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Marimar Blanco: "Siempre me ha tocado ir de sufridora"

Es la numero 14 de la lista del PP por Madrid, a la que el CIS da entre 13 y 14 escaños. La hermana del concejal de Ermua asesinado por ETA dice no importarle quedarse fuera: “Seguiré al frente de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, que es lo que verdaderamente me apasiona”.

Marimar Blanco figura en el puesto catorce de la lista del PP al Congreso por Madrid. / EFE

CRISTINA S. BARBARROJA

“No es mi primera campaña, he hecho un montón de campañas de pueblo y esta la estoy disfrutando muchísimo. Me encanta estar con la gente. Me gusta mucho hablar”. Y es cierto. No para Marimar Blanco, entre besos y posados para los móviles de los convidados a la copa del PP de Rivas Vaciamadrid.

Cuesta encontrar en los corrillos a la parlanchina, con cara de princesa Disney, que se deshace en elogios cuando la parroquia le cuestiona sobre el presidente: “¡Le tengo muchísimo cariño!”, exclama. “Es una persona sencilla, humana. Como lo vimos en el programa de Bertín Osborne es como de verdad es Mariano Rajoy”.

Dice desconocer si fue de él la idea de incluirla en la lista por Madrid. “Un verdadero honor”, confiesa la todavía presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, que sí rechaza ser el instrumento del PP para acercarse a ese colectivo. “El PP siempre ha estado con las víctimas, vayan o no en las listas”

Pero iban sobrados en el Comité Electoral si pensaban que el 14 era puesto seguro de salida. Según el CIS, baila el escaño de Blanco, que sin embargo suelta una risotada cuando le mientan la bicha. “La verdad es que ya me apetece ir en plan cómoda pero, oye, qué le voy a hacer. Me toca estar de sufridora, siempre me ha tocado ir en las listas de sufridora”.

Le ocurrió en 2012 cuando perdió su escaño en el Parlamento Vasco. Iba la sexta por Alava y entraron cinco que, por cierto, estuvieron dispuestos a renunciar al acta de diputados en favor de Marimar. Ella rehusó la generosidad para seguir dedicándose a la FVT, que es lo que hará si el 20D se vuelve a repetir la película.

“Es un cargo que desempeño sin cobrar un céntimo. Lo hago porque lo siento y porque es lo que verdaderamente me apasiona, no para beneficiarme económicamente. No critico a quien lo haga, pero es mi forma de pensar. Si salgo, cuando se conforme el nuevo Gobierno, haremos una transición para la elección de un nuevo presidente o presidenta”.

En lo que, de momento, no tiene dudas la vasca, es que no se mueve de Madrid donde reside desde hace 18 años; desde que ETA asesinó a su hermano, el concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. “Allí, aunque la gente estuviera con la víctima, no se acercaba por miedo. Cuando llegué a Madrid la gente me paraba, me tocaba. Yo me asustaba; no porque no quisiera tanto cariño, sino porque no estaba acostumbrada”

Hará una excepción, como cada Navidad, para estar con sus padres en Vitoria. “Son fechas muy complicadas. Mi madre dice que por ella no cenaría; mi padre se sienta a la mesa y lo primero que hace es llorar”. Ella dice que que todavía siente “rabia y dolor” pero que es fuerte por sus hijas: dos niñas de trece y diez años que cada mañana, durante las últimas semanas le preguntan: “Mamá: ¿dónde toca hoy?”

Hoy tocaba Rivas. Mañana se verá. Quizás el escaño, quizás un hueco en el Ministerio de Interior. “No, no, para nada”. Y repite otras cinco veces el “no”. “Mentiría si dijera que no me gustaría seguir ligada a la defensa de los derechos y las libertades y a todo lo que tiene que ver con las víctimas del terrorismo, pero estaré donde me digan que tengo que estar”, termina.

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