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Misterios monclovitas

GONZALO LÓPEZ ALBA


En el prefacio de tinta aún fresca con que arranca el III Libro del Nuevo Testamento socialista, que cronológicamente se corresponde con el segundo mandato presidencial de José Luis Rodríguez Zapatero, se puede leer que hay algunas verdades indubitables -una de sus primeras resoluciones fue tener más ministras que ministros-, varios misterios y un solo dios verdadero.

El dogma socialista se ha visto santificado en las urnas al cabo de ocho años, que estuvieron precedidos del propósito de escarnio al que fue sometido Zapatero durante el cuatrienio del Genésis y del estupor ante el Advenimiento que abarca el cuatrienio siguiente, antecedentes que explican en gran medida el desconcierto en el que se ha sumido la derecha ante la consolidación de lo que creyó un fenómeno tan accidental como pasajero.

A Zapatero, cuyo dedo se alarga hasta las profundidades del organigrama gubernamental, le ha acompañado el aliado imprescindible de todo triunfador que es la suerte, pero si alcanzó el vértice desde el que apacienta su rebaño con el maná del poder es porque desde su infancia política supo -a la par y en las dosis adecuadas- cultivar y guardar en secreto esa íntima ambición, como hace ahora con sus planes de futuro, que encierran la explicación de buena parte de los misterios que envuelven la remodelación del Gobierno.

Primer misterio. La caída de Caldera

Su salida ha sido la gran sorpresa, no sólo por haber sido el primer aglutinador de Nueva Vía -el grupo que aupó a Zapatero- y luego su ariete en la oposición, sino porque, hasta que convocó las elecciones, el presidente no dejó pasar ocasión de ensalzarlo como 'el ministro con mejor gestión', amén de ser el impulsor de las reformas de mayor calado transformador, como las leyes de Igualdad y de Atención a la Dependencia. Con este bagaje y a falta de otra explicación menos simple que aquella que dice 'no encontró encaje para él en la nueva estructura', entre los dirigentes socialistas es compartida una sospecha: 'Algo ha tenido que pasar entre ellos'.

Lo niegan tanto Caldera como fuentes próximas a Zapatero, quien le argumentó que crear una gran factoría de ideas que convierta al PSOE en el referente ideológico del socialismo europeo 'es una tarea más importante que estar en el Gobierno' y 'un legado' que quiere dejar al partido cuando se vaya. El presidente, que manejó como alternativa -aunque no se lo llegó a plantear- que su destino fuera la Organización Internacional del Trabajo, tenía la decisión tomada desde antes de Semana Santa, pero no le dijo nada hasta la víspera de anunciar públicamente su nuevo Gabinete. Durante la hora y media larga que tuvieron de charla, elogió como 'extraordinaria' su labor ministerial, pero ni le ofreció otra cartera ni le dio otra explicación del cese. Caldera tampoco las pidió

Segundo misterio. Rubalcaba, fuera de juego

Alfredo Pérez Rubalcaba es el otro gran perdedor de la remodelación. Aunque asegura que sólo aspiraba a 'salir del infierno' del Ministerio del Interior, intentó sin éxito arrancar a Zapatero una Vicepresidencia tercera para Asuntos de Seguridad, que englobase los ministerios de Interior, Justicia y Defensa. No estuvo en los entresijos de los cambios ni logró que prosperasen sus sugerencias fuera del ámbito de Interior.

Tercer misterio. De la Vega resiste los embates

A pesar de los embates, logró retener todos los poderes de su vicepresidencia, especialmente la golosa portavocía del Gobierno, pero Zapatero no sometió a su aprobación el nombramiento de Nieves Goicoechea, una respetada periodista de a pie, como secretaria de Estado de Comunicación. Suyos han sido, sin embargo, los de Miguel Lorente e Isabel Martínez para apuntalar a la jovencísima Bibiana Aído en Igualdad.

Cuarto misterio. El ascenso de Chacón

Zapatero concluyó que 'puede hacer cualquier cosa' observando cómo gobernaba el tumultuoso hemiciclo del Congreso sin dejarse arrastrar por arrebatos de enojo, como le ocurría con frecuencia a un veterano como mo Manuel Marín. Aun así, la sometió al rodaje de un ministerio menor y a la prueba de guardar en secreto durante un mes que recalaría en Defensa. En la balanza ha pesado también la reivindicación del socialismo catalán de asumir 'un Ministerio de Estado', su papel de bisagra entre PSOE y PSC, y su proyección de futuro.

Quinto misterio. El fichaje de Corbacho

El nombramiento tiene más enjundia de la que aparenta si se recuerda cómo Zapatero ha ido endureciendo su discurso sobre la inmigración para achicar terreno a la que fue la propuesta electoral de más impacto del PP: el contrato de integración. Los primeros estudios poselectorales indican que esta propuesta ha estado en el origen de un significativo trasvase de votos hacia el PP, y Corbacho ha gobernado durante 14 años y sin grandes conflictos de integración una ciudad en la que casi el 25% de la población es inmigrante.

Sexto misterio. El peso del partido

El jefe del partido, José Blanco, ha sido la única persona al tanto de todas las reflexiones y movimientos de Zapatero, al que ha sugerido varios nombres, pero nunca el PSOE había tenido menos representación directa en el Consejo de Ministros, donde sólo se sientan dos miembros de la Ejecutiva: Chacón y Rubalcaba. No tienen carné 8 de los 17 ministros, y eso porque Miguel Sebastián lo sacó tras el atentado de Barajas. Blanco seguirá como número dos del partido al menos hasta el ecuador de la legislatura, cuando se cumplirá la fecha de caducidad que un ramillete de ministros lleva impresa en la cartera.


Nota a pie de página. Zapatero aún conserva la lucidez suficiente para mantener en su entorno a algún pepito grillo capaz de disentir, aunque cada vez son menos.

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