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Tsipras llega al ecuador de su mandato con la vista puesta en la salida del rescate

El líder de Syriza trata de recuperar esa popularidad con algunas medidas paliativas para remontar en las encuestas, donde la oposición conservadora le saca una ventaja de alrededor de 10 puntos, de cara a las elecciones previstas para 2019

El primer ministro griego Alexis Tsipras, en una intervención pública en la Colina Pnyx Hill, frente a la Acropolis, en Atenas. REUTERS/Alkis Konstantinidis

Yannis Chryssoverghis/EFE

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, llega este miércoles al ecuador de su segundo mandato con la vista puesta en la emancipación del país de los acreedores, de cuyo éxito cree que depende la posibilidad de ganar las elecciones previstas para 2019.

Paradójicamente, ha sido el Gobierno izquierdista el que se ha convertido en el alumno modelo de los acreedores, y en los últimos dos años ha aplicado más reformas que sus predecesores conservador y socialdemócrata. Todo esto no ha ocurrido gustosamente, ni sin fricciones internas, y, por supuesto, a costa de la popularidad que gozaba Tsipras al asumir el Gobierno en enero de 2015, y posteriormente, en su segundo mandato, en septiembre de ese mismo año.

Ahora, Tsipras intenta recuperar esa popularidad con algunas medidas paliativas y con la promesa de que todo cambiará una vez Grecia salga del rescate en agosto del año próximo.

Para ello, su meta más directa es cerrar la tercera evaluación del rescate sin dilaciones para que el país pueda hacer nuevos ensayos en los mercados financieros, y lo haga en buenas condiciones como las experimentadas este verano al concluir la segunda revisión. "Estamos en un momento crucial del que dependerá la era posmemorando. Tenemos responsabilidad ante los que nos dieron su confianza, y esta responsabilidad no perdona errores", advirtió Tsipras este lunes a sus ministros.

Su partido, el izquierdista Syriza, ya no convoca manifestaciones contra la privatización de las empresas públicas, mientras que el propio Tsipras elogia los méritos de las que están en curso.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras durante una comparecencia ante la prensa en la apertura de la Feria de Internacional de Comercio de Salónica. REUTERS/Alexandros Avramidis

El primer ministro griego, Alexis Tsipras. REUTERS

El cambio de rumbo iniciado nada más asumir el Gobierno, además de una hemorragia de militantes, provocó indignación entre la población, lo que se ha traducido en que la oposición conservadora le saca una ventaja de alrededor de 10 puntos porcentuales en las encuestas.

La larga lista de promesas incumplidas la encabeza el alivio del peso impositivo. Los impuestos que asfixian a la clase media y las empresas desde que se aplicó el primer rescate en 2010, han aumentado aún más con Tsipras.

Esto ha permitido al Estado sobrepasar con creces el objetivo para el superávit primario en 2016 y, según todas las previsiones, lo volverá a hacer este año, pero al mismo tiempo ha llevado a que hayan seguido aumentando las deudas con Hacienda.

A su vez, la reforma de pensiones que los acreedores exigían desde 2010 y que el Gobierno de Syriza aprobó en mayo de 2016 pretende ahorrar 1.800 millones de euros anuales.

Para generar este ahorro, el Gobierno ha aumentado considerablemente las cotizaciones a las pensiones de autónomos y agricultores, y la mayoría de los jubilados, a quienes Syriza había prometido proteger su poder adquisitivo e, incluso, aumentar sus prestaciones, sufrieron nuevos recorte.

En el terreno de las relaciones laborales, otro caballo de batalla de Syriza, el Gobierno de Tsipras también abandonó la mayoría de sus pretensiones, en aras de mantener la paz con los acreedores. Además de no conseguir restablecer los convenios colectivos, debió aceptar una mayor liberalización de las relaciones laborales y se prepara para restringir el derecho a la huelga, uno de los muchos tabúes sacrificados tras aterrizar en la realidad del gobierno.

Manifestación de empleados púbicos frente al Parlamento griego en la Plaza Syntagma, en Atenas. REUTERS/Alkis Konstantinidis

Manifestación de empleados púbicos frente al Parlamento griego en la Plaza Syntagma, en Atenas. REUTERS/Alkis Konstantinidis

Junto a la larga lista de fracasos y promesas incumplidas, el Gobierno de Syriza ha tenido también una serie de éxitos. Así, ha aplicado una serie de medidas que han tenido muy buena acogida entre una amplia mayoría de la población, según una encuesta reciente del instituto demoscópico Alco.

Se trata de un paquete de medidas sociales como la cobertura médica para los más de dos millones de parados que se habían quedado sin seguro médico durante la crisis; comedores para alumnos en los barrios más pobres; ayuda financiera a trabajadores que no perciben su salario por un periodo largo, o el subsidio a las empresas que contraten trabajadores sin experiencia profesional.

A estas se añaden otras medidas abocadas a reactivar la inversión en Grecia como la subvención a la creación de empresas renovadoras, así como inyecciones económicas para las pymes.

Y además, en 2016 y en 2017 consiguió que por primera vez en muchos años todos los colegios abrieran a tiempo y con todos sus maestros. 

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