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El año en el que el PSOE cambio al "listo" por el "guapo"

El cambio de liderazgo no ha supuesto un revulsivo para los socialistas que siguen en retroceso en las encuestas. Algunos quieren volver a cambiar de cara y apuestan por Susana Díaz, pero son más los que creen que la crisis del PSOE es más profunda y no ya no se arregla con cambios de liderazgos

Rubalcaba abraza a Pedro Sánchez. EFE

MANUEL SÁNCHEZ

La hoja de ruta de Alfredo Pérez Rubalcaba estaba perfectamente calculada y, hasta el 25 de mayo, todo le iba saliendo como lo tenía más o menos previsto.

Su victoria en el 38º Congreso Federal del PSOE en Sevilla, aunque fuera por sólo 22 votos, le daba el suficiente margen de maniobra para pasar la travesía del desierto y apuntalar la maltrecha casa del pueblo socialista que había dejado José Luis Rodríguez Zapatero. Además, tenía tiempo para configurar un proyecto propio y probar suerte en 2015 ante el serio desgaste del Gobierno de Mariano Rajoy.

Rubalcaba dedicó los primeros dos años, con más pena que gloria a nivel de repercusión mediática, a configurar un nuevo proyecto político y a tener “entretenido” al PSOE en el debate de ideas, ante las prisas de algunos por los datos de las encuestas.

Lo consiguió diseñando un plan que le salió a la perfección. Primero conferencias sectoriales temáticas, luego cerrar el debate del modelo de Estado y, finalmente, una gran Conferencia Política que sentase las bases ideológicas y programáticas del partido.

El hombre “más listo” del PSOE, en opinión de muchos, consiguió un documento político de más de 300 páginas que ahora le está siendo muy útil a Pedro Sánchez y que seguirá sirviendo como referencia durante mucho tiempo en el partido. También logró la paz en el modelo de Estado con la Declaración de Granada y la no fácil apuesta por el modelo federal; y tuvo una exitosa Conferencia Política sin problemas internos.

En Ferraz daban por hecha la victoria en las europeas

Faltaba superar la primera prueba de su liderazgo y tenía el reto de las europeas. Puso de cabeza de lista a su mano derecha, Elena Valenciano, y todos los medios a su alcance para ganar. En Ferraz daban por hecha la victoria –“aunque por poco, uno o dos diputados más que el PP” apuntaba el propio Rubalcaba dos días antes de las elecciones, pese a su habitual pruencia-, pero el castillo de naipes se le derrumbó al secretario general del PSOE esa noche cuando volvió a perder frente al PP y a cosechar un pésimo resultado electoral.

Rubalcaba era consciente de que no podía seguir y abrió un proceso de primarias y de Congreso Extraordinario para que el PSOE buscase un nuevo líder. La opinión generalizada era que bajo el liderazgo de Rubalcaba el PSOE no volvería a ganar y que el partido necesitaba un líder nuevo que sirviera de revulsivo. Si ya tenían las ideas, sólo faltaba la cara.

Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias fueron los tres aspirantes a liderar el PSOE. En principio, todo apuntaba a la victoria de Madina, cuyo nombre se barajó desde muchos años antes como futuro líder del partido.

Los acuerdos territoriales promovidos por Susana Díaz propiciaron la victoria de Pedro Sánchez en las primarias

Sin embargo, acuerdos territoriales entre varias federaciones liderados, al parecer, por Susana Díaz, junto al trabajo soterrado que llevaba meses haciendo el actual secretario general, dieron una contundente victoria a Sánchez, con casi el 50% de los votos.

De ahí se fue a un plácido congreso, de carácter extraordinario, donde el PSOE cerró filas con su nuevo líder que, en gran medida, tuvo manos libres para hacer su dirección y su equipo.

En teoría el problema estaba resuelto. El PSOE había cambiado de cara, tenía un líder “guapo” y “nuevo”, que podría ser el impulso que los socialistas necesitaban para imponerse al PP.

Sin embargo, el “efecto Sánchez” no se ha producido estos meses. El PSOE sigue empatanado en la mayoría de las encuestas e, incluso, en retroceso. Algunos culpan al nuevo líder de su falta de consistencia, de sobreexponerse mediáticamente, de haber cometido varios errores de calado. Pero hay otras voces que apuntan a reflexiones más profundas.

Así, algunos dirigentes creen que ya no es una cuestión de caras, ni de que la hipotética llegada de Susana Díaz, tras las municipales y autonómicas, para liderar el PSOE sea la solución a todos los problemas del socialismo español. Es más, no son pocos los que ven esta operación como un disparate: “Vestir a un santo, para desvestir a otro no tiene mucho sentido”, dicen en cuanto a las repercusiones que pudiera tener en Andalucía la marcha de su actual presidenta.

La irrupción de Podemos ha dejado a los socialistas en una encrucijada


Por ello, la reflexión que se hacen es que el PSOE tiene que buscar su sitio. La irrupción de Podemos ha descolocado a todo el mapa político español pero, en especial, a los socialistas, que se encuentran en la encrucijada de la dificultad de hacer guiños a su izquierda y el mensaje que ahora proclama el Gobierno de la “gran coalición”.

Sánchez al menos hasta mayo, tendrá que jugar las pocas bazas que le quedan al PSOE e intentar ubicarlo. En Ferraz, no obstante, son optimistas en cuanto a los resultados, aunque admiten que el mapa político del 24 de mayo no se va a parecer en nada al de 2011, ni para el PSOE, ni para el PP.

Sin embargo, un veterano diputado socialista, no muy afín al ex presidente, resumía la situación así: “Zapatero hizo mucho más daño del que parece. La crisis del PSOE es muy profunda y veremos si no acaba como el PASOK”.

Lo cierto es que los próximos 14 meses van a ser cruciales para el futuro del PSOE: elecciones municipales y autonómicas, primarias para la Presidencia del Gobierno, elecciones generales, y el 39º Congreso Federal del partido. Todo puede pasar.

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