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Rajoy vuelve a la herencia recibida en el adiós de Rubalcaba como opositor

JUAN ANTONIO BLAY

Último pleno del periodo ordinario de sesiones. Tal vez por esa razón la sesión de control de este miércoles ha dado la impresión de que se está en los minutos 'basura' del curso político como sucede en los partidos de baloncesto en los que todo está ya decidido al iniciarse el último cuarto. Nadie ha estado especialmente lucido, ni mucho menos lúcido entre los primeros espadas, por Rajoy y Rubalcaba y el resto de interpelantes al presidente; tampoco las 'Sorayas'.

Incluso ha habido espacio para una pregunta tan rara que el portavoz del PNV, Aitor Esteban, no ha llegado a formularla expresamente y en la respuesta daba la sensación de que el presidente Rajoy no sabía muy bien a qué estaba contestando. Un verdadero galimatías a cuenta de compromisos entre el Gobierno y el grupo parlamentario vasco sobre inversiones, costes energéticos para el sector industrial vasco y, de rondón, la Y vasca de alta velocidad. En fin, un diario de sesiones para guardar.

El encontronazo entre el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, con un tono de voz un tanto apagado, y el presidente del Ejecutivo ha estado un tanto falto de energía. Sin duda el líder del PSOE es consciente de que como mucho le queda una sesión de control más en el pleno extraordinario del mes de julio antes de abandonar la secretaría general del partido en el congreso extraordinario de finales del mes próximo. Rajoy, por su parte, tenía más la cabeza en su inminente viaje a Malabo y en el Consejo Europeo del jueves y viernes que en los asuntos de casa.

El dirigente socialista ha criticado el fondo de la reforma fiscal anunciada por el Gobierno por entender que va en detrimento de los ingresos para la Hacienda Pública y, por lo tanto, de los recursos necesarios para fomentar inversiones públicas con las que emprender la recuperación económica y el empleo. 'Con esta reforma, según sus propias previsiones, habrá una merma de ingresos de 7.000 millones de euros, una cantidad que se suma a los 20.000 millones en los que Bruselas cifra el ajuste pendiente. Esto quiere decir que usted va a presionar más a las comunidades y se van a deteriorar los servicios a los ciudadanos', ha dicho Rubalcaba.

Según su tesis, lo que hay que hacer es elevar la presión fiscal a los ricos para generar más ingresos y equipararlos a la media de los países de la UE y así poder aumentar los gastos en servicios sociales 'hasta los niveles que se reflejan en la UE'. Su intervención ha sonado a un epitafio ideológico centrado en hacer un canto a los servicios públicos como seña de identidad del Estado del bienestar.

Rajoy, muy satisfecho por la reforma que supone 'rebajar los impuestos en cuanto lo hemos podido hacer', ha dicho, sostiene que las mejores políticas sociales son las que crean empleo. Con todo, ha añadido que la reforma fiscal 'ayuda a las familias, a las rentas más bajas, exime de tributar a las rentas inferiores a los 12.000 euros, apoya a las pymes y al fomento del pequeño ahorrador. ¿Le parecen pocas ayudas sociales?', ha insistido Rajoy. El presidente ha vuelto a recordar la herencia recibida y ha echado en cara a su interpelante que sus propuestas para impulsar el crecimiento económico y el empleo 'no las pusiese en práctica cuando gobernaban. Tuvimos que subir impuestos porque había un riesgo de rescate cuando llegamos al Gobierno'. En este punto no ha tenido la más mínima condescendencia hacia su interpelante, quien como mucho dispondrá de dos minutos y medio el próximo día 9 de julio.

Antes de que esto ocurriese el diputado de Amaiur Mikel Errekondo, con un tono menos llamativo que alguno de sus correligionarios pero con palabras muy duras, ha reclamado el derecho a decidir de los vascos y ha exigido a Rajoy que 'haga algo' para propiciar el derecho a decidir tras la cadena humana que recientemente ha exigido la independencia para Euskal Herria. 'Homologue el Estado español con la democracia, es su asignatura pendiente', ha dicho. Rajoy no se ha complicado la existencia y le ha contestado diciendo que 'quienes tienen una asignatura pendiente son ustedes, la de pedir la disolución de la banda terrorista ETA y pedir perdón por el daño causado. Mientras no hagan eso no están en condiciones de dar lecciones de democracia a nadie'. Claro está que ha arrancado muy sonoros aplausos de su bancada.

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