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La "estrambótica operación" política
de Susana Díaz hunde
a Pedro Sánchez

Toda actuación del secretario general socialista queda diluida por el debate sobre un supuesto cambio de liderazgo que dejaría al PSOE muy tocado, en una estrategia que parece calcada a la que desbancó a Josep Borrell.

El lídel del PSOE, Pedro Sánchez, en su escaño durante el pleno del Congreso. EFE/JuanJo Martin

MANUEL SÁNCHEZ

MADRID.- Lo que parece que está pasando en el PSOE recuerda, en algunos aspectos, a aquella operación orgánica contra Josep Borrell para desbancarlo del liderazgo del partido, a pesar de haberle ganado las primarias a Joaquín Almunia para ser candidato a la Presidencia del Gobierno.

El aparato, es decir, el poder orgánico que manda en el PSOE, decidió que Borrell no era quien les convenía, pese a lo que hubiera dicho la militancia, y les duró un año como líder.

Ahora todo indica que la historia se repite con algunos personajes que ya estuvieron en la anterior operación (José Bono, Felipe González), otros nuevos (José Luis Rodríguez Zapatero, José Blanco) y algunos barones socialistas que bailan al son que toque Susana Díaz.

Entre ellos han decidido que sólo seis meses después de que la militancia socialista votara a Pedro Sánchez como secretario general del PSOE (bien es cierto que también ganó las primarias porque así lo decidió el poder orgánico, lo que no pasó con Borrell) no les sirve como candidato a la Presidencia del Gobierno.

Y, entre ellos, han decidido que debe ser la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, quien pase Despeñaperros y venga a salvar al PSOE en las elecciones generales.

Sin embargo, el calendario electoral, la supuesta maniobra política o los resultados que ésta pueda dar, dibujan una “operación estrambótica, que podría dejar al PSOE muy tocado”, en opinión de un destacado dirigente socialista que apoya a Sánchez y ve disparatada la situación.

Lo que al parecer se pretende por los incondicionales de Susana Díaz es, en principio, el adelanto electoral de las elecciones andaluzas al mes de marzo. El objetivo es que Díaz suba a Madrid con una victoria electoral (hasta ahora no se ha presentado a nada como cabeza de lista) que le dé más legitimidad.

La hipótesis de partida es una victoria ajustada de Díaz en las elecciones andaluzas y un descalabro del PSOE en las autonómicas y municipales 

Pero esto tiene sus riesgos. Se supone, según las encuestas, que el PSOE volvería a ser el partido más votado en las elecciones andaluzas, aunque en ningún caso llegaría a la mayoría absoluta. Esto conllevaría volver a negociar con Izquierda Unida o, probablemente, con Podemos. Incluso con los dos partidos,  de forma que la cacareada estabilidad política por la que se justifica ahora el adelanto quedaría cuestionada.

Todo ello llevaría a una supuesta investidura de Susana Díaz complicada y, posiblemente, se alargarían los plazos por las negociaciones, con lo que no sería presidenta antes de finales de abril o principios de mayo, en la hipótesis de que hubiese acuerdo. Incluso podría ser más tarde.

Esto supondría que ya estaríamos en pleno periodo electoral de cara a las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo, donde los popes de esta operación vaticinan un descalabro electoral del PSOE.

Ahí arrancaría la operación Susana Díaz, contraponiendo su victoria en Andalucía con esos malos resultados. Y aquí se barajan tres caminos: ir a un Comité Federal que está absolutamente controlado por Díaz y tumbar el liderazgo de Sánchez; convencer por las buenas a Pedro Sánchez de que tire la toalla, o buscar un pacto con él, o ir directamente a una primarias Díaz-Sánchez.

El primer camino sería dar jaque mate a las primarias, a la democracia interna y a la voz de los militantes, el segundo se antoja difícil porque Sánchez tiene decidido dar la batalla, y el tercero es el que menos le apetece a Susana Díaz, aunque posiblemente sería la ganadora.

Pero esto supondría, a su vez, que sólo un mes después de ser elegida presidenta de Andalucía lo deja todo. Dicen algunas fuentes que ya tiene pensado hasta su sustituta y cómo explicarlo a los andaluces. Pero nadie duda de que va a ser un elemento de desgaste muy fuerte para el PSOE-A y para los socialistas en general en su principal feudo. Tampoco parece importarles esto a los que impulsan esta situación.

Menos de tres meses

Y, de cuajar toda esta rocambolesca operación, Susana Díaz tendría para rescatar al PSOE de sus cenizas menos de tres meses y medio antes de la cita electoral de las generales, con el mes de agosto de por medio, más un partido donde las heridas no se van a cerrar de un día para otro.

Para los que idolatran a Susana Díaz dicen que habrá tiempo, que la lideresa andaluza será un importante revulsivo para lograr el principal objetivo del PSOE: estar por delante de Podemos y sumar entre ambos mayoría absoluta. En ese escenario, ya la ven como presidenta del Gobierno.

Pero también hay “plan b” si esto no ocurre. Situar a Díaz como líder de la oposición en el Parlamento, nombrarla secretaria general del PSOE en el 39º Congreso Federal que se debe celebrar en febrero de 2016 y afianzar su liderazgo en esos cuatro años. La pregunta que surge es si la ambiciosa presidenta andaluza tiene tan claro arriesgar un Gobierno tan poderoso como el de Andalucía, por ser diputada y líder en la oposición.

En Ferraz se mantienen firmes y aseguran que en cualquier escenario Pedro Sánchez dará la batalla porque se siente legitimado

Dicen que en Ferraz no se están enterando de nada, pero más cierto es que lo que están es asombrados e incrédulos. Admiten que el debate les está haciendo mucho daño, y que el liderazgo de Pedro Sánchez se está desgastando.

Además, la dirección federal considera que el debate es absurdo, ante las importantes citas electorales que se avecinan, y coloca al PSOE en una situación de debilidad que le puede hundir aún más.

Pero lo que aseguran en Ferraz es que seguirán haciendo su trabajo hasta el final, que Pedro Sánchez se siente legitimado y que irá a las primarias en cualquier circunstancia y frente a cualquier rival. Así se confirma lo que dijo un día el número dos del partido, César Luena, cuando se le pidió que dijera un defecto del secretario general: “Es muy cabezón”.

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