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Condenados dos cabos de la Legión por maltratar a aspirantes: "Sois basura, no valéis para nada"

JULIA PÉREZ

La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha condenado a dos cabos de la Legión por un delito continuado de abuso de autoridad en la modalidad de maltrato contra los 30 aspirantes a legionarios que debían instruir y formar. Sus correcciones físicas abarcaban los 'pechazos' -golpes secos dado con los puños-, las collejas y los insultos, llamándoles 'mierdas' que no valían para nada, 'hijos de puta, cabrones y mariconas'.

El Supremo les condena a 3 años de carcel, a uno, y a 2 años y 7 meses, al otro, por delito continuado de abuso de autoridad en la modalidad de maltrato. En una sentencia que ha tenido como ponente a Ángel Calderón, presidente de la Sala, el Supremo deplora la brutalidad de esta violencia física que 'parecía erradicada hace tiempo'. Este maltrato ha sido ratificado por 35 testigos, víctimas de los abusos.

Este ambiente generalizado de maltrato se registró en la sede de la Legión de Viator (Almería), durante los periodos de instrucción para la formación de aspirantes a Damas y Caballeros Legionarios, desarrollados entre los días 28 de abril a 31 de mayo de 2008 y de 9 de junio a 4 de julio del mismo año. En concreto, en la llamada Unidad de Formación y Adaptación a la Legión (UFAL).

 Los cabos condenados son Alejandro Iglesias y David Lemos, destinados en la Brigada de Infantería Ligera 'Rey Alfonso XIII' II de la Legión. Eran los instructores de ambos ciclos formativos. El Supremo confirma que ambos crearon 'un ambiente generalizado' en el que era norma común la utilización de correcciones físicas hacia los aspirantes, tales como 'pechazos' (golpes secos, dados con uno o ambos puños, en el pecho), bofetadas, patadas en los costados mientras los aspirantes realizaban flexiones, collejas (golpes en la nuca) e insultos tales como 'sois unos mierdas, basura, no valéis para nada, hijos de puta, cabrones y mariconas'.

Todo ello llevado a cabo en multitud de ocasiones y con los más diversos pretextos, al amparo de una falta de un 'adecuado (sic)' y efectivo control por parte de los mandos de la Unidad. Además, el último día de la fase de instrucción legionaria, mientras la Compañía entraba en formación, el cabo Iglesias se colocó en la puerta de la nave y a todo el que salía le iba lanzando patadas que impactaban en los aspirantes de cintura para abajo. Entre sus técnicas destaca que era habitual obligar a varios de los aspirantes a darse collejas entre sí.

Por su parte, el cabo Lemos propinó a una dama legionaria en varias ocasiones golpes fuertes en el pecho con los puños o las manos. En otra ocasión, por la tarde y fuera de la jornada laboral, llevó a los aspirantes en formación a cenar y, a la mitad del trayecto, les obligó a realizar flexiones. Después de cenar, les obligó a ir al mesón del legionario a beber. La dama aspirante fue obligada a pagarle una consumición y sin motivo alguno, el cabo Lemos le propinó un pechazo con los dos puños en el pecho.

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