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La banda montó los atentados en poco más de dos semanas

Interior cree que ETA robó los coches y los cargó de explosivos en Francia

G. MALAINA/ Ó. LÓPEZ-FONSECA

Poco más de dos semanas. Ese es el tiempo que tardó ETA en preparar los tres atentados con coche bomba que en poco más de 24 horas han sacudido España y causado la muerte del brigada del Ejército Luis Conde de la Cruz. Y, además, la banda lo hizo desde Francia. Esa es una de las pocas certezas que tienen hasta ahora los expertos de la lucha antiterrorista, y que ayer transmitía el propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras comprobar que los tres vehículos utilizados para ocultar los artefactos habían sido robados en el país vecino.

Así, el Renault Clio que estalló frente a la sede de la Caja Vital, en Vitoria, fue robado el 8 de septiembre al otro lado de la frontera. El Peugeot 307 que hizo explosión en la localizada cántabra de Santoña, lo fue cuatro días más tarde en Soursac, un municipio de poco más de quinientos habitantes situado en el centro de país vecino. El tercer automóvil utilizado como bomba, el Peugeot 307 SW que estalló frente a la Comisaría de la Ertzaintza, también fue sustraído en Francia en la primera quincena de septiembre, aunque las fuentes consultadas no han especificado ni fecha ni lugar.

Este dato confirma a los expertos de la lucha antiterrorista lo que ya temían: que ETA ha conseguido reorganizar una potente estructura en Francia que le permite montar varios coches bomba a la vez y hacérselos llegar a los comandos en España. La anterior fábrica fue desmantelada en septiembre de 2007, cuando la Policía gala detuvo en la localidad de Cahors al jefe del aparato logístico de la banda, Luis Iruretagoiena, y a otros tres etarras.

No es ésta, sin embargo, la única certeza extraída de esta oleada de atentados. Fuentes de la lucha antiterrorista han mostrado a Público su convencimiento de que en la colocación de los tres coches bomba intervino más de un comando. La Policía da por hecho la participación de los integrantes del talde (grupo) del Vizcaya que quedó intacto tras la desarticulación de una parte en julio, tras detener la Guardia Civil a diez de sus integrantes. A ellos se suma un segundo comando, asentado en Guipúzcoa, que es el que se sospecha cometió el ataque contra la comisaría de la Ertzaintza.

El militar fallecido ayer en Santoña sólo hubiera necesitado unos segundos más para salvar su vida. En medio de un pánico desatado por un aviso tardío de la colocación del artefacto, el brigada atravesó la puerta del cuartel para correr hacia la orilla del mar en busca de un refugio. Fue inútil. El coche bomba, aparcado a unos 20 metros de la salida, hizo explosión y la onda expansiva lo lanzó a contra el muro de piedra. “Se cree que murió del fuerte golpe que se dio en la cabeza, pero hace falta esperar a la autopsia”, explicó a este diario un agente.

La tragedia, sin embargo, pudo ser mayor. Según el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, la mujer del brigada fallecido salvó la vida gracias al olvido de una bolsa. Se retrasó unos metros para recogerla, y evitó el golpe de la onda expansiva. Se da además la circunstancia de que ayer el acuartelamiento apenas estaba ocupado, tras el final de las vacaciones. El pasado sábado aún pernoctaron en este Patronato unos 300 militares con sus familias, mientras que ayer tan sólo quedaban diez.

La explosión fue tan potente que prácticamente desintegró el coche bomba y algunos de sus pedazos aparecieron a más de 300 metros del lugar del atentado. El estallido provocó también un gran agujero en el muro que cierra todo el entorno del cuartel, reventó todas las ventanas y causó importantes destrozos en el tejado. Las consecuencias del atentado también eran visibles en las viviendas cercanas.

Pérez Rubalcaba, acompañado por la ministra de Defensa, Carme Chacón, acudió ayer a visitar a los heridos en el hospital de Laredo. Según destacó el ministro del Interior, las Fuerzas de Seguridad “venían alertando” del riesgo de que ETA tratara de hacer “una demostración de fuerza”, después de los últimos golpes policiales contra la propia banda y su entorno político.

Un varon con voz tranquila telefonéa desde una cabina de la localidad vizcaína de Abanto-Zierbana a la central de DYA-Ayuda en Carretera, en San Sebastián, para avisar de la colocación de un coche bomba en Santoña (Cantabria). Anuncia que éste estallará a la una de la madrugada del lunes, sólo 37 minutos después de su llamada.

Desde DYA se avisa a la Ertzaintza, que traslada la amenaza al Centro Operativo de Servicio, donde intercambian información la Policía autonómica, el Cuerpo Nacional de Policia y la Guardia Civil. Esta última se pone en contacto con la Comandancia de Santander, que, a su vez, traslada el aviso al cuartel de Santoña.

Agentes del instituto armado se trasladan a la instalación militar donde ha sido colocado el coche bomba e inician rápidamente el desalojo del inmueble.

A la una en punto, como había anunciado el etarra por teléfono, el coche explosiona y causa la muerte del brigada Luis Conde cuando abandonaba el edificio.

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