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Juan Valdés Paz: "El descalabro venezolano es un descalabro serio para nosotros"

Pablo Iglesias entrevista en 'Otra Vuelta de Tuerka' a Juan Valdés Paz, protagonista de la revolución cubana desde el movimiento 26 de Julio hasta hoy. El programa completo se emitirá el lunes a las 22:00 horas, a través de Público TV.

Juan Valdés Paz en 'Otra Vuelta de Tuerka'.

SARA SERRANO

Arthur Miller escribía sobre una Cuba prerevolucionaria “irremediablemente corrupta, lugar predilecto de la mafia, y prostíbulo para los extranjeros". Desde 1956, el Movimiento 26 de Julio lideró la resistencia contra la dictadura neocolonial de Fulgencio Batista a través de una guerra de guerrillas urbanas y rurales. Juan Valdés Paz (La Habana, 1938), que entonces tenía 17 años, recuerda esa época como un momento de politización acelerada para toda una generación. "La lucha contra la dictadura fue una especie de aceleración histórica. Yo ya participaba en la lucha clandestina y eventualmente cai preso", señala en Otra Vuelta de Tuerka.

Tras el triunfo insurgente contra la dictadura, abandonan el país casi medio millón de personas; concurren los batistianos y la alta burguesía, pero la mayoría pertenece a la clase media y profesionales. Ese vacío en la administración del Estado fue cubierto por cuadros jóvenes. "Esa osadía de la revolución de ocupar la economía con jóvenes fue una operación prodigiosa", indica Valdés. Él mismo, contando con tan sólo 20 años y sin experiencia previa, fue convocado por la revolución para administrar una central azucarera. "Andaba por los surcos de los campos cubanos e iba leyendo a Kant como una especie de compensación", recuerda durante la entrevista.

El político cubano, vinculado a una larga vida como funcionario en la agricultura cubana, señala las sucesivas reformas agrarias como uno de los mayores logros de la revolución: "La nacionalización de la tierra producía un cambio estructural definitivo y le daba un golpe a la dependencia económica de Cuba de Estados Unidos".

Sobre el momento político actual identifica tres grandes retos para el futuro de la revolución: La sustitución de una producción agroindustrial por una sociedad de servicios; la reconstrucción de las relaciones internacionales de Cuba; y el desafío de la sucesión política a la dirección histórica. Además concluye como la suerte de Cuba está estrechamente ligada a la suerte regional: "el descalabro venezolano es un descalabro serio para nosotros".

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