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Las alianzas de Podemos con los
soberanistas abren incógnitas sobre
su futura influencia parlamentaria

Las rígidas normas para formar grupos parlamentarios en el Congreso podrían "llenar" de soberanistas el futuro grupo parlamentario del partido que lidera Pablo Iglesias como consecuencia de sus alianzas territoriales en Galicia, Balears, Catalunya y País Valencià, único lugar en el que a priori hay garantizado un grupo parlamentario propio.

Pablo Iglesias, durante la presentación del acuerdo Podemos-Catalunya Sí que es Pot. M.D.

JUAN ANTONIO BLAY

La fuerza política que puede desarrollar Podemos en el próximo Congreso de los Diputados tras las elecciones generales del mes de diciembre es una incógnita no solo por los resultados que obtenga la marca que lidera Pablo Iglesias sino también por el rédito electoral de sus alianzas territoriales con diversas formaciones soberanistas.

Podemos ha manifestado su voluntad de alcanzar acuerdos electorales para los comicios generales en Catalunya, con ICV, partido con el que ya ha cerrado la alianza a la que podría sumarse alguna otra fuerza minoritaria, en el País Valencià, con Compromís, y en Balears, con Mès, lugares en los que ya hay negociaciones avanzadas; también hay voluntad de llegar a un acuerdo con Anova, la formación soberanista impulsora de las “mareas” que obtuvieron un éxito municipal el pasado mes de mayo en grandes ciudades gallegas.

Ahora bien, esa estrategia puede volverse complicada en términos parlamentarios e incluso contraria a la rentabilidad electoral que se persigue inicialmente. A priori, haciendo una traslación de los resultados electorales de los comicios municipales y autonómicos – el último referente electoral, aunque no necesariamente riguroso – el País Valencià es el único territorio en el que una alianza de Podemos con una fuerza local, en este caso, Compromís, garantiza la constitución de un grupo parlamentario propio.

El Reglamento de la Cámara baja establece en su artículo 23, y siguientes, los requisitos que deben darse para que un grupo de diputados se constituyan en grupo parlamentario: al menos en número de 15 y habiendo obtenido el listón del 5% de los votos válidos en todo el territorio nacional. Esa es la norma general a la que se acogen, por ejemplo, el PP y el PSOE, A partir de ahí hay otras dos posibilidades.

También pueden formarlo un mínimo de cinco diputados, siempre y cuando su formación política haya logrado el 15% de los votos válidos en las circunscripciones en las que se haya presentado. Es el caso, hasta ahora, de los soberanistas habituales de CiU y del PNV. Y, hace años, de ERC y de Coalición Canaria.

A esta formación se le llegó a “prestar” un diputado para que pudiese alcanzar la cifra de cinco, que es otra de las posibilidades, puesto que al inicio de cada periodo de sesiones un diputado puede cambiar de “grupo”, siempre y cuando se le “admita” en el nuevo grupo y, algo que es fundamental porque esta recogido en el Reglamento, ambas formaciones políticas – de la que se “sale” y a la que se “llega” – hayan competido en las elecciones.

De esa forma se prohíbe expresamente que, como ocurre en la actual legislatura, los tres diputados de ERC puedan juntarse con los dos del BNG para formar grupo propio puesto que ambas no se han disputado escaños. Sin embargo si sería posible, según el Reglamento, que, por ejemplo, un diputado del PP se fuese a UPyD, o viceversa dado que ambas formaciones sí han competido entre ellas.

En cualquier caso, estas normas aparentemente sencillas son aplicadas con una interpretación laxa o rigurosa según las circunstancias políticas de cada legislatura. Al inicio de la actual legislatura la mayoría absoluta del PP en la Mesa de la Cámara baja impidió que la formación política vasca Amaiur pudiese constituir un grupo parlamentario propio; sus siete diputados tuvieron que integrarse en el grupo mixto, que de esta forma ha trabajado con 18 parlamentarios.

De nada sirvieron las protestas del PSOE y de CiU en la Mesa, además del resto de formaciones políticas del hemiciclo, para cambiar la interpretación: Amaiur se presentó en las tres circunscripciones del País Vasco en las que logró seis escaños con un 24,11% de los votos, y en Navarra, donde consiguió un escaño con el 14,86% de los votos. Este último detalle, al no alcanzar el 15% de los votos – aunque superaba ese listón en el conjunto de las cuatro circunscripciones – fue el empleado para impedir que formara grupo parlamentario propio.

Sin embargo, esa “inflexibilidad” se tornó laxa, bien es cierto que sin generar protestas, a la hora de permitir a UPyD que formase un grupo parlamentario propio con sus cinco diputados pese a haber obtenido un 4,70% de los votos en toda España, es decir, a falta de tres décimas para el listón del 5% que recoge el Reglamento.

Lo mismo ocurrió con IU cuando en 2004 logró cinco escaños con el 4,96% de los votos. En esa misma legislatura hubo un intento por parte del PP de impedir que ERC, con 8 diputados y el 15,89% en toda Catalunya, formase grupo propio al pretender sumar la marca Esquerra Republicana del País Valencià, con el 0,5% de los votos, al cómputo global. No prosperó.

"La coalición electoral entre Compromís y Podemos se legalizará en Valencia y será una formación electoral diferente a Podemos"

En el caso de Podemos estas “técnicas” reglamentistas pueden afectar de forma muy sustancial a su presencia en el próximo hemiciclo del Congreso de los Diputados y, en consecuencia, variar el calibre de su fuerza política a lo largo de la legislatura. De entrada, solo una alianza con Compromís, no cerrada todavía, tiene garantizada la formación de un grupo parlamentario al margen del que conforme la propia marca de Podemos. En el 24-M autonómico Compromís obtuvo el 18,19% de los voto y Podemos otro 11,23% de los sufragios.

“Es condición sine qua non hacer un grupo propio con personalidad e identidad valenciana. Por esa razón, la coalición electoral entre Compromís y Podemos se legalizará en Valencia y será una formación electoral diferente a Podemos”, afirma con rotundidad a Público Joan Baldoví, actual diputado solitario de la coalición soberanista valenciana. Ha de ser una opción política independiente – no asimilada a Podemos – no tanto por una cuestión estética; simplemente porque diputados de un mismo parido no pueden agregarse para formar un grupo parlamentario aparte.

En el caso de Catalunya, donde el acuerdo entre Podemos/Podem e ICV ya se ha alcanzado, el pacto también implica un grupo parlamentario propio, pero de antemano no está garantizado que se vayan a cumplir los requisitos. En los comicios municipales la coalición Entesa encabezada por ICV, más la versión de IU en Catalunya que no ha decidido su inclusión en el actual pacto, logró el 11,78% de los sufragios, y no de forma homogénea en las cuatro circunscripciones catalanas.

¿Qué ocurrirá si no se llega a los cinco escaños y al 15% de los votos para formar un grupo propio? Los escaños logrados por esta candidatura de Podem / Catalunya si es pot – que podrían ser cinco o más - deberían pasar al grupo mixto necesariamente al no poder integrarse en el de Podemos por no haberse enfrentado electoralmente. El partido de Iglesias tendría en el mixto a correligionarios suyos, pero no en el propio. La cuestión del tamaño no es cosa menor a la hora de realizar determinados trámites parlamentarios como, por ejemplo, plantear un recurso de inconstitucionalidad ante el TC.

La marca Podemos / Mès en Balears no logrará los cinco diputados – la circunscripción tiene asignados 8 escaños – por lo que el teórico parlamentario de la formación soberanista se queda integrado en Podemos o se va al mixto.

Algo similar puede ocurrir en el caso de la alianza con Galicia, cuya proyección electoral es más incierta. El éxito de las “mareas” de Anova se concentraron en cuatro grandes ciudades y, además no existe sintonía con el BNG, que obtuvo el 12,89%del voto municipal en toda la comunidad.

Podemos puede encontrarse con un grupo parlamentario mermado, precisamente, por sus alianzas territoriales que le van a restar, formalmente, potencia numérica y, por otra parte, por el hecho de tener miembros de formaciones nacionalistas en su propio grupo procedentes de Balears o de Galicia, salvo que se marchen al mixto.

Una situación ciertamente compleja debido a las exigencias que marca el Reglamento de la Cámara baja y de los criterios que en cada ocasión se emplean para su aplicación. Se trata de una norma que data de 1982, todavía con UCD en el poder, y cuya redacción se quiere cambiar en la próxima legislatura.

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