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Gabriel Rufián: "Sánchez es un Zapatero a la derecha de Zapatero"

“No vamos apoyar a quienes nos llaman golpistas”, insiste el diputado de ERC que califica de “ciencia ficción” un posible acuerdo a la valenciana. Sobre el encuentro Domènech-Iceta afirma: “Me sorprende que Iglesias crea que son 27 diputados los que tienen que decidir el futuro de Catalunya”

Gabriel Rufián, portavoz adjunto de ERC en el Congreso de los Diputados, en una imagen de archivo. 

CRISTINA S. BARBARROJA

MADRID.- Nacido pocos días antes de la comparecencia del teniente coronel Tejero en el Congreso, es nieto de trabajadores andaluces, hijo único de una pareja de izquierdas que se enamoró en un mitin de Bandera Roja y padre de un catalán de cinco años. Singular mezcla, como la del currículum de Gabriel Rufián (Santa Coloma de Gramenet, 1982), que ha sido feriante por necesidad y dependiente precario de El Corte Inglés, aunque su vocación siempre fuese la de “sentarse al otro lado de la mesa cuando te hacen una entrevista de trabajo”.

En esas estaba cuando en 2013 se incorporó a la plataforma independentista de castellanoparlantes Súmate. Y, en cuestión de dos años, pasó del anonimato a la Secretaría Nacional de la Assemblea Nacional Catalana y —cuentan que capricho de Oriol Junqueras mediante— a encabezar, junto a su inseparable Joan Tardà, la lista por Barcelona de Esquerra Republicana de Catalunya para el 20D.

Quizás de su década de reclutador de personal le vinieran la actitud seria, el tono lánguido y la pose de señor con las que se estrenó el Rufián —que dirían en su tierra— en la tribuna del Parlamento. Con discurso que no dejó indiferente a nadie —desde “tabernario” hasta “cursilería low cost”, definieron— y que supuso el salto al star system político del portavoz adjunto de ERC en el Congreso.

¿Le han dicho alguna vez que tiene usted facha de artista?

Toni Comín me llamó “torero” el otro día. Es lo más parecido.

Otros titularon ‘ha nacido una estrella’ su debut en la tribuna del Congreso.

Hay un montón de gente detrás que, durante todo este tiempo, me ha dicho: “Cuando estés ahí intenta decir esto por todos”. Es lo que humildemente intento. Y es un honor. No hay vanagloria, ni nada personal.

Tendrá celoso a Joan Tardà…

Tardà es generoso, tremendamente humano. Tardà no sabe lo que es la envidia. Es muy grande. Un crack.

Y usted un “charnego independentista”, como dijo de sí mismo aquel día.

Y lo tengo que aclarar en casi todas las entrevistas que hago: No dije “soy charnego”; dije: “soy lo que ustedes llaman charnego”, que es un término adoptado por el unionismo más reaccionario. Basta con hacer una búsqueda del término en Twitter para ver que quienes más lo utilizan son personajes como Hermman Tertsch o Urdazi. Eso es lo que quise reflejar y por eso se enfadó tanto Ciudadanos. Porque saben perfectamente que quienes nos llaman “charnegos” —y eso es lo más suave que nos llaman— son las plataformas que les rodean.

Si Rivera es Donald Trump –vuelvo a parafrasearle- ¿quién es Pedro Sánchez?

Es una especie Zapatero a la derecha de Zapatero. En nuestra reunión con él, le dijimos: “Pedro, estaría muy bien, sobre todo por tus compañeros del PSC, que te refirieses a Catalunya como una nación”. Y él se negó. Eso le sitúa a la derecha. Quizás por eso se siente tan cómodo con el pacto con este nuevo partido de derechas que es Ciudadanos.

…el “Hacendado del PP”, según usted.

Nos sabe mal, pero quien le compre el discurso centrista o reformista a Ciudadanos, se equivoca. Basta con ver las actas del Parlament durante los últimos nueve años. C´s no es el nuevo partido demócrata, como pretende. Es el Frente Nacional. Es un partido que está a la derecha del PP en un montón de cosas.

Por cierto, la que lió su jefe con su reunión ‘discreta’ con el líder del PSOE.

Forma parte de la normalidad y de lo que debería ser cotidiano en una democracia. Lo sorprendente es que sea noticia una reunión entre dos personas que son tantas cosas. Lo anormal es lo que ha sucedido en los últimos cuatro años en los que nadie ha hablado con nadie.

Al president parece que no le sentó muy bien que Junqueras no le dijera nada…

En la vorágine de Madrid estás un poco fuera del día a día de la política catalana. Desconozco si lo sabía o no. Lo que sí que me consta es que la relación entre Puigdemont y Junqueras es tremendamente buena. Eso es indiscutible.

¿Hablaron o no hablaron Sánchez y Junqueras de la investidura? Sánchez dice que no.

No tengo ni idea. En el caso de que lo hicieran, estoy convencido de que Junqueras le trasladaría lo que venimos diciendo desde el minuto uno: nosotros no vamos a apoyar a quienes nos llaman golpistas, como le dijo Rodríguez Ibarra el otro día a Joan Tardà, porque votamos una cosa que no le gusta. Nunca apoyaremos a quienes niegan la plena soberanía del pueblo de Catalunya.

¿Ni siquiera se abstendrían ante un eventual gobierno a la valenciana?

Es un escenario de ciencia ficción. Si a Pedro Sánchez se le ocurriera pactar con Podemos las llamadas de Susana Díaz, Felipe González o la señora Botín serían inmediatas. Le recordarían que el partido de orden, el partido del IBEX 35 y la vía correcta es Ciudadanos. Me parece un imposible, aunque estaría muy bien que el PSOE volviera a la senda que abandonó; que volviera a ser un partido de izquierdas.

Que Xavier Domènech y Miquel Iceta estén negociando la cuestión catalana ¿le parece?

Nos parece bien que todo el mundo hable con todo el mundo. Lo que sí sorprende es que Pablo Iglesias considere que son 27 diputados —los que suman Catalunya Sí que es Pot y el PSC en el Parlament— los que tienen que “decidir” el futuro de Catalunya, cuando Junts pel Sí y la CUP tenemos una mayoría parlamentaria de 72 diputados. Sorprende que Iglesias intente vender este relato. La solución la ha dado a la gente con una mayoría absoluta del independentismo, que es la única vía.

“Quien crea que este pueblo reculará frente a según que miserables amenazas desconoce absolutamente su actual determinación”. ¿Qué quería decir?

Me refería a la carta que el ministro Montoro envió a Junqueras; una carta zafia en la que hace una amenaza velada: recorta más, haz que tu gente padezca aún más. Estamos muy acostumbrados a que el Gobierno del Estado español utilice las instituciones, incluso salas judiciales, en contra del voto de la gente. Conocemos muy bien el Tribunal Constitucional, presidido por un militante del PP. Y conocemos perfectamente a Montoro. Estaría muy bien que, en lugar de enviar cartas amenazantes a las CCAA, se dejara de rescatar a los amigos de la banca, que ha costado 100.000 millones de euros.

¿Interpreto que interpreta la carta como una amenaza contra la determinación independentista?

Si en Catalunya gobernaran los amigos del señor Montoro no hubieran pasado según qué cosas. Cataluyna, por ejemplo, no hubiera pagado 1900 millones de euros en intereses de algo que llaman FLA, que es inaudito e indecente, es sacar un rédito económico a los impuestos de la gente. Estoy convencido también de que el TC no iría en contra del mandato popular que tenemos detrás si gobernara otra gente. Guste más o menos, incluso los no independentistas estarán de acuerdo en que el Gobierno utiliza las instituciones en contra de las instituciones catalanas.

¿Se está descafeinando el procés?

No. Estamos más fuertes que nunca. Durante los tres meses de negociación del Gobierno catalán nos decían de todo y ahora han vuelto a lo mismo. Hay una portada paradigmática de El Periódico que en aquel momento decía: Al borde del precipicio. Y el otro día titulaba: La gran esperanza con la foto de Sánchez e Iglesias. Y entonces negociábamos entre formaciones políticas aún más distantes que las que están negociando en el Estado español. CDC y la CUP no tienen nada que ver. Y se hizo. Lo importante no es ganarnos entre nosotros sino ganar un país.

Lo decía porque el jueves el Parlament dijo “sí” a la desconexión, pero con un acuerdo de mínimos…

Hay que recordar que hay una mayoría parlamentaria absoluta. Y forma parte de la normalidad, como sucede en otros países europeos, que haya pactos, no de mínimos, sino en el último momento o con matices. Nos tenemos que acostumbrar. Ojalá pasara en el Parlamento español que formaciones políticas relativamente distantes se pongan de acuerdo en pos de una meta que las trasciende.

¿Los plazos siguen siendo los que eran? ¿Cuándo se va Gabriel Rufián de Madrid... si no es dentro de veinte días?

Están pactados 18 meses. Pero siempre decimos lo mismo: estamos ante el mayor reto político del sur de Europa en muchísimo tiempo. Estamos iniciando un proceso de autodeterminación —ni más ni menos— que requiere de tiempo, paciencia, generosidad… Si son 18 meses bien, si son 20, también. Lo que está claro es que lo haremos.

¿Qué le ha pasado con Arturo Pérez-Reverte?

La agria polémica, según publicaba alguien el otro día. El que la inició fue él. Me dedicó un articulo —El caso Rufián— en el que yo era casi un Frankenstein. Se da la paradoja de que nacionalistas españoles excluyentes llaman nacionalistas catalanes excluyentes a independentistas de izquierdas, como yo. Si no te gusta que se hable según qué idioma, o se reivindiquen según qué símbolos, o se vote según qué identidad, al final el nacionalista excluyente eres tú. Hay gente como el señor Pérez-Reverte que está muy enfadada porque no entiende que aquí se vota diferente, que el PP es un partido residual y que el PSOE vaya por el mismo camino. Entiendo que desconcierte, pero se llama democracia. Que nos insultan… allá ellos.

¿Qué dice de lo del otro académico, el de “la alcaldesa que debería estar en un puesto de pescado”?

Es un reflejo de lo que es Ciudadanos. Félix de Azúa es uno de sus fundadores, un tótem de C´s. Sus comentarios, más que machistas o de derechas, son clasistas. Porque no entiende, y no le gusta, que gente como Ada Colau, que ha sido una enorme activista en pro de los derechos civiles y sociales, llegue a instituciones políticas. Tampoco les gusta que llegue gente como yo, con toda la humildad del mundo.

Gente como usted, que ha sido transportista de feria, vendedor del Corte Inglés y empleado de una empresa de Recursos Humanos.

Estudié Relaciones Laborales y un master en Dirección de Recursos Humanos. Durante 10 años he sido el tipo que se sentaba en el otro lado de la mesa para hacerte una entrevista de trabajo. Sí que es cierto que descargué camiones de hinchables de feria y trabajé como dependiente durante algún tiempo. Pero porque, como muchísima otra gente, tuve que trabajar para pagarme los estudios.

¿Por Panamá no le ha dado tiempo a pasar, como a la tía del Rey?

No. No soy compi-yogui ni comparto esa fraternidad con Panamá.

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