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Sánchez se estrena ante Rajoy con críticas por no frenar el paro

JUAN ANTONIO BLAY

Primer cara a cara del nuevo líder socialista, Pedro Sánchez, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una sesión de control parlamentario en el Congreso de los Diputados. Un episodio marcado por una circunstancia que no quedará reflejada en el diario de sesiones de la Cámara baja: el impacto de la muerte del patrón del Banco de Santander, Emilio Botín.

Quien iba a ser el protagonista de la sesión parlamentaria matinal se enteraba por lo periodistas en los pasillos de la cámara del fallecimiento del ejecutivo con más trienios al frente de un banco en España. Un mazazo mediático que trastocaba los planes y que obligaba a Pedro Sánchez a realizar unas declaraciones de urgencia. No fue el único parlamentario que se enteró por los periodistas a la puerta del Hemiciclo.

De modo y manera que la sesión de control comenzó condicionada por el impacto de la noticia, aunque nadie en sus intervenciones hizo la más mínima mención al hecho. Tampoco Pedro Sánchez, que se arrancó con cierta solemnidad: 'Es un honor para mí dirigirme a todos ustedes...'. Se le notaba que estaba de estreno, con corbata roja incluida.

Son cinco minutos, la mitad para cada uno, en los que los que se deben concentrar los respectivos mensajes; un lance que tiene más características de habilidad que de capacidad política. El dirigente socialista, por lo tanto, perdió unos precisos segundos en esa declaración de intenciones que, desde luego, no hizo mella en el presidente del Gobierno. A la postre, a Pedro Sánchez se le notó un tanto envarado, como falto de costumbre ya que desde la bancada socialista no era de los habituales en este lance de interpelar a ministros los miércoles por la mañana.

El nuevo líder de la oposición reiteró su compromiso anunciado el día anterior de llevar a cabo 'una oposición ciudadana'. A 0partir de ahí entro ya en materia, consumiendo en su primera intervención más segundos de los que suelen ser habituales en esta práctica parlamentaria. 'No dé cifras macroeconómicas para explicar la situación económica de los ciudadanos porque no son las que utilizan la mayoría de las familias españolas', ha dicho a modo de reto a Rajoy.

El presidente del Ejecutivo, haciendo gala de esa sorna que usa tan a menudo sin mucha gracia, le ha respondido celebrando 'que usted diga que defiende los intereses generales; yo llevo años haciéndolo', ha dicho con evidente falta de consideración hacia quien se estaba estrenando. Pero ese es Rajoy, que a continuación se ha mostrado 'preocupado' por los porcentajes de paro y al mismo tiempo 'esperanzado' porque 'la situación empieza a remontar'.

En la réplica Sánchez ha pecado de cierta bisoñez hasta el punto de afirmar que 'si hay buenas noticias desde el partido socialista nos vamos a alegrar'. Y ya en la recta final de su tiempo se ha empleado más a fondo para centrar sus críticas en la incapacidad de Rajoy para frenar el aumento del paro. Usted hace tres años se fotografió junto a una cola de parados ante una oficina de empleo para afirmar que cuando gobernase bajaría el paro. Desde que llegó usted al Gobierno se han destruido 800.00o empleos', sentenció Sánchez.

Y ha insistido en la receta anunciada el día anterior como ejes de su labor de oposición: 'Hay que derogar la reforma laboral, subir el salario mínimo y aportar por la reindustrialización, que es el motor de la creación de empleo, invirtiendo en investigación . La mayoría de los españoles tienen sed de un trabajo y de un salario digno', remarcó el dirigente socialista para finalizar su intervención.

El presidente del Gobierno tuvo que echar mano al recuso de la herencia recibida, un argumento ya muy manoseado en este tipo de lances parlamentario. De modo y manera que recordó los 3,4 millones de empleos perdidos durante la legislatura anterior - cabe recordar que se inició hace ya más de seis años - y la reducción en 70.000 millones de euros en la recaudación pública. 'estoy preocupado por el paro - insistió - pero ya se crea empleo neto. Pero vista la montaña de problemas que nos dejaron, y que usted apoyó desde esos escaños, creo que las cosas han mejorado', ha dicho. Un final poco lucido a estas alturas de la partida.

Por su parte, Antonio Hernando, mucho más experto parlamentario que su jefe de filas, también pecó de cierta bisoñez ante Soraya Sáenz de Santamaría, una experimentada parlamentaria que se encuentra como pez en el agua en el Hemiciclo. El asunto en cuestión era la reforma electoral para la elección de alcaldes.

Pero mientras Hernando se ha ido al terreno de lo ético la vicepresidenta ha echado mano del regate en corto y efectista. El portavoz socialista, extrañamente envarado en su primera intervención, en la que dio también toques de buenas intenciones apelando al sentido de Estado mostrado siempre por los socialistas, ha criticado la iniciativa anunciada por el PP por carecer del consenso necesario 'que no se ha rioto desde la Transición en materia electoral'.

La vicepresidenta, con el tono envalentonado que en ocasiones adopta, le ha recordado que ya en 1998, meses antes de unas elecciones municipales, el grupo parlamentario socialista presentó una iniciativa parlamentaria para cambiar la legislación electoral 'sin consultar a nadie'. Y ha concluido afirmando que en 1983 el PSOE en el Gobierno realizó una reforma electoral sin consenso 'impulsada por quien se sienta en su bancada', en referencia a Alfonso Guerra. En ese terreno jugó con ventaja, aunque no despejó la incógnita por la que le preguntó Hernando.


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