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Caja Madrid reprendía a quienes usaban poco la tarjeta black

Los exconsejeros revelan al juez los ‘usos y costumbres’ de las famosas tarjetas fantasma. Podían cargar gastos personales y usarlas hasta tres meses después de dejar la entidad ya que eran recolocados en sociedades participadas

Preferentistas protestando a la llegada de los imputados que declaraban este lunes en la Audiencia Nacional. EFE/Sergio Barrenechea

JULIA PÉREZ

MADRID.- La mayoría de los exconsejeros de Caja Madrid ha reconocido ante el juez de instrucción que todo cambió con la llegada de Miguel Blesa a la presidencia. De los gastos en “viajes, hoteles, libros y restaurantes” que se les permitía imputar a las tarjetas black en la etapa de Jaime Terceiro, se pasó con Blesa a aceptar cargos por ropa y “gastos personales” con un límite anual y mensual.

Es más, Pedro Bedia, consejero por Comisiones Obreras, ha confesado ante el juez central de instrucción 4, Fernando Andreu, que recibió varias llamadas de la entidad para exhortarle a que utilizara “más” su tarjeta black: la estaba usando poco. Su interlocutor en los asuntos de este plástico era Enrique de la Torre, exsecretario de Caja Madrid y también imputado en el caso.

Varios exconsejeros han atribuido a los “usos y costumbres” de Caja Madrid la práctica de permitirles seguir utilizando la tarjeta tres meses después de salir de la entidad financiera. Así, el socialista Ramón Espinar ha asegurado que esta cortesía que se tenía con ellos, se debía a que solían ser recolocados en sociedades participadas al salir del Consejo. En su caso, fue recolocado en Mapfre. Espinar no ha reconocido parte de los gastos que se le han enseñado y ha asegurado que jamás supo que se llamaran “black” a estas tarjetas.

El primero que habló a los exconsejeros de esos tres meses de barra libre a cargo de Caja Madrid una vez cesados fue el exsecretario de estado de Hacienda con Rodrigo Rato, José Manuel Fernández Norniella, la mano derecha del exvicepresidente del Gobierno de José María Aznar y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional. Así se lo dijo Norniella a José María Arteta, exalcalde de Mostoles, imputado, quien gastó 137.617 euros.

Varios de los exconsejeros han coincidido: también se les pedía que utilizaran la tarjeta para comprar chaquetas y corbatas, porque tenían que vestir “a la altura de su responsabilidad” al frente de la entidad financiera.

El fiscal Alejandro Luzón ha estado especialmente incisivo con José Antonio Moral Santín, el segundo que más gastó en tarjetas black (456.000 euros), sólo superado por su responsable, el director general Ildefonso Sánchez Barcoj.

“Batiburrillo”. Así ha calificado el juez Andreu el relato de Moral Santín, quien insistía en que tiraba de tarjeta en razón de su cargo. ¿La tarjeta black era gasto de representación o retribución? Sacaba dinero en metálico porque formaba parte del paquete retributivo, según él, con las dietas y el servicio de salud, y eran cantidades de libre disposición, respondía.

Luzón le ha replicado que si la tarjeta era una retribución, ¿por qué razón no sacaba el dinero de una sola vez y, en su lugar, lo hacía de 300 en 300, luego de 500 en 500 y más tarde de 600 en 600 euros? Moral Santín no ha sabido responder de forma clara a sus 692 reintegros: hacía el uso que creía de la tarjeta y no tenía sensación de que tenía que agotar su límite excepto en un par de ocasiones que sobrepasó el límite marcado.

La fijación de los límites era competencia del presidente Miguel Blesa, que los asignaba en función de los cargos y de la dedicación. Y él, Moral Santín, tenía “una gran dedicación” a Caja Madrid, aunque no ejerciera un cargo ejecutivo más allá de ser vicepresidente de la entidad y ser miembro de la comisión de la Obra Social de la Caja. La mayoría de sus gastos eran gastos personales, pero para él eran “gastos derivados de las actividades de mi cargo”.

La mayoría de los exconsejeros han coincidido en que no declaraban a Hacienda el gasto en tarjeta porque entendía que Caja Madrid lo hacía por ellos. Es más, no tenía que presentar ni justificantes. Uno de ellos fue a presentarlos, y le dijeron que no hacía falta y que ya le avisarían si había algún problema.

Todos han defendido que estas tarjetas black eran legales. Pero no cotizaban a Hacienda como ingreso, ni figuraba el gasto en el informe de gobierno corporativo que exige la Comisión Nacional del Mercado de Valores. En algún momento se planteó presentarlo de forma individualizada, pero tanto la CNMV como el Banco de España avalaban que no se invidualizara, han asegurado varios.
A medida que se sucedían las declaraciones, el fiscal Luzón pedían fianzas para hacer frente a la responsabilidad civil por una supuesta administración desleal.

En total, la Ficalía ha pedido fianza para seis de los diez exconsejeros que han declarado este lunes en la Audiencia Nacional. Todos ellos deberán depositar una fianza solidaria por los 15,2 millones de euros gastados con las tarjetas black. Luzón comenzó la comparecencia reclamando una fianza a cada uno por la cuantía total que gastaron en tarjeta black, más un tercio adicional, para pasar a anunciar de viva voz después que reclama fianza solidaria, al igual que en octubre se fijó para Rodrigo Rato Miguel Blesa.

El fiscal ha considerado satisfechas las explicaciones aportadas por Gonzalo Martín Pascual, antiguo representante de UGT, y Juan José Azcona (CCOO), para los que no ha pedido fianza. Tampoco ha requerido caución para Rodolfo Benito (CCOO) y Guillermo R. Marcos Guerrero (Unipyme), aunque en estos dos casos ha anunciado que se reserva solicitarla una vez analizados con más detalle sus gastos, que ascendieron, respectivamente, a 140.600 y 130.947 euros. En el caso de Benito, siguió gastando la tarjeta tres meses después de dejar la entidad.

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