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"Queremos un Estado, pásalo"

ROGER XURIACH

'Ya está aquí el médico independentista'. Con esta frase dan la bienvenida cada mañana a Jordi Gasch en el Hospital de Terrassa, donde ejerce de traumatólogo. Desde hace un tiempo, este barcelonés de 45 años, casado y con tres hijas, atiende a sus pacientes con un brazalete en forma de estelada. 'Hace diez años ni me lo hubiera planteado, tal vez por pudor o prudencia, pero ahora intento hacer pedagogía sobre el proceso catalán también en el trabajo'.

El de este médico no es un caso aislado. La irrupción de la Assemblea Nacional Catalana ha hecho estallar en mil pedazos algunos de los complejos que el independentismo catalán acusaba cuando era residual y se refugiaba casi con resignación en las siglas de un partido. Desde que en marzo de 2012 se constituyó la ANC, son muchas las personas que, sin distinción de signo político, clase, profesión, edad o idioma, han optado por convertirse en esforzados altavoces de un debate que abarca sectores de la sociedad cada vez más amplios.

'Para mí fue como un soplo de aire fresco', concede Gasch, quien atribuye a la 'transversalidad y naturaleza apartidista' de la ANC el éxito de esta nueva forma de 'hacer' independentismo, menos política, más plural y, en términos marketinianos, también más social. Como él, cerca de 50.000 personas se han afiliado a la ANC desde su nacimiento, de las cuales más de 35.000 son socios -pagan una cuota simbólica- y el resto son simpatizantes. Un dato relevante si se compara con las dos grandes formaciones políticas contrarias a la independencia. Ni el PPC ni el PSC llegan a los 40.000 militantes en Catalunya.

Para Gasch, formar parte de la ANC implica renunciar a horas de descanso e invertir dinero de forma desinteresada, ya sea para sufragar costes cotidianos o en forma de donaciones. Sin embargo, no lo ve como un sacrificio: 'Sin los voluntarios el proceso no habría llegado donde ha llegado. En mi caso, he dedicado tres horas todos los lunes del último año a la campaña 'Firma un voto', donde a través de tenderetes repartidos por toda la ciudad hemos ido explicando a los transeúntes las ventajas de que Catalunya se convierta en un Estado'.

Su última ocupación le ha llevado a diseñar, junto a otros voluntarios, 25 pancartas dirigidas a varios países del mundo, cada una de ellas personalizada y redactada en el idioma correspondiente. El objetivo es poder exhibirlas durante la próxima Diada. 'En total invertiremos unos 600 euros y, claro, nos gustaría que los medios de cada país se hicieran eco', resume. De nuevo altruismo y convicción se dan de la mano. La reivindicación disfrazada de hobbie.

Xavier Delgado es otro afiliado a la ANC. Este mes cumple 42 años y desde 2008, es taxista. No fue hasta finales de 2012 que oyó por primera vez hablar de la Assemblea. Varios compañeros de trabajo se habían organizado para formar la sectorial de la ANC 'Taxistas por la independencia' y le llamó la curiosidad. 'Nunca he militado en ningún partido pero esta iniciativa me pareció efectiva y fácil de conciliar con mi trabajo'. Pagó su cuota, se inscribió en la sectorial y, desde entonces, forma parte de los más de 300 taxistas de Catalunya que en sus viajes informan a los pasajeros de la realidad política y social del país. 'Generamos debate, conversamos y explicamos a la gente las razones por las que Catalunya tiene derecho a decidir su futuro. No es algo que se fuerce: el tema está en la calle'.

'Generamos debate, conversamos y explicamos a la gente las razones por las que Catalunya tiene derecho a decidir su futuro'

Para que no haya dudas, su coche está equipado con un par de estelades y en los asientos de atrás se pueden ojear varios trípticos que la ANC distribuye a sus taxistas de cabecera con regularidad. La COPE tampoco suena en su radio. 'Aprendes a detectar quién es más receptivo o quién prefiere rehuir el asunto. En cualquier caso, nunca he tenido ningún conflicto'. Todo lo contrario: los pasajeros que descubren que es independentista acostumbran a verbalizar su sorpresa. 'En más de una ocasión han llegado a felicitarme. Es lógico: el sector del taxi lleva años etiquetado en el españolismo de derechas y en Catalunya siempre ha sido terreno de inmigrantes y con escasas raíces catalanas', reconoce.

Delgado, nacido en Barcelona, aparcará su taxi el próximo jueves para asistir a la manifestación que la ANC ha organizado para la Diada. Mientras tanto, seguirá esperando en el aeropuerto nuevos pasajeros con los que interactuar. 'No hay que olvidar que el primer contacto de muchos turistas con Barcelona y Catalunya somos nosotros, los taxistas. Y éstos acostumbran a tener una idea muy vaga del debate soberanista'. 'Disculpe, ¿sabe qué significan tantas banderas con una estrella colgando en los balcones?...'. Delgado hace el resto.

Con mayor o menor seguimiento, colectivos de mossos, policías locales, juristas, payeses y hasta meteorólogos, entre muchos otros, ya poseen una sectorial en la ANC. El objetivo es claro: hacer llegar el mensaje en sus respectivos gremios de la necesidad imperiosa de un estado propio; promover y consolidar la opinión favorable a la independencia.

En el barrio de Sant Antoni se encuentra Carme Gil. Tiene 66 años, está jubilada y desde 2012 ejerce de coordinadora de la territorial que la ANC tiene en este distrito. Durante la última semana ha recorrido más kilómetros que los runners que campan por la ciudad. 'Pensamos en la manera en la que los participantes de la gran 'V' pudieran estar más cómodos. Y me puse manos a la obra'. Uno por uno, habló con todos los restaurantes y bares de la zona para negociar algunos gestos para con los manifestantes, tales como atenderles si necesitaban ir al baño, abastecer el stock de refrigerios o ofrecer menús económicos. 'El 98% ha aceptado. Sólo un dueño me dijo que no comulgaba con la independencia y el otro era propiedad de chinos, y no se enteraron de mucho'. Los restaurantes que colaboran con la causa reciben un distintivo en la puerta del local y en la web de la ANC aparecen los nombres de sus locales publicados. A priori, todos salen ganando.

Pero la labor de Gil va mucho más allá de esta tarea de última hora. En los últimos años ha convocado más reuniones que un abogado, ha coordinado a un grupo de 15 voluntarios semanalmente y ha sacrificado dos agostos seguidos para apuntalar los detalles de las últimas manifestaciones del 11 de septiembre. 'Nunca me había sentido tan útil. Por primera vez siento que estoy trabajando por mi país', recalca quien fue durante años profesora de Historia y Arte en un instituto. De hecho, no recuerda un movimiento civil más potente que el de la ANC -'tal vez en los 70, pero no de la grandeza actual'- y asegura que lo más enriquecedor que se lleva de toda esta experiencia es la generosidad de la gente. 'Nadie te empuja ni te hace la cama. Todos tenemos nuestra responsabilidad y la ejercemos a cambio de nada. Si hubiera intereses o dinero de por medio, otro gallo cantaría'.

Si la consulta del 9N se acaba realizando y el 'Sí' no logra imponerse, los voluntarios de la ANC lo tienen claro. Para Gasch, 'la semilla está plantada. Somos una entidad reconocida, que ha crecido con el esfuerzo altruista de los ciudadanos y se ha estructurado según las necesidades de cada gremio y colectivo. Así que, personalmente, seguiré trabajando para convencer a la gente'. En el trabajo y fuera de él. Dentro de un taxi o en un bar. Sin complejos.

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