de cuyos dirigentes han sido conquistados por Santos con la promesa de futuros puestos y prebendas.

Los liberales, que no tocan el poder desde 1998, se fueron con él en su mayoría. Su líder, Rafael Pardo, del que todos alaban su excelente campaña, quedó en el sexto lugar, con apenas 640.000 votos, un tercio de los que obtuvo el Partido Liberal en las legislativas de marzo. La propaganda sucia de los asesores de Santos acusó a Pardo (aunque luego se vieran obligados a rectificar) de ser un aliado de las FARC.

El Partido Conservador, que ha aportado 25 presidentes a Colombia, se movió en bloque hacia el santismo, dejando sin armas a su propia candidata, Noemí Sanín, que logró apenas un 6,14% de los votos, el peor resultado de la historia de los conservadores.

En Colombia está prohibida la difusión de sondeos durante la semana anterior a las votaciones. Los portavoces de las empresas encuestadoras, como Gallup, daban a conocer ayer que los cambios en la opinión en los diez días anteriores a la primera vuelta de los comicios fueron espectaculares. Y que los registraron en su trabajo de campo sin posibilidad de difundirlos, mientras se seguía hablando de un desfasado 'empate técnico' entre Mockus y Santos.

Los errores de Mockus y su discurso errático le han perjudicado

En ese cambio de la opinión de los votantes parecen haber pesado a partes iguales dos factores; el primero, la intervención impactante de Álvaro Uribe al que la Procuraduría (Fiscalía) llamó la atención sin éxito en varias ocasiones metiendo miedo sobre el peligroso salto en el vacío que iba a implicar no votar a su candidato respecto a la 'seguridad democrática'; y el segundo, las intervenciones titubeantes, muchas veces hasta erráticas, y casi siempre con una especie de respeto versallesco hacia la gestión de Uribe, de Antanas Mockus. El anuncio de una futura subida de impuestos en caso de victoria verde hizo todo lo demás.

Según dijeron ayer a Público allegados a Mockus, la certeza de una próxima victoria electoral, sin conocer los últimos movimientos de la opinión pública, indujeron al candidato verde a prescindir de cálculos estratégicos y a alejar a electores de la izquierda representada por el Polo Democratico, a los que se podía haber convencido con el argumento del voto útil. El Polo obtuvo un apoyo considerable, aunque lejos por mas de un millón de votos del resultado de Carlos Gaviria, su candidato en las anteriores presidenciales.

Hoy, Santos reposa en la puerta de su tienda viendo desfilar ante sí a tránsfugas de todos los partidos que le ofrecen pleitesía a cambio de cuotas de poder. Su rival Mockus está empezando a moverse para cambiar los pronósticos, que no pintan nada bien para el Partido Verde en la segunda vuelta. Se trata de recuperar los votos que se fueron al uribista disidente Vargas Lleras, tercero con un millón y medio de sufragios, y también de atraer al núcleo duro de la conservadora Sanín y del liberal Pardo, incompatibles con Santos. Para Mockus es fundamental a su vez movilizar a los abstencionistas para que acudan a las urnas el 30 de junio y voten por la renovación.

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