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Tumbas con trampa en el corazón de Puerto Príncipe

El desescombro de ruinas en busca de cadáveres atrapados causa más víctimas

DANIEL LOZANO

El supermercado Caribbean Market es una tumba con trampa, una de las tantas que conforman el nuevo mapa urbano de la apocalíptica Puerto Príncipe. El edificio derruido, uno de los supermercados más populares del barrio de Pétionville, atrapó el 12 de enero a cientos de personas entre sus escombros. Un edificio maldito empeñado en prolongar su maldición: una pequeña réplica sísmica (y van más de 150) se tragó el martes por la noche una de las excavadoras que allí trabajaba y a varias personas que rebuscaban entre los restos. Los equipos de rescate, que hasta ese momento habían localizado una docena de cadáveres, se lanzaron entres cascotes y hierros para liberar a las nuevas víctimas de la catástrofe haitiana.

Horas después, los voluntarios norteamericanos, mexicanos y franceses dieron sus tareas por terminadas, cuando ya nadie parecía estar con vida allí dentro. Nuevas víctimas para sumar a la cifra provisional, 270.000, que el Gobierno de René Préval actualizó nuevamente ayer.

El Gobierno quiere que se derribe todo edificio con alguna anomalía

En los próximos días se irán sumando más y más muertos para la que ya es la mayor catástrofe natural de los últimos siglos, superando al tsunami que en 2004 afectó a 11 países asiáticos.

Las labores de desescombro continuaron ayer en miles de las 250.000 viviendas que han quedado destruidas por el terremoto. Fuentes gubernamentales confirmaron a Público que sólo el 25% de estas edificaciones han sido removidas. Eso sí, las administraciones han logrado censar cada uno de los edificios, que ya tienen sentencia. En la mayoría de ellos, pintada en rojo en alguna pared que quede en pie, figura en francés la leyenda Esta casa será demolida. Varias señales más pormenorizan el estado de las ruinas, desde una A invertida a un triángulo hacia abajo. El Gobierno ha apostado por que se derriben todos los edificios que presenten alguna anomalía.

La política del primer ministro, Jean-Max Bellerive, es aún más agresiva: el pasado martes ordenó el derribo de 60 nuevas viviendas levantadas en los últimos días, continuando con la política anunciada por el alcalde de Puerto Príncipe pero que todavía no había sido llevada a cabo. Tolerancia cero contra las infraviviendas por su peligrosidad ante nuevos desastres naturales, incluso ante la temporada de lluvias. Y apoyo absoluto a la emigración hacia el interior del país para todos los damnificados. Las mismas fuentes calculan que al menos 400.000 haitianos han regresado a los pueblos de origen de sus familias. Allí es más fácil conseguir cobijo y alimentos.

Trabajo y tiendas de campañas son las peticiones de todos en Puerto Príncipe

Pero la persecución de un puesto de trabajo sigue marcando la agenda de las decenas de miles de personas que se han quedado sin ingresos.

El paisaje urbano de Puerto Príncipe asemeja a una marabunta que no cesa, actividad febril por los cuatro costados. Y siempre las mismas peticiones: trabajo y tienda de campaña. La caza y captura de una carpa que aísle de las lluvias que vienen es el otro gran objetivo de los desheredados del Caribe.

El otro paisaje, el urbano, se retrata entre edificios derrotados, excavadoras y nubes de polvo. Las toneladas de basura acumuladas son recogidas a duras penas. Y los drenajes comenzaron a limpiarse ayer para evitar que la lluvia expanda unas epidemias que, por fortuna, están siendo benevolentes con Haití. De momento.

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