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La CUP afronta su futuro político
bajo la amenaza de una escisión

La decisión de no investir a Artur Mas ha dejado muy dividida a la formación de la izquierda independentista, que afrontará un más que probable goteo de bajas de militantes y no puede descartar algún tipo de escisión. De momento, la primera renuncia importante es la de Antonio Baños, diputado y cabeza de lista en las elecciones del 27-S

El presidente del grupo parlamentario de la CUP, Antonio Baños (c) al lado de otros compañeros de escaño. EFE

MARC FONT

BARCELONA.- ¿Se romperá la CUP? Todavía es pronto para responder a una pregunta que ahora mismo flota entre la militancia de la formación de la izquierda independentista, que afronta sin duda su momento más difícil de los últimos años. La decisión de no investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat, tomada definitivamente el domingo en la transcendental reunión del consejo político y el grupo de acción parlamentaria, ha tenido como primera consecuencia la dimisión del presidente del grupo parlamentario, Antonio Baños. Fuentes de la formación consultadas por Público han confirmado que ahora mismo no hay ningún otro diputado de la CUP que vaya a dimitir, pero se da por hecho que habrá bajas entre las bases cupaires.

En una carta de despedida, Baños, que no era militante del partido, alega que su renuncia obedece a “motivos estrictamente políticos” porque se siente “incapaz” de defender la postura adoptada el domingo. “Mi paso por la política tenia un solo sentido y objetivo: que esta legislatura fuera la de la ruptura irreversible con el Estado español y que, además, la construcción de la República se hiciera desde un proceso constituyente popular y social”, añade en su nota de despedida. El partido ha enviado un comunicado para reconocer que la del domingo “ha sido una de les decisiones más difíciles que hemos tomado nunca” y admite que “no podíamos satisfacer a todos, tampoco a toda nuestra militancia, pero para nosotros esto es sólo otra curva, la última de muchas, en nuestro compromiso firme con la independencia de los Països Catalans, sociales, feministas y ecologistas”.

Los más de tres meses transcurridos desde las elecciones catalanas del 27 de septiembre han tensado, y mucho, a la CUP. El mal resultado de Junts pel Sí -la coalición electoral de CDC y ERC-, que con 62 diputados quedó lejos de la mayoría absoluta a la que aspiraba, sitúo a los anticapitalistas en un papel clave, ya que sus diez escaños serían decisivos para investir el primer gobierno independentista de Catalunya. ¿El problema? El rechazo, en principio unánime, a investir a Artur Mas. El líder de CDC aspiraba a la reelección, a pesar de que sólo ocupó el número cuatro en la lista de JxSí, liderada instrumentalmente por Raül Romeva.

Durante la campaña, la CUP se comprometió por activa y por pasiva a no investir a Mas -el mismo Baños lo proclamó en numerosas ocasiones- pero a medida que aumentaba la presión en determinados medios y en las redes sociales, y ante la certeza de que si no había presidente antes del 10 de enero Catalunya se abocaba a nuevos comicios en marzo, una parte de la organización pasó a aceptar la reelección del político convergente. La decisión partió literalmente la CUP en dos mitades simétricas, como se puso de manifiesto en la asamblea nacional que celebró el pasado 27 de diciembre en Sabadell, en la que el mismo número de personas, 1.515, se mostró favorable y contrario a investir a Mas.

Finalmente, el empate se rompió -por un margen estrecho- este domingo, en la reunión conjunta del consejo político -que reúne a representantes de las 13 asambleas territoriales de la CUP- y el grupo de acción parlamentaria -en el que están presentes las organizaciones que formaban parte de la Crida Constituent, entre les que hay partidos como Lluita Internacionalista o Corrent Roig-. Poco después de anunciarse el no definitivo a Mas empezaron a aparecer las primeras críticas de los sectores de la CUP partidarios de aceptar el acuerdo con JxSí, entre los que ahora mismo se concentrarían las bajas más probables de la formación.

Simplificando, el proceso de debate ha puesto al descubierto las diferencias estratégicas entre los dos grandes sectores de la izquierda independentista, la que apuesta por avanzar hacia la independencia a través de la articulación de la unidad popular con movimientos sociales rupturistas -que tiene a la organización Endavant como máximo exponente- y la que en una situación como esta prioriza el llamado frente patriótico, que tiene a Poble Lliure como principal representante. El consenso mínimo era llegar a un acuerdo con JxSí, siempre que la coalición presentará un candidato alternativo a Mas a la presidencia de la Generalitat, situación que no se ha dado.

l cabeza de lista de la CUP a las elecciones catalanas del pasado 27 de septiembre, Antonio Baños, que ha anunciado hoy que deja su acta de diputado

Importantes diferencias internas

Fuentes de la CUP consultadas por Público reconocen que es difícil prever que pasará a partir de ahora, pero no niegan que la situación es complicada y que habrá militantes que abandonarán el partido. En este sentido, la diputada Eulàlia Reguant ha manifestado en una entrevista en Rac-1 que “en los próximos días, todos y todas nos iremos rehaciendo de este proceso y recompondremos todo lo que ahora ha quedado tocado”. No será fácil, porque las diferencias ahora mismo son muy importantes, y algunas asambleas y cargos electos de la CUP han llegado a afirmar que la formación ya no les representa.

Entre los ejemplos claros de este malestar destaca el caso del alcalde de Celrà (Girona), Dani Cornellà, quién en declaraciones a El Món manifestó que se replantearán “si la CUP nos sirve para tirar adelante el proyecto municipal o no”, un mensaje ambiguo que no cierra la puerta a su marcha. Lluc Salellas, concejal de la CUP en Girona y hermano del diputado Benet Salellas, apuntaba que “sabéis que desde Girona hemos trabajado internamente para otro escenario. No lo hemos conseguido. Hemos de asumir la responsabilidad”.

Eudald Calvo, alcalde de Argentona -municipio del Maresme (Barcelona), uno de los territorios cupaires más partidarios de investir a Mas-, ha lanzado su visión a través de dos mensajes en twitter. Ayer, afirmó que la “CUP no ha estado a la altura del momento. Os pido disculpas. A seguir trabajando para la independencia”, mientras que hoy ha añadido que “la dimisión de Baños le honora como persona y como político. La decepción es compartida por muchos”. La asamblea local de la CUP en Arenys de Mar, también en el Maresme, ha emitido un comunicado en el que lamenta la decisión y qué el “quién haya pasado por encima de lo más importante, la construcción de la República Catalana”.

Ni Poble Lliure ni Endavant han emitido comunicados valorando el resultado de la reunión del domingo, pero la primera organización sí que ha hecho un llamamiento a la “calma” y a “no tomar decisiones en caliente” a través de twitter.

Obviamente no todo son críticas a la decisión de no investir a Mas y, por ejemplo, el alcalde de Capellades, un pequeño municipio de la provincia de Barcelona, revindicó la “coherencia” de la formación anticapitalista e independentista. Por su parte, el miembro del secretariado nacional de la CUP Xevi Generó ha lanzado una serie de mensajes en Twitter para resumir los que, a su juicio, son los retos políticos que afronta ahora la formación, entre los que destacan “poner en primer plano la confrontación con el Estado español”, la confrontación del papel de CDC “como agente que quiere liderar y subyugar el proceso independentista a los intereses de un sector de la burguesía”, discutir la alianza entre CDC y ERC y apostar por la celebración de un referéndum unilateral de autodeterminación.

La gestión del no a la investidura será clave para determinar el futuro de la CUP y sus perspectivas electorales a corto plazo, pero parece claro que el partido habrá cambiado para siempre después de un largo debate interno que lo ha situado al centro de los focos mediáticos. Desde la formación admiten que su gestión de los tempos no ha sido la más adecuada y que no han sido capaces de combatir el relato planteado fundamentalmente por CDC, basado en que si no se aceptaba la investidura de Artur Mas Catalunya afrontaría unas nuevas elecciones y el proceso independentista se paralizaría.

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