Público
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Prohibido no leer en vacaciones
(10 propuestas)

1.- Las luminarias (Siruela). A quien se arriesgue a sumergirse en la monumental novela de Eleanor Catton ya no le quedará tiempo para otras lecturas, pero no se arrepentirá del monopolio. Su autora (nacida en Canadá y que vive en Nueva Zelanda) ganó el premio Man Booker de 2013 batiendo dos récords: el de ser la escritora más joven en conseguirlo (27 años cuando la terminó) y el de hacerlo con la novela más larga de la historia del galardón británico (806 páginas en su versión en castellano). Las luminarias revela un notable talento literario, una inusual capacidad para dar vida a los personajes, de situarlos en su contexto histórico (la fiebre del oro en la costa suroeste neozelandesa en los años sesenta del siglo XIX), de recrear escenarios y costumbres, de seguir sus peripecias y relacionarlos entre sí, de montar una trama absorbente e ingeniosa… Un auténtico tour de force, un exótico western que, si acaso, puede dejar al final la duda de si la relación tamaño/valor intrínseco es la adecuada. Una duda que la habilidad de Catton hace olvidar capítulo tras capítulo.

2.- Un verano con Montaigne (Paidos). Tras recomendar Las luminarias casi no me atrevo a hacer otro tanto con Los ensayos, de Michel de Montaig (Acantilado, 1.736 páginas, 58 euros), pero se trata de un tesoro que no debería faltar en ninguna casa. Nunca pasa de moda, sirve lo mismo como guía para una vida plena que para una muerte serena, y glorifica la sensatez, el sentido común, la moderación y el sano escepticismo. Hay infinidad de libros que saquean con la mejor de las intenciones al señor de la montaña, frecuente materia de prima de filosofía práctica. El último es Un verano con Montaigne, recopilación de las charlas radiofónicas en las que el escritor y profesor francés Antoine Compagnon glosaba pasajes de Los ensayos. Más profundo aún es Cómo vivir. Una vida con Montaigne (Ariel), de Sarah Bakerwell, con 20 capítulos en los que se estudia la aplicación en la vida cotidiana del pensamiento de un autor para el que no pasan los siglos.

3.- Trilogía de la ocupación (Anagrama). La obra de Patrick Modiano ha sido reconocida con el último Premio Nobel “por su arte de la memoria, con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y desvelado el mundo de la Ocupación”. Precisamente la Trilogía de la Ocupación incluye sus tres primeras obras de ficción. Un buen motivo para empezar por ahí. Otro sería que, si se diera pábulo a la idea de que Modiano escribe siempre el mismo libro, por lo que lo lógico sería empezar por el principio, El lugar de la estrella, apertura de un tríptico no escrita como tal y cuyo título alude tanto a la Place de l’Étoile de París (ciudad escenario muy reconocible y preciso de la mayor parte de su obra) como a la infamante insignia amarilla que los nazis obligaban a llevar a los judíos. Con esta primera novela de apenas 135 páginas, su autor provocó una admiración instantánea, cuando tenía tan solo 23 años. Nunca la perdió. No había cumplido los 30 cuando ya había completado el ciclo con La ronda nocturna y Los paseos de la circunvalación. Una advertencia: Modiano causa adicción. Un alivio: al contrario que en las dos primeras recomendaciones, sus libros son breves, aunque el impacto de su prosa es duradero y profundo. Un desafío (o un juego): describir la esencia del acuñado pero impreciso calificativo de modianesco.

4.- Big time: la gran vida de Perico Vidal (Libros del Asteroide). Los cinéfilos mitómanos pasarán un buen rato con esta aproximación biográfica de quien tal vez haya sido el ayudante de dirección más importante de España. Marcos Ordóñez –autor también de Beberse la vida: Ava Gardner en España- ha seguido su rastro para componer una obra llena de anécdotas y peripecias de grandes nombres propios del cine con los que Vidal trabajó. Como Orson Welles, Hermann Mankiewicz y –sobre todo- David Lean, su director en Lawrence de Arabia, La hija de Ryan y Doctor Zhivago. Un gran amigo, como lo fueron también Christian Marquand, Roger Vadim, la Gardner y Frank Sinatra, confidentes y compañeros de su vida exagerada. Conoció y trató a Dean Martín, Shirley McLaine, Omar Sharif, Marlon Brando y Marilyn Monroe, entre muchos otros. Y una noche compartió mesa con John F. Kennedy. Sobre todo ello habla Vidal sin darse importancia, y sobre todo con esa materia prima, compone el autor un libro lleno de glamour y esencia de buen cine que se lee de un tirón.

5.- Galveston (Salamandra). Nick Pizzolatto recoge ahora beneficios adicionales derivados de ser el creador de True detective, la última (¿) serie televisiva de culto. Galveston se desarrolla también en un paisaje físico y moral parecido, sucio, maloliente, pantanoso y brumoso en el que tiene cabida el mal absoluto e incluso lo sobrenatural parece posible. Pero la novela no llega tan lejos como la serie. Asume presupuestos convencionales del género negro: el sicario que quiere romper con su profesión, la huida sin futuro de su antiguo y cruel jefe, el rescate de una chica desvalida… E incluye lo que podría ser un guiño televisivo: el protagonista da un giro radical a su vida cuando se le diagnóstica un cáncer terminal, como al Walter White de Breaking Bad, cine grande en pantalla pequeña.

6.- El carnaval de Roma (Alba). Dos ejemplos de crónica de viajes seleccionados, traducidos y prologados por Juan de Sola, que continúan el rescate que Alba Clásica ha emprendido de la producción menos conocida de Goethe. El texto que da título al libro, publicado por vez primera en 1789, incorpora 20 hermosas ilustraciones en color y recoge la fascinación trufada de perturbación que produjo en el literato alemán de visita en la Ciudad Santa el pagano festejo cuya esencia es la búsqueda del placer, pero en el que pudo detectar cierta falta de autenticidad. El contrapunto llega con La fiesta de San Roque en Bingen (1817), centrado en la consagración de una capilla católica, con lo que ello supone de invitación al recogimiento y la oración, pero donde no podía faltar el buen vino del Rin.

7.- AK 47. La historia del arma del pueblo (Lengua de Trapo). Con técnicas de reportaje y rigor histórico, Michael Hodges compone un relato apasionante de la trayectoria vital del arma de fuego más popular de los últimos 67 años: el AK 47, conocido como Kaláshnikov por el nombre de su creador, un militar soviético que llegó a renegar de su creación: “Fue una vez mi criatura, pero escapó a mi control. No puedo educarlo. No me gusta ver a niños disparándolo en África o cualquier otro sitio, pero ¿quién pone las armas en sus manos. Cualquier guerra implica matar gente, pero matar civiles es hacer un uso inmoral de un arma”. ¡Como si hubiese un uso moral! Barato, con su característico cargador curvo, fácil de fabricar, montar, desmontar y limpiar, que puede despedir ráfagas al ritmo de 650 disparos por minuto, el AK 47 apenas envejece, sigue presente en guerras grandes y pequeñas, en ejércitos regulares e insurgencias varias, en Afganistán, Irak, América Latina o Palestina, en manos de los milicianos del Estado Islámico y de Osama bin Laden cuando se atribuyó los atentados del 11-S… Más de 70 millones de unidades de este juguete mortífero circulan por todo el mundo. Su nombre responde a esta clave: A de automático, K de Kaláshnikov y 47 del año de su nacimiento.

8.- El viaje de Shackleton (Impedimenta). Libro ilustrado, con bellísimas imágenes de William Grill, que conmemora el centenario (1914-17) de la increíble aventura de supervivencia en que se convirtió la expedición que pretendía cruzar una última frontera: atravesar a pie la Antártida de costa a costa, por enormes espacios jamás antes hollados por el hombre. Mientras Europa se convertía en un enorme cementerio, en plena Primera Guerra Mundial, el explorador anglo-irlandés Ernest Shackleton dirigía una aventura que, si bien fracasó en su objetivo cuando su barco quedó atrapado en el hielo todavía en pleno océano, se convirtió en un ejemplo perdurable de la eterna lucha del hombre contra la naturaleza, a la que se venció tras múltiples vicisitudes. Se hizo el milagro: los 27 tripulantes salieron con vida. Grill ilustra con maestría el contraste entre la pequeñez y debilidad físicas del ser humano y la grandeza y la fuerza de su carácter al enfrentarse a la inmensidad helada y la furia inclemente de los elementos.

9.- Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas (Errata Naturae). Antología de textos críticos de Pier Paolo Pasolini, escritos a lo largo de más de 30 años, que muestran al ensayista transgresor, revolucionario y sin concesiones que había más allá del cineasta genial. La política, la cultura, la violencia, la guerra y la educación son analizadas desde un prisma alejado de todo convencionalismo. En el texto que da título al libro, escrito en 1972, advierte del riesgo de que “la combinación entre un impulso nuevo y revolucionario y las viejas costumbres conservadoras y codificadoras de las inmensas masas pequeñoburguesas provoque unos resultados monstruosos”. Y en la entrevista periodística realizada por Furio Colombo, tan solo horas antes de su asesinato, el 1 de noviembre de 1975, bromeaba sin saber que casi era profético: “Qué bonito sería que, mientras estamos aquí hablando, hubiese alguien en el bar planeando liquidarnos”.

10.- La fiesta de la insignificancia (Tusquets). El escritor checo/francés Milan Kundera demuestra que 85 años no son demasiados para mantener el pulso aparentemente ligero con el que es posible afrontar las claves de la existencia. Solo el lector superficial podría calificar de banal esta novela construida con un derroche de saludable escepticismo. Hay mucha complejidad conceptual, aunque pueda digerirse en menos de dos horas, porque Kundera es un maestro en el milagro de hacer leve lo profundo. La traductora, Beatriz de Moura, define con razón la obra como “una desenfadada y espléndida composición en forma de fuga que se nutre de las más sutiles variaciones” en torno a la insignificancia. Y destaca que “no por ser breve rebosa menos de ideas iluminadas por un inteligentísimo sentido del humor”.