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Estimada Muriel

JORDI CUIXART*

"Amémonos", nos decía siempre Muriel, "amémonos que esto es tan bonito". Y este ha sido siempre un lema limpio de nuestra entidad durante estos años. Nunca tan pocas palabras han tenido tanta fuerza.

Esto es lo que, en buena medida, hemos hecho desde Òmnium y, si me lo permiten, desde amplios espacios del independentismo y el conjunto del soberanismo. Hay algo en nosotros de este entorno familiar, de gente que se ama y que quiere lo mejor para los demás, sin muchas más florituras.

Es una familia que está en paz consigo misma. Hemos aprendido a convivir y compartir ternura y sensibilidad, en la gran diversidad. Es así como nos respetamos unos a otros. Con muchos matices, sí, con todos los matices para amarnos.

Muriel ha sido siempre una mujer fuerte, valiente, de pensamiento libre, vehemente incluso cuando era necesario, una mujer que nos ha enseñado a utilizar las palabras para explicarnos mejor. Esta mujer nos ha enseñado a ser tan suaves con las palabras, a exponer con tanta delicadeza las ideas, que para todos nosotros ha sido una verdadera maestra.

No ha sido nunca una mujer de pensamiento único. Crítica y firme defensora de sus posiciones, no rehuía nunca de la discusión e intentaba siempre encontrar el punto de encuentro. De Muriel hemos aprendido a esforzarnos, porque "nada nos será regalado". Su exigencia es todavía hoy un motor. Sólo con este empuje nos lo podemos exigir todo; lo podemos ganar todo.

"Òmnium es mágico", le hemos oído decir tantas veces. "La gente se nos acerca y nos interpela, nos comparte sus preocupaciones y los tenemos que escuchar". Era su obsesión: escuchar.

Y por eso nunca tenía prisa. La recordamos conversando tranquilamente con la gente de la casa: compartiendo impresiones, informándose sobre temas muy diversos, siempre dispuesta a aprender. Una presidenta con sus rituales: una gran lectora de periódicos; la veíamos a menudo volver hacia el despacho con toda la prensa del día bajo el brazo. Una persona infatigable, capaz de ir en un solo día de las Terres de l'Ebre al Empordà para estar cerca de la gente de Òmnium en el territorio. Y cuando lo hacía, intentaba dedicar tanto tiempo como podía. Cenas y conversación distendida y, si era necesario, "colonias" hasta el día siguiente.

Inteligente, astuta, pícara y con mucho sentido del humor. Combinaba un cuerpo frágil con una fortaleza de espíritu enorme. Pienso en algunos de sus discursos más importantes: el 10-J, los 50 años de Òmnium, la Declaración de Santa Coloma o el Concierto por la Libertad. Y todo lo que vendría después con las campañas que hemos hecho en los últimos años. Para ella a menudo era un "pequeño calvario" salir a escena, pero siempre se sabía sobreponer; sabía que hablaba en nombre de la gran familia de Òmnium, que nos tenía siempre detrás y notaba nuestro calor. Su serenidad en muchos momentos complicados ha sido una referencia para todos.

Por eso hemos querido seguir su ejemplo. Por eso hemos aprendido a persistir. A encontrar la síntesis de los mensajes, a vencer el miedo con la esperanza, a no confundir nunca la sinceridad con la imposición de nuestras ideas. Y hemos aprendido también a querer un poco más la cultura y cuidar las palabras y ser libres y a querer para todos la misma libertad, "a ser cada día un poco mejores".

Vamos a por todas, Muriel, lo sabes, pero también sabes que te echaremos mucho de menos.

* Jordi Cuixart es el presidente de Òmnium Cultural