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La UE finge indignación pero asume el espionaje masivo de EEUU

Las cuatro principales economías de la eurozona han sido víctimas de la NSA, sin embargo ni Francia, ni Alemania, ni España, ni Italia se han mostrado realmente contundentes. La Comisión, pese a la injerencia, insiste en el

DANIEL DEL PINO

Los papeles del extécnico de la CIA, Edward Snowden, han puesto de manifiesto que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EEUU ha espiado a las cuatro principales economías de la zona euro. Las comunicaciones de Alemania, Francia, Italia y España se han visto comprometidas por los programas de la gigantesca agencia de inteligencia con sede en Fort Meade. El nivel de injerencia ha variado dependiendo del peso de cada país y ─ por lo que se ha conocido hasta el momento─ el escándalo va desde el pinchazo al teléfono de la canciller Angela Merkel, hasta el de las embajadas francesas, pasando por la interceptación de millones de llamadas de los cuatro países aliados de Washington.

Mientras que para la opinión pública europea el simple hecho de haber sido espiados por EEUU supondría una violación imperdonable de la soberanía, la intensidad de la respuesta de cada Gobierno está variando en función de la modalidad del espionaje a la que ha sido sometido. Berlín ha convocado una sesión monográfica en el Bundestag sobre la NSA, y la propia Merkel ha mostrado al presidente de EEUU, Barack Obama, su enfado. En el otro extremo está Roma, que aún sigue sin reconocer que ha sido víctima del espionaje pese a que el primer ministro, Enrico Letta, se entrevistó con el secretario de Estado, John Kerry, .

Entre dos aguas queda el revuelo mediático en Francia, con François Hollande llamando a consultas al embajador en París y hablando también con Obama, y la tímida reacción del Gobierno español. Mariano Rajoy ha sido el único mandatario de los cuatro países espiados que no ha tomado el mando y ha dejado todo el escándalo en manos de José Manuel García-Margallo. El ministro de Exteriores ha pasado por tres estadios distintos en el plazo de una semana. Primero dijo 'no me consta' cuando los periodistas le preguntaron por la trama de espionaje en los pasillos del Congreso; el lunes lanzó una amenaza velada, afirmando que podría suponer una 'ruptura del clima de confianza' tras la reunión que mantuvieron el embajador James Costos y el secretario de Estado para las relaciones con la UE, Íñigo Méndez de Vigo; y ayer mismo terminó diciendo que las relaciones con EEUU son 'muy buenas' y que Madrid y Washington 'comparten muchos objetivos comunes en materia antiterrorista'.

Gráfico del espionaje de EEUU a España entre diciembre de 2012 y enero de 2013.- Der Spiegel

Lo mismo se puede decir de las instituciones comunitarias. El silencio del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, contrasta con las palabras que la vicepresidenta Vivianne Reding le dedicó ayer al asunto. 'Los amigos no se espían el uno al otro [...] El espionaje no genera confianza', dijo. Después está la indignación de la comisaria de Interior, Cecilia Malmström, para quien las explicaciones dadas hasta ahora por la Administración Obama no han sido suficientes. Por último, el sorprendente cambio de postura del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, para quien la UE debería paralizar las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio con EEUU, después de que los socialistas europeos hicieran lobby en el Consejo Europeo del pasado mes de junio apremiando a que se acelerasen los contactos para aprobarlo. 

A la espera de conocer qué depararán las conversaciones que están manteniendo desde el pasado lunes en Washington los ocho eurodiputados enviados por el Parlamento, la UE sigue sin defender una postura que vaya más allá de la pura queja. De ahí que no sea de extrañar que hasta la Casa Blanca esté en fuera de juego. Ayer, el Financial Times sugería que la diplomacia estadounidense está empezando a pensar que las respuestas tan variadas de los europeos no son más que una pose para negociar nuevos acuerdos en materia de intercambio de datos personales e Inteligencia.

El tema de la privacidad ha sido siempre uno de los puntos de fricción entre EEUU y Europa. Si bien ambos polos consiguieron ponerse de acuerdo en lo que se refiere a las transacciones financieras o al intercambio de datos de pasajeros de avión, en materia de inteligencia siempre ha habido reparos. En plena era Bush, el Departamento de Estado puso en marcha una ofensiva para conseguir estampar acuerdos bilaterales con varios estados europeos antes de que se cerrase el Tratado de Lisboa, ya que la nueva política de protección de datos lo habría hecho imposible.


Los cables de la diplomacia de EEUU revelados por WikiLeaks muestran cómo España fue uno de los primeros en firmar la Homeland Security Presidency Directive - 6 (HSPD-6). Con el nombre del propio Bush estampada al final del texto, la HSPD-6 es una directiva estadounidense que versa sobre el intercambio de inteligencia e información en materia terrorista entre las diversas agencias del país. El Gobierno, a través del exsecretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, rubricó en noviembre de 2006 un acuerdo que pasó a denominarse en la jerga diplomática estadounidense como el modelo Madrid. Se trataba de establecer una colaboración total entre los servicios de inteligencia de EEUU y España para compartir datos e información sobre posibles terroristas. Esa información pasaría al Centro de Seguimiento Terrorista estadounidense, que se encargaría de establecer una estrategia para cada sospechoso.

Sin embargo, hay muchas dudas de que la NSA espíe a sus aliados sólo con el afán de protegerlos. El caso de Merkel es llamativo porque los pinchazos telefónicos, según publicó Der Spiegel el pasado fin de semana, se hacían desde la embajada de EEUU en Berlín y porque, al contrario que la interceptación masiva de llamadas, no se almacenaba tan sólo los metadatos, sino que se procedía a escuchar sus conversaciones y se intervenían sus sms. Obtener por esos medios información directa del país que está dictando la política económica de la UE en plena crisis parece una posición de ventaja innegable a la hora de cualquier negociación.

La que está latente ahora entre EEUU y la UE es el Tratado de Libre Comercio del que Schulz pidió la paralización temporal la semana pasada. Margallo descartó ayer que la trama de espionaje pudiera ser un motivo para cancelarlo porque lo considera de 'importancia capital' y 'posiblemente' el asunto 'más importante de cara a los próximos años ya que creará el área de comercio más importante del mundo'. Reding, que tan indignada se mostraba diciendo que eso ─lo de las escuchas─ no se le hace a los amigos, matizó que la posición de la Comisión Europea no es 'retrasar' las conversaciones comerciales, aunque esto haya creado un 'ambiente negativo'.

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