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Eloy Campillo Identifican en una sima los restos de Eloy Campillo, el exalcalde de Sotres 

Junto al cadáver del guarda de los Picos de Europa, han aparecido los huesos de una niña de 10 o 14 años.

Sima en la que se hallaron los restos de Eloy Campillo. Foto: Despacho jurídico y pericial Rodríguez Palomares / EP

EFE / EP

Un grupo de espeleólogos encontró de manera fortuita hace más de un año en el fondo de una sima en los Picos de Europa unos restos óseos que, según los análisis de ADN, pertenecen a Eloy Campillo, el guarda forestal y pedáneo de Sotres (Asturias) desaparecido en 1945.

Los restos fueron localizados en el interior de una torca, denominada La Topinera, en la zona oriental de los Picos de Europa (macizo de Andara), ha informado este domingo en un comunicado el despacho jurídico que se ha ocupado de los aspectos legales de la localización e identificación del desaparecido, Rodríguez Palomares.

Según relata, tras el hallazgo, a finales de agosto de 2018, los espeleólogos informaron a la Guardia Civil y, dos días después, el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) organizó el descenso y recogió, entre los numerosos huesos que había en la sima, tres trozos de un correaje de cuero junto a 24 restos óseos y una pieza dentaria con posible apariencia humana.

Cuando la familia de Eloy Campillo tuvo conocimiento del hallazgo se personó en las diligencias previas instruidas por el Juzgado de San Vicente de la Barquera.

El análisis de los restos desveló que pertenecían a un varón, de talla aproximada a la del desaparecido y con una edad biológica de entre 30 y 40 años, compatible con la del guarda de Sotres, a punto de cumplir 31 años cuando desapareció.

Seis meses después de conocer los primeros datos llegó la confirmación de que el contraste de las muestras de ADN de su hija Mercedes Campillo con las de los restos óseos recogidos daba una probabilidad de paternidad del 99,99999996 %, explica el despacho jurídico.

Mercedes es la única superviviente de los cuatro hijos de Campillo, quien según las investigaciones del historiador Antonio Brevers falleció de un disparo el 24 de abril de 1945 y sus restos fueron arrojados a una sima, dos días después de la embocascada de Pandébano, en la que resultó muerto el jefe guerrillero Ceferino Roiz Machado.

Los guerrilleros fueron cercados por la Guardia Civil en Pandébano después de tener conocimiento, por una confidencia, de que iban a reunirse en una comida con vecinos para celebrar la inminente caída de Berlín.

Uno de ellos, Gildo, que no había acudido, oyó los disparos desde su escondite en Sotres, fue en ayuda de sus compañeros y comenzó un tiroteo en el que murieron dos guardias.

Según las investigaciones de este historiador, las sospechas se centraron en Eloy, que defendió su inocencia hasta el último momento y reconoció que en confianza había hablado de la fiesta con un compañero del coto de Picos de Europa.

Una vez cerrada la vía judicial, la familia del guarda desaparecido ha solicitado la recuperación de sus restos, de conformidad con la Ley de Memoria Histórica.

La familia ha informado también al vicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga, y a la directora general de Patrimonio y Memoria Histórica, Zoraida Hijosa, que, según el despacho jurídico, están estudiando la gestión de los permisos administrativos y las posibles medidas de apoyo logístico e institucional que puedan prestar.

"Todo ello en coordinación con el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña y la Fundación Espeleosocorro Cantabria, dadas las especiales dificultades que representa realizar una intervención antropólogo-forense en el fondo de una sima a una profundidad de 180 metros", añade.

Restos del cuerpo de una menor

El estudio arrojó también un "descubrimiento inquietante", según el despacho Rodríguez Palomares, el fémur correspondía a un segundo individuo, inmaduro, probablemente adolescente, de entre 10 y 14 años, cuyo estudio genético determinó que era una mujer.

Los datos de ADN de la menor fueron introducidos en la base de datos nacional sobre desaparecidos sin conseguir detectar coincidencia genética con ninguno de los perfiles registrados.

Respecto a la posible data de su muerte, señalaban entre 20 y 25 años, aunque el informe aclaraba que debido a que el proceso de degradación se había producido en el interior de una cueva, en condiciones ambientales constantes, la fecha de la muerte podía estar mucho más alejada en el tiempo.

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