Público
Público

Zona Cero, abierta al negocio

Tras muchas dudas y debates sobre su futuro, el área del World Trade Center vuelve a cobrar vida

I. PIQUER

Durante meses fue un inconmensurable agujero de muerte. Tardó años en recuperarse. Y, poco a poco, las grúas fueron apareciendo. Diez años más tarde, las 16 hectáreas de la punta de Manhattan están en pleno auge, creciendo a marchas forzadas. Ahora, dicen sus promotores, la Zona Cero está 'open for business'.

La reconstrucción del World Trade Center es una historia totalmente neoyorquina, con su variante particular de codicia, burocracia, política, ambición y soberbia. Las TorresGemelas nacieron envueltas en la polémica a principios de los años setenta, los edificios que las van a suceder, no podían ser menos.

La Zona Cero estuvo prácticamente paralizada hasta hace año y medio. Los dos grandes promotores de la reconstrucción, la entidad pública propietaria del terreno, Port Authority, el consorcio que gestiona los puertos y aeropuertos de Nueva York y Nueva Jersey y Larry Silverstein, el propietario inmobiliario que alquilaba las torres, no conseguían ponerse de acuerdo sobre los miles de millones de dólares necesarios para financiar los macroproyectos.

'Por primera vez desde el 11-S, cada esquina el WTC está en construcción'

'Ahora, por primera vez desde el 11-S, cada esquina el World Trade Center está en construcción', resaltaba esta semana Silverstein, 'mas de 3.000 obreros trabajan todos los días en erigir millones de toneladas de acero, cemento y cristal en unos edificios emblemáticos que pronto se integrarán en el perfil de Nueva York'.

En el emplazamiento de los rascacielos destruidos están previstos un monumento a las víctimas en la huella misma de las torres, llamado Reflejo de la ausencia; dos grandes espacios de agua con los nombres de los casi 3.000 muertos; una terminal de transportes diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava; una torre de oficinas de 104 pisos, propiedad de la Port Authority, que debía llamarse Freedom Tower (Torre de la libertad) y se quedó en un anodino World Trade Center 1, por temor a la carga simbólica de un nombre que podría alentar nuevos ataques; y otra torre de 64 pisos, en la esquina opuesta del terreno, el World Trade Center4, promovida por Larry Silverstein, ambas en construcción y cuya inauguración está prevista para 2013. Silverstein tiene permiso para construir también otros dos torres, el WTC3 (diseñada por Richard Rogers) y el WTC2 (diseñada por Norman Foster), para 2015 y 2016.

La terminal de Calatrava, por la que pasarán los 60.000 viajeros que a diario circulan entre Nueva York y Nueva Jersey, costará 3.200 millones de dólares (en principio eran sólo 2.000). El WTC4, diseñada por Fumihiko Maki y de la que ya se han construido 40 pisos, pese a ser propiedad privada, sólo conseguirá erigirse gracias a la ayuda pública de la Port Authority, que alquilará todas sus oficinas y le otorgará una larga lista de incentivos fiscales.

La inauguración de las primeras dos torres está prevista para 2013 

Condé Nast, el grupo editorial que publica, entre otras, revistas como Vogue, Vanity Fair y The New Yorker, será el principal inquilino del WTC1 cuando esté operativo. El edificio, un compromiso entre el diseño original del arquitecto estadounidense de origen polaco, Daniel Libeskind (que dimitió en julio de 2003, desesperado al ver lo que hacían con su proyecto) y los añadidos sugeridos por otras firmas de arquitectos, que la quisieron convertir en una torre de cristal hasta que la Policía vetó el cristal por motivos de seguridad, costará 3.100 millones. Su otro gran inquilino será Vantone, una empresa inmobiliaria china.

La factura es estratosférica. De momento, ha costado más de 11.000 millones de dólares, 2.200 más de lo previsto, una de las razones por las que se habrían aumentado los peajes de entrada a Manhattan. Silverstein y la Port Authority estuvieron más de año y medio discutiendo el reparto de los costes. 'Todo debería estar terminado en 2016', pronosticaba el promotor.

El renacimiento de la Zona Cero no hubiera sido posible sin la tenacidad de Larry Silverstein, sin duda el promotor inmobiliario con peor suerte de la historia. En julio de 2001, culminaba su larga carrera con el contrato de arrendamiento del World Trade Center, un millón de metros cuadrados de oficinas, por un periodo de 99 años, que le costó 3.200 millones de dólares. Era la primera vez que los edificios gemelos, propiedad de la Port Authoritypasaban a manos privadas. Dos meses más tarde, después de entregar un primer pago de 616 millones de dólares, sus sueños saltaban literalmente por los aires.

'Han vuelto las familias, se han instalado nuevos comercios'

Muchas personas se hubieran desmoronado tras semejante tragedia. Pero no así Silverstein. Ahí sigue después de haber luchado durante casi una década con las aseguradoras que no querían compensarle por los atentados. A sus 80 años, el promotor, hijo de una familia judía de clase media de Brooklyn, el prototipo del hombre hecho a sí mismo, que empezó en el negocio con su padre, en 1957, no se da por vencido. Y eso que sigue pagando a la Port Authoritydiez millones de dólares mensuales de alquiler por un montón de espacio vacío.

'Ahora quiero ver completadas las torres y, para eso, tengo que asegurarme de que llego a cumplir los 85', dijo recientemente Silverstein, en unas declaraciones a Público. 'Quiero estar ahí cuando ocurra, es realmente mi meta'. Después de los atentados, recordaba el promotor, 'hubo un éxodo masivo de la parte baja de Manhattan, nadie quería vivir ahí y fue cuando tuve muy claro que la única forma de parar eso era empezar a reconstruir'. Y es cierto.

El barrio ha cambiado completamente. Nada que ver con el agujero maloliente de los primeros meses. 'Han vuelto las familias, se han instalado nuevos comercios, unos 60.000 nuevos inquilinos han elegido vivir en esta zona. Y la mayoría son jóvenes', subrayó Silverstein, 'ellos son los que devolverán la vida a esta parte de la isla'.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional