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Alcaraz provoca la primera gran desbandada en la AVT

Setenta afiliados de Catalunya inician hoy los trámites para pedir la baja

Ó. L. F.

“Me doy de baja porque estoy harto de manifestaciones, de que en lugar de ayudar a las víctimas se haga política, de ser un cero a la izquierda para Alcaraz y los suyos”. Quien habla así es José Vargas. Herido en el atentado de Hipercor, él será una de las 70 víctimas que residen en Catalunya que anunciarán hoy su deseo de desligarse definitivamente de la Asocación de Víctimas del Terrorismo (AVT), en lo que será la primera desbandada en bloque que sufre este colectivo.

Su primer paso será el envío conjunto de setenta cartas en las que solicitan, acogiéndose a la Ley de Protección de Datos, que les faciliten toda la información que sobre cada uno de ellos tiene la AVT, cómo la han conseguido y a qué organismos se la han facilitado. Un mes después, les haya respondido o no la asociación que que ahora preside Juan Antonio García Casquero, pedirán formalmente que se les dé de baja y se borren todos sus datos de los ficheros.

Puestos en contacto con portavoces oficiales de la AVT, estos aseguraron desconocer la iniciativa y declinaron hacer ningún comentario sobre cuál será la respuesta que la actual junta directiva, elegida en la asamblea general del pasado sábado, dará a la petición. Dichos portavoces rechazaron también facilitar el contacto con ninguno de los dirigentes de la asociación para recabar su opinión.

Roberto Manrique, miembro de la Associacio Catalana de Victimes D’Organitzacions Terroristes (ACVOT), que aglutina a la mayor parte de los candidatos a causar baja de la AVT, asegura que desde su colectivo “no se ha fomentado en ningún momento” esta desbandada, sino que simplemente se han limitado “a aglutinar a todos aquellos que desde hace tiempo nos manifestaban su deseo y no sabían cómo hacerlo”.

Manrique está convencido de que a estos 70 se sumarán bastante más en las próximas semanas más gente. “Acabamos de recibir una llamada de dos asociados que al ver como era absuelta la etarra Dolores López Resino por un error del fiscal y del abogado de la AVT, que no citaron a un testigo, también nos han dicho que quieren abandonarla”.

La iniciativa es conocida por otras asociaciones autonómicas de víctimas, según confirmaron a Público los presidentes de varias de ellas. De hecho, José María Morales, dirigente de la murciana, reconocía a este diario que medio centenar de sus asociados sopesa en estos momentos seguir los pasos de los setenta de Catalunya “porque no sirve para nada pertenecer a la AVT”.

“Sabíamos que tarde o temprano iba a pasar algo así”, apunta Joaquín Vidal, presidente de la andaluza. Vidal insiste que el culpable de esta desbandada tiene nombres y apellidos: Francisco José Alcaraz. “Él ha politizado el colectivo”.

Manifestaciones de víctimas en las que se invita a los asistentes a firmar en contra del Estatut de Catalunya. Juicios que se suspenden sin que los abogados de la acusación avisen a las víctimas a las que teóricamente representan.  Y olvido, mucho olvido. “A mi sólo me llegan cartas de la AVT para decirme dónde salían los autocares para que asistiera a las manifestaciones, pero de ayuda jurídica o psicológica, nada de nada”, asegura una víctima que vive en Barcelona y que estará entre los 70 que pedirán la baja.

Las quejas de las víctimas hacia la AVT se han incrementado considerablemente desde que Francisco José Alcaraz asumiera la presidencia en en junio de 2004. Algunas se pueden leer en las páginas web de las asociaciones autonómicas. Otras sólo se hacen en privado, cuando no se callan por temor a ser acusados de ir contra las propias víctimas, como reconocen algunos asociados consultados.

Un dato de ese supuesto desapego de una parte significativa de los 3.200 afiliados que la AVT dice tener se vivió el pasado sábado en su última Asamblea General, celebrada en Madrid. Aquel día se eligió a Juan Antonio García Casquero como sustituto del polémico Alcaraz con el 97 por ciento de los votos. Un resultado a la búlgara que ocultaba una realidad: acudieron menos de 200 personas, que, con los votos delegados, representaban sólo a 300 asociados, menos de un 10% del total.

El encuentro, celebrado a puerta cerrada, vivió momentos de tensión en los que no faltaron insultos personales a los asociados críticos.

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