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Moreno alude, tras tres años con la ultraderecha, a una supuesta pinza de Vox y PSOE para ir a las urnas como moderado

El presidente de la Junta busca situarse en el centro e inicia un camino hacia las elecciones que le permita una mayoría amplia que para hacer un gobierno en solitario, su objetivo.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, durantte su intervención en la segunda y última jornada del Debate sobre el Estado de la Comunidad en el Parlamento de Andalucía. A 28 de octubre del 2020, en Sevilla (Andalucía, España). - María José
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en un pleno del Parlamento andaluz. .–María José López / Europa Press

La pinza, una idea explotada convenientemente por el PSOE de Manuel Chaves, en la IV legislatura (1994-1996), ha sido elegida ahora por el PP, por Juanma Moreno y sus lugartenientes, y por su socio Ciudadanos, como argumento central que explique un adelanto electoral –el presidente ya ha hablado de junio y octubre– y evite los perniciosos efectos en el votante de centro –aquel del que se solía decir, en la era del bipartidismo, que decantaba la balanza electoral hacia uno u otro lado– de su alianza de tres años con la ultraderecha.

La estrategia, si el PP logra imponer ese relato, le serviría también para neutralizar el viaje del PSOE dirigido por Juan Espadas, quien desde que ha llegado, está decidido a disputar el partido en estos meses hasta los comicios en ese terreno, el de la utilidad, los pactos y la moderación.

Con esta estrategia, el presidente de la Junta de Andalucía pretende cuadrar el círculo –fue el primer presidente en pactar con Vox por necesidades aritméticas, o eso o no podía gobernar, y en blanquear a la ultraderecha– y presentarse a las elecciones como un candidato centrado, representante de un partido de gestión, fuera de "trincheras ideológicas" y de ancha base social.

Así explicó el presidente andaluz esta semana en una entrevista en Canal Sur lo que para él es esta pinza: "Son dos grupos políticos que tienen coincidencias tácticas y electorales. Y quieren reventar a este gobierno. Si coge los discursos de Vox y PSOE y los escucha, sin que yo le diga quiénes son, son coincidentes en un 80%: es una crítica mordaz, ácida y feroz contra este gobierno, olvidando que hemos pasado una pandemia. Por tanto, hay una confluencia de intereses del PSOE por desgastar y tumbar este gobierno después de 40 años de socialismo y de Vox que también quieren tumbar este Gobierno, porque quieren sorpasar al PP" y a Ciudadanos.

La estrategia de la pinza solo tiene un ligero inconveniente: que es muy dudoso que exista en esta ocasión. De hecho, la IV legislatura hoy se recuerda de ese modo, como "la de la pinza" por méritos propios: en aquel entonces, Arenas y Luis Carlos Rejón, líder de IU, se dedicaron a hacerle la vida imposible al entonces presidente Chaves, quien explotó el victimismo con gran éxito electoral, entre otras razones, porque tenía serios motivos para hacerlo.

Sin embargo, ahora, el escenario es radicalmente diferente. Moreno, al contrario que Chaves, ha disfrutado de tres años bien plácidos en lo político –obviamente, en la pura gestión, ha tenido que afrontar una diabólica pandemia– solo trufados por los exabruptos de Vox, y ha iniciado un viaje en las políticas hacia la derecha –en igualdad de género, en fiscalidad, en educación, en urbanismo– de la mano de Vox, pero ha logrado, por varias razones, entre las que están, sin duda, el altavoz de San Telmo, el alivio en numerosos sectores por el cambio de aires en la presidencia de la Junta, y, también, el despiste mayúsculo de la izquierda, metida en estériles peleas cainitas, llegar sin graves desperfectos al año electoral.

Así, por un lado, Moreno, tras tres años votando casi todo en bloque con la ultraderecha, ha sido abandonado por Vox, que quiere elecciones cuanto antes para aprovechar el ciclo y ocupar el lugar de Ciudadanos en la mesa de negociación con el PP, al igual que en Madrid.

Y, por otro, el presidente y el PP –y Ciudadanos– no ha querido o no ha sido capaz de coger la mano tendida que le ofrecía –y le sigue ofreciendo– Juan Espadas para pactar un nuevo presupuesto que permitiera agotar la legislatura y aislar a Vox. No es fácil un acuerdo PP-PSOE en Andalucía, ciertamente, pero si ha habido alguna ocasión propicia para hacerlo ha sido esta. Espadas ha logrado convencer a propios y extraños de que iba en serio.

Moreno, obviamente, en cumplimiento de su estrategia, sitúa la responsabilidad en el líder del PSOE: "Hay que tomar una decisión y deciden NO. Traiga unos nuevos presupuestos. Esto roza el ridículo. Le han temblado las piernas. Han perdido una oportunidad de ser útil. Ha querido volver a las viejas trincheras del rodillo del PSOE. Probablemente, le va a penalizar".

El voto de centro y el viaje de Arenas

De algún modo, Juanma Moreno, por la vía de engullir el voto a Ciudadanos, ya sea con una alianza electoral –el runrún con una posible coalición entre PP y Ciudadanos, un Andalucía Suma sigue circulando en los mentiremos políticos sevillanos: Marín ha dejado dicho este viernes que quiere ser "prudente" y que hay "dos partidos diferentes que se han entendido muy bien"–, ya sea por la mera inercia de las cosas –Ciudadanos es un partido en descomposición–busca culminar el viaje al centro político que inició Javier Arenas en los años 90.

Así, por ejemplo, lo manifestó Moreno esta semana en la RTVA: "Hay una mayoría de andaluces que vivimos en la zona templada, personas que quieren entendimiento, moderación y una manera de hacer política alejada de la confrontación, que quieren un gobierno estable y serio para lo que viene. Estoy en condiciones de construir esa nueva mayoría. No aspiro a pactar con el PSOE ni con Vox. Esa es mi aspiración. Podemos alcanzar una mayoría suficiente para gobernar con pactos puntuales, si acaso, con las fuerzas políticas, pero sin gobierno".

Un partido transversal con capacidad de sacar votos entre los trabajadores y también en la Andalucía rural, un territorio durante años prácticamente de monocultivo de las izquierdas –aún hoy entre PSOE, Podemos, IU y Adelante superan con creces los 550 alcaldes y alcaldesas: en la Comunidad hay 780 municipios– han sido los dos grandes objetivos del PP en Andalucía desde hace años, desde que Arenas se dio cuenta de que solo con los votos de la derecha nada iba a poder hacer.

Arenas, el alma mater del PP en Andalucía, es el único líder de la derecha que hasta ahora ha logrado ganarle unas elecciones al PSOE, en el año 2012, cuando el PP sacó 50 escaños y fue la primera fuerza –no pudo gobernar porque los socialistas cerraron un gobierno de coalición con IU, dirigida entonces por Diego Valderas–. Ese viaje de Arenas, quien acabó por apoyar la reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía, es el que quiere ahora culminar Moreno con una victoria.

El presidente Moreno logró serlo con uno de los peores resultados del PP en Andalucía. Sin embargo, el desempeño de Ciudadanos, que sacó 21 escaños por los 26 del PP, y la irrupción de Vox, unida a la deserción de la izquierda tras el desencanto de la corrupción, el desgaste de 37 años de Gobiernos consecutivos y del viaje frustrado de la expresidenta Susana Díaz a Madrid, le dieron a Moreno, contra pronóstico –"tuve suerte", reconoció él mismo–, la presidencia de la Junta.

Uno de los ejes de la política de estos tres años del Gobierno de Moreno ha sido trabajar un flanco relevante: que muchos andaluces pierdan el miedo a votar al PP. ¿El gran objetivo? Rematar lo que empezó por sorpresa en diciembre de 2018: que Andalucía forme parte de un cambio de fondo –no cosmético o coyuntural– y deje de ser un feudo del PSOE y de la izquierda para empezar a serlo del PP y de la derecha, y que no suceda como en Extremadura y Castilla La Mancha, lugares donde los socialistas volvieron al Gobierno en una legislatura.

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