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Alberto Fabra aparta del foco a su número dos

JUAN E. TUR

Al final se confirmó la mayor, y la filtración de una crisis de Gobierno en el Consell que preside Alberto Fabra, coincidiendo con la condena de prisión al ex conseller popular Rafael Blasco, persiguió precisamente eso, desviar la atención del escándalo de corrupción. Porque todo el cambio anunciado por Fabra se ha limitado a la responsabilidad en la portavocía de su Gobierno, que pasa de manos del vicepresidente y conseller de Agricultura, Pesca y Alimentación, José Ciscar, a la consellera de Educación, Cultura y Deporte, Maria Josep Català.

Ningún consejero pierde su cartera, pero el cambio, en cualquier caso, no es del todo menor, pues supone un baile en los equilibrios de poder de un PP valenciano en el que Alberto Fabra no acaba de ver fuerte su posición. Es más, el propio Alberto Fabra no ocultó en la comparecencia de prensa que el cambio se producía persiguiendo un beneficio del Partido Popular, pues insistió en numerosas ocasiones en que permitirá a Ciscar 'dedicar más tiempo al PP de Alicante' —del que es presidente provincial—, después de unos resultados en las europeas que admitió como 'no satisfactorios' (el PP perdió sólo en el País Valencià medio millón de votos respecto a las europeas de 2009) y en los que asumió tener responsabilidad.

No obstante, también señaló que el cambio permitirá a su Gobierno 'tener portavoz los siete días de la semana y no sólo uno'. Era un indirecto reproche a su vicepresidente, José Ciscar, una figura que, pese a los innumerables obstáculos que se ha encontrado en el desempeño de esta función (como defender el cierre de RTVV, la relación económica de la Generalitat con el Valencia CF o la compra ruinosa de la empresa que gestionó la Fórmula 1 en la ciudad y que ahora investiga anticorrupción), había conseguido que su figura saliera mediáticamente indemne de todos los trances, mientras la de Fabra seguía deteriorándose.

Catalá ya sustituyó a Ciscar al frente de la Consellería de Educación

De esta manera, aunque sin apartarle de las responsabilidades de su consejería, Fabra aparta del foco a una de las figuras emergentes del partido (Ciscar sólo lleva 10 años en el partido, donde aterrizó tras liderar un partido municipal secesionista de una localidad costera alicantina) y que más sombra le habían hecho en los últimos tiempos. Y en su lugar irrumpe Maria Josep Català, militante en el ala ultracatólica del PP valenciano que lidera Juan Cotino, e impulsada inicialmente a labores de consellera por el expresidente Francisco Camps.Maria Josep Català, no obstante, es también una figura emergente del PP valenciano y según los rumores que hacen circular por los pasillos de Les Corts los propios diputados populares, gozaría de la simpatía de Génova para reemplazar a Fabra si la figura de éste siguiera debilitándose. Català, responsable del área de Educación, Cultura y Deporte, es una firme defensora de las políticas neoliberales del PP y ha impulsado desde su Conselleria la Educación concertada frente a la pública, así como el 'Bachillerato de Excelencia', experiencia que pretende sustraer a los alumnos con mejores calificaciones de los centros públicos.

Català, que ya sustituyó a Ciscar al frente de la cartera de Educación, también ha protagonizado fuertes enfrentamientos con la comunidad educativa, que le acusa de estar retrocediendo respecto a los avances logrados en materia de enseñanza pública y en valenciano. Precisamente en materia lingüística, Català protagonizó en su día unos comentarios que fueron motivo de escándalo, al pedir disculpas durante un acto del PP en Valencia, por si acababa expresándose en valenciano. 'Tengo ese defecto', aseguró entonces. Una situación que seguramente no se repita cuando mañana debute en su nueva función tras la reunión semanal del Pleno del Consell.

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