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PSOE Madina tira la toalla y deja la política

"Deseo la mayor de las suertes tanto a Pedro Sánchez como al PSOE, un partido fundamental en el desarrollo de nuestro país que siempre me tendrá a su disposición", ha dicho el diputado socialista.

Eduardo Madina./EUROPA PRESS

MANUEL SÁNCHEZ

Eduardo Madina, el que fuera el “mirlo blanco” del PSOE, el hombre preferido en su día por José Luis Rodríguez Zapatero como su sustituto, tiró este viernes definitivamente la toalla y anunció, a través de una carta al Grupo Parlamentario Socialista, su renuncia como diputado y su abandono de la actividad política para iniciar una nueva etapa profesional ajena a los acontecimientos de la vida pública y del partido.

La verdad que era un decisión en cierto modo esperada tras su renuncia a defender en el 39º Congreso Federal del PSOE la ponencia política que él coordinó, su ausencia en el mismo cónclave socialista y hasta su renuncia como tertuliano de la Cadena Ser por sentirse incapaz de defender los planteamiento de Sánchez. Pocos entendían que con tales desapegos quisiera seguir amarrado al escaño, siendo miembro de un Grupo Parlamentario con cuya dirección no se siente en modo alguno identificado.

Lo cierto es que es el segundo anuncio de retirada de la vida política, porque ya expresó su deseo de irse cuando salió derrotado en las primarias de 2014 frente al ahora secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Sin embargo, a Madina le pudo el deseo de revancha y, en lugar de cumplir con las intenciones que él mismo expresó, continuó como diputado y no ahorró esfuerzos –siempre con disimulo-, en poner todos los palos en las ruedas que podía al carro ya destartalado del líder socialista.

Para ello, el temido izquierdista que asustaba a la derecha mediática y que hizo a Susana Díaz apoyar a un Pedro Sánchez que ni conocía ni le gustaba, se transformó en un fiel aliado de quien le traicionó, compartiendo planteamientos absolutamente alejados a los que defendía Madina cuando se presentó para liderar el PSOE en 2014.

Sus fieles y admiradores, que los tenía y en gran número, no se reconocían en el nuevo Madina sumiso a los planteamientos de la lideresa del Sur. Desapareció el Eduardo Madina que llenaba los actos y emocionaba con sus discursos y, la mejor prueba de ello, es que hasta la militancia le dio la espalda en los mítines en los que participó en la campaña de primarias en favor de Díaz, que fueron absolutamente minoritarios e intrascendentes.

Quienes mejor le conocen dicen que nunca superó la derrota frente a Pedro Sánchez, que le ha estado carcomiendo todos estos años. Madina nunca pudo entender que una persona que considera la antítesis de sus ideas e, incluso, de las del propio PSOE, pudiera haberle superado en esas elecciones.

Su carácter pusilánime le hizo no atreverse a dar el paso en esta ocasión, pero vio la oportunidad de oro de la venganza en la figura de Susana Díaz. Se volcó en su campaña, se puso a total disposición de la presidenta andaluza y se centró en preparar la ponencia política. No podía suponer que, por segunda vez, iba a fracasar en su intento, que lo que estaba previsto y bien atado no iba a salir de nuevo, y que su odiado Pedro Sánchez volvía a liderar el PSOE.

Además, su credibilidad política estaba por los suelos no sólo por su cambio de discurso, también por no querer ir de diputado por el País Vasco y su pelea por conseguir un puesto de salida en las listas de Madrid. Todo ello se reflejó en el ridículo número de avales y, posteriormente, de votos, que logró Susana Díaz en Euskadi.

Madina, en el último día hábil del actual periodo de sesiones, dio el paso que muchos no entendían por qué se resistía a dar. Comunicó a Margarita Robles que a partir de septiembre dejaría de ser diputado y emitió un comunicado políticamente correcto en el que el dirigente vasco afirma: “Representar a una parte de nuestra sociedad a través de las razones de la socialdemocracia ha sido el mayor honor que me ha concedido el PSOE y todos aquellos ciudadanos que confiaron en mí”.

Asegura que desea “la mayor de las suertes tanto a Pedro Sánchez como al PSOE” y garantiza que siempre estará a disposición del partido, “porque sus principios y sus valores seguirán siendo los míos, y como siempre han hecho, continuarán guiando mi vida”.

Igual de políticamente correcto fue el Grupo Socialista que, a través de un tuit respondió: “¡Te deseamos toda la suerte del mundo! Gracias por todos estos años en el Grupo Socialista, por tu talento y tu trabajo”.

Y, de esta forma tan políticamente correcta, un caluroso viernes de julio, quien en su día fuera el “elegido”, quien más querían y apreciaban sus propios compañeros para volver a llevar al PSOE al Gobierno aunque luego no le votaron, tiró la toalla de su tormentosa vida política. ¿Definitivamente?

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