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La Guerra Civil donde no hubo guerra 

El periodista César Calvar publica 'Tierra de conejos', una novela ambientada en la localidad gallega de Moaña que recrea los primeros días del golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936 a través de documentos extraídos del archivo del Ministerio de Defensa y de testimonios de vecinos

La novela 'Tierra de conejos', de César Calvar, reconstruye los primeros momentos de la Guerra Civil.

ALEJANDRO TORRÚS

MADRID.- En Moaña, un pequeño pueblo de Pontevedra de apenas 20.000 habitantes, la Guerra Civil duró cuatro días y no hubo nada parecido a frentes militares de lucha. Ni trincheras, ni artillería, ni bombardeos aéreos, ni operaciones a gran escala planeadas sobre un enorme tablero militar. No. El destino de este pueblo, como el de Galicia, quedó sellado en las primeras 72 horas de golpe de Estado cuando las autoridades militares decidieron adherirse al golpe de Estado. Una vez en el poder, llegó la represión: el robo de propiedades, el aceite de ricino, las palizas, los fusilamientos, las desapariciones y los cadáveres que aparecen en el mar. 

Pero Moaña no fue excepción de nada y sí regla de casi todo cuanto aconteció desde el golpe de Estado militar de aquel 18 de julio. Al menos, en la retaguardia franquista. Ahora, ochenta años después, el periodista y redactor jefe de Estrella Digital, César Calvar, publica la novela Tierra de conejos (Editorial Nostrum), una historia que refleja cómo vivieron sus gentes los días siguientes al golpe de Estado militar, la inacción de las autoridades públicas, los odios y aspiraciones de los principales mandos militares, civiles, sindicales y también de Falange.

"Mi objetivo fue hacer una novela coral, que no hubiera un único protagonista. Se entrecruzan las historias personales de muchos de ellos con el cuadro de la Guerra Civil de fondo. Intento crear una especie de microcosmos de lo que sucedió en la retaguardia franquista, pero relatado desde Moaña", indica, en conversación telefónica con Público, César Calvar que hace hincapié en que no se trata de un libro de historia y sí de una novela. "Muchos de los personajes de la novela han existido y otros son recreaciones de otras personas que también existieron, pero que he preferido cambiar el nombre para preservar su intimidad", prosigue Calvar.

César Calvar, redactor jefe de Estrella Digital y autor de la novela 'Tierra de conejos'

La novela Tierra de conejos es mucho más que una ficción. Se trata de un viaje del autor, periodista con casi 20 años de experiencia, a las catacumbas del pasado familiar, de la historia de España y de los documentos que se conservan de la época. "Nací en Moaña y todo surgió a raíz de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica. Conseguí de los archivos cientos de documentos y causas sumarísimas vinculadas a mi entorno personal y como no soy un historiador, pues me decidí a escribir una novela", relata. 

Así, César Calvar da vida en la novela al jefe de puesto de la Guardia Civil en Moaña, el sargento Antonio Barroso, que leía con suma dedicación cada entrada de una enciclopedia situada en su despacho a sabiendas de que no prosperaba en la carrera militar por su falta de astucia. O del alcalde republicano José Fandiñó, que defendió el orden constitucional el 18 de julio, pero que tras la victoria de los golpistas en Galicia trató de cambiarse de bando y acabó fusilado. El cuadro continúa completándose con la vida y obras de los jefecillos locales de Falange, el salto a la clandestinidad de varios huidos y con las pasiones, dramas y dolores de los habitantes de la localidad. 

El autor advierte al lector, no obstante, de que no espere una novela neutral ni "equidistante", de esas en las que "se tiende a decir que una fue una tragedia provocada por todos y que tanta culpa tienes unos como otros". "Había un Gobierno constituido, legal, y hubo un golpe de Estado militar que provocó la guerra. No hay duda sobre eso", señala Calvar, que reconoce que con cada página de la novela ha ido conociendo un poco más la historia de su familia, pero también la de España y, sobre todo, la de la represión en la retaguardia franquista.

"Ha cambiado mi visión respecto de lo que fue la represión franquista. Había leído sobre las grandes batallas, los brigadistas, los despliegues militares, etc. Pero no abrí los ojos a otra forma de contemplar la Guerra: la represión", apunta Calvar, que recupera para su novela el discurso de Manuel Azaña, presidente de la II República, durante el 18 de julio de 1938, en el que llamaba a la "paz, a la piedad y al perdón". Calvar suscribe estas palabras y concluye: "España tiene una deuda pendiente con las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. El bando nacional reparó a sus víctimas, pero el resto siguen olvidadas", concluye. 

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