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La decisión de Rajoy sobre la investidura depende de la información que le pueda dar el rey

Desde la última cita electoral, el actual presidente en funciones ha fracasado en su intento de conseguir apoyos suficientes. ¿Habrá nueva convocatoria electoral antes de fin de año?

Las citas con el rey arrancan con las mismas incógnitas que frustraron la legislatura anterior. EFE

JUAN ANTONIO BLAY

MADRID.- Los seis meses transcurridos durante la legislatura anterior, que terminaron con la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, parece que no han servido para mucho. Incluso, ya se piensa en que no han servido para nada. Transcurrido un mes desde la jornada electoral, la XII Legislatura de la etapa constitucional acaba de arrancar con las mismas incertidumbres que la anterior: ¿habrá una nueva convocatoria electoral antes de fin de año?

A pesar de que este próximo martes el jefe del Estado iniciará el proceso constitucional de consultas con los líderes de los partidos con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados, todavía no se ha anunciado ningún pacto firme o acuerdo puntual para garantizar la investidura de algún aspirante.

Rajoy, hasta ahora, ha intentado lograr los apoyos necesarios, pero su decisión sobre si presentarse o no a una inmediata investidura -que él esperaba que se produjera entre el 2 y el 5 de agosto-, la tomará en función de la información que Felipe VI le traslade tras sus encuentros con el resto de líderes políticos.

Para ser reelegido presidente, el actual jefe del Ejecutivo en funciones deberá reunir 176 apoyos en una primera votación, la mayoría absoluta de la cámara, o al menos, recabar más votos afirmativos que negativos en un segundo escrutinio. Es decir, se da la misma situación con la que se encontraba Felipe VI el 18 de enero cuando comenzó a recibir en Zarzuela a los dirigentes políticos para iniciar la primera ronda de consultas de la pasada legislatura.

La única diferencia apreciable es que el aspirante del PP presenta en esta ocasión una tarjeta con 137 escaños, 14 más que hace seis meses. Y ni uno más, como entonces. Aquella ausencia de apoyos añadidos a los de su bancada hizo que rechazase el ofrecimiento que le hizo el jefe del Estado para someterse a una sesión de investidura, un hecho sin precedentes desde 1979.

Pero en esta ocasión, Rajoy se presenta con otro talante: “Reitero que yo quiero gobernar y pido que se me deje gobernar y que no haya bloqueo”, dijo el pasado martes tras la elección de la Mesa de la Cámara baja que está presidida por su correligionaria y estrecha colaboradora Ana Pastor.

El pacto puntual logrado entre el PP y Ciudadanos para controlar el órgano de dirección de la cámara y el “regalo” de diez votos de las filas de CDC y del PNV en una de las votaciones daba la sensación de que en esta ocasión se estaba configurando una mayoría, al menos, para garantizar la investidura incuso en la primera votación.

Pero horas después, las sombras volvían a tapar la tenue luz del final del túnel. Todos se amaraban a sus respectivas casillas de salida: Ciudadanos no se moverá de la abstención, siempre y cuando no haya apoyo a Rajoy por parte de “quienes quieren romper España”. Esto es, de las filas de Convergència y del PNV. Las formación sobernista catalana y la nacionalista vasca, por su parte, reiteraban por activa y pasiva que nunca votarán a favor del aspirante popular y que no se abstendrán.

En la izquierda, nada se ha movido: PSOE y Podemos siguen insistiendo en el "no" a Rajoy. Y las diversas presiones sobre el líder socialista Pedro Sánchez no hacen mella en su negativa. “No es no”, se reitera desde Ferraz, la sede del PSOE. Y desde ERC apenas se esfuerzan en trasladar su negativa, conscientes de que nadie cree que vaya a cambiar. “Quien piense que apoyamos al PP o es tonto o no se entera”, ha sentenciado Joan Tardá.

Esta situación no hace factible, de entrada, una sesión de investidura positiva para Rajoy; ni pronostica, aparentemente, la apertura de procesos negociadores del PP con terceras formaciones políticas a medio plazo. Una situación prácticamente igual que aquel 18 de enero cuando el jefe del Estado inició su primera ronda de contactos.

En principio, la posición de Felipe VI no es nada cómoda. El miércoles, cuando termine sus entrevistas con los responsables políticos –no acudirán ni ERC ni Bildu, como en la anterior legislatura-, deberá proponer a la presidenta Ana Pastor el nombre de un aspirante a someterse a una sesión de investidura. ¿Le volverá a decir Rajoy que no, como el 22 de enero, si no cuenta con más apoyos de entrada? ¿Propondrá el rey su nombre o evitará un posible nuevo 'feo'?

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