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El calentón de Gallardón abre a Rajoy una crisis 'chinesca'

PAULA DÍAZ/JULIA PÉREZ

Alberto Ruiz-Gallardón se despidió de la política con discurso amable con el que dedicó grandes elogios de gratitud a sus compañeros de Gobierno y, en especial, al presidente. Pero su repentina marcha escondía una cara B con la que deja a Mariano Rajoy, en realidad, compuesto y sin novio. 

Aunque el casi extitular de Justicia —su cese entrará en vigor en unas horas, con su publicación en el BOE— aseguró haber avisado de su decisión con tiempo, el jefe del Ejecutivo se vio finalmente obligado a intentar solventar in extremis una crisis de Gobierno que no esperaba llevar a cabo hasta que las elecciones municipales y autonómicas de 2015 estuvieran más próximas.

Ello se debe, según fuentes jurídicas, al último enfado de Gallardón con Rajoy. Tras difundirse la decisión del Ejecutivo de aparcar su contrarreforma de la ley del aborto, Gallardón envió una carta al presidente el pasado viernes en la que anunciaba su intención de dimitir, con la intención de que le tendiera un puente para permanecer en el Gobierno en vista de que iba a incumplir su promesa de abordar la reforma antes del verano. 

El Gobierno se queda sin ministro de Justicia justo cuando está previsto que Mas convoque la consulta soberanista

La respuesta del presidente fue dar un paso más: el anuncio, este martes, de la retirada total de su anteproyecto de Ley Orgánica para la defensa de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada y un nuevo intento de reforma que sólo limite la norma con el consentimiento paterno obligado en casos de menores de edad. La carta había dado resultado, y este anuncio supuso un sopapo a Gallardón en su orgullo, lo que provocó su nerviosa dimisión. En su pataleta incluyó, de paso, su retirada como miembro del Grupo Popular (renunció a su escaño en el Congreso) y su renuncia a su puesto en el Comité Ejecutivo nacional del PP. 

Los colectivos autodenominados pro-vida han alabado la posición coherente de Gallardón. Pero él, después de 30 años de vida política, se va, desde el punto de vista del Gobierno, en el peor momento que podía haber elegido para hacerlo. Y es que deja sin ministro de Justicia al Ejecutivo central justo en la semana en la que se prevé que Artur Mas firme el decreto de convocatoria de la consulta soberanista prevista para el 9 de noviembre. 

Aunque una de sus justificaciones para no retrasar más su decisión fue precisamente la de haber dejado los deberes hechos (aseguró que como el recurso de inconstitucionalidad ya estaba redactado, el Ministerio de Justicia no tendría más labores fundamentales que realizar al respecto), dejar ese hueco en el Consejo de Ministros que ha de dar el visto bueno al recurso es una china más en el zapato de Rajoy.

A ello se suma que el presidente se encuentra fuera de España y que, antes de viajar a China, se vio obligado a resolver cuanto antes el problema con una alternativa que ya venía madurando en agosto, cuando avanzó a Gallardón que la reforma del aborto iba por mal camino, pero que se ha adelantado por la dimisión inesperada. Para solventarlo antes de que partiera su avión, Rajoy tiró de lo que tenía más a mano: sus amigos del Gobierno. Así, anunció de inmediato —y así se lo comunicó también al rey— que el sustituto de Gallardón sería el número dos de su fiel ministra de Fomento, Ana Pastor. Rafael Catalá, el elegido, fue además secretario de Estado de Justicia durante los años 2002 y 2004. Es más, era la persona en la que Rajoy barajaba nombrar ministro de Justicia si en el año 2004 hubiera ganado las elecciones generales.

No obstante, Catalá [en la imagen], el actual secretario de Estado de Infraestructuras, no podrá recibir la cartera de Justicia hasta que tanto Rajoy como Felipe VI hayan regresado a España. El primero —que no vuelve hasta el próximo lunes— debe firmar el nombramiento del nuevo ministro, que ha de ser sancionado también por el segundo —que se encuentra en Nueva York esta semana—. Es más, en realidad, el propio Gallardón (si aún fuera ministro de Justicia) debería verificar el nombramiento de su sucesor como notario mayor del Reino.

El sucesor de Gallardón no podrá recoger su cartera hasta el lunes, cuando Rajoy y el rey se encuentren en España  Anécdotas a un lado, a Rajoy no le han salido bien sus cálculos electoralistas. Por un lado, se ha marcado un tanto retirando del espectro mediático la medida que, por polémica, peor resultados le ofrecía en los sondeos internos que maneja el partido y de los que ya había alertado su gurú demoscópico, Pedro Arriola. Pero, por otro, la marcha de Gallardón ha incrementado la división en el partido —sobre todo por el enfado del estrecho círculo de conservadores antiabortistas que defendían su propuesta— y, aunque la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, vaya a asumir sus funciones en estos días de vacío, le ha obligado a solventar una crisis de Gobierno antes de lo esperado.

El baile de ministros debía producirse en el momento en el que el presidente, poco amigo de las sorpresas, los cambios y de que le marquen los ritmos desde fuera, nombrara a sus candidatos a los comicios municipales y autonómicos de 2015. A medida que iba pasando el tiempo el número de titulares que se barajaban como bajas del Ejecutivo ha ido creciendo. A día de hoy, la propia vicepresidenta sigue sonando en las quinielas como posible alcaldesa de Madrid; el titular de Exteriores, José Manuel García-Margallo, como posible sustituto de Alberto Fabra al frente de la Comunidad Valenciana; y su homólogo en Industria, Miguel Soria, como posible cabeza de lista en Canarias.

Pero todo eso, de llegar a producirse, no debía de ocurrir hasta, al menos, el mes de diciembre. Otras fuentes del PP barajaban incluso abril, la fecha límite para presentar las candidaturas. Pero el calentón de Gallardón lo ha precipitado todo hasta provocarle a Rajoy una crisis 'chinesca'. 


https://www.quoners.es/debate/crees-que-mariano-rajoy-rentabilizara-en-las-urnas-su-giro-hacia-el-centro

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