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Pacto PSOE Podemos De la calle al ministerio en ocho años: así ve el 15-M el pacto de Unidas Podemos con el PSOE

¿La formación morada aún conserva rasgos del 15-M? Voces protagonistas en la construcción de las asambleas que marcaron a una generación valoran los avances de Podemos, que ocho años después podría llegar a la vicepresidencia del Gobierno. 

Pablo Iglesias en un mitin de Podemos en la Puerta del Sol, lugar donde se originó el 15-M.

“Las cosas importantes no salen a la primera”, decía Irene Montero durante la última campaña electoral. Con estas palabras pedía calma al votante progresista, algo propenso a rasgarse las vestiduras. La futurible vicepresidencia de Pablo Iglesias y los ministerios a los que opta Unidas Podemos demuestran cuan necesaria es la paciencia para el culmen de un proyecto.

Tras la acampada del 15 de mayo de 2011 ni el más optimista auguraba que un partido nacido de esas protestas tendría representación en el Consejo de Ministros. Ocho años y medio después de que las plazas de España pidieran un cambio, voces protagonistas durante el 15-M valoran el trayecto, aunque son recelosos a ver el acuerdo como el cénit del proceso.

“En realidad, el ciclo del 15-M se cierra cuando aparece Podemos”, opina Carlos Paredes, exportavoz de Democracia Real Ya!, una de las plataformas más implicadas en el auge y difusión del movimiento. “Tras su fundación se abre un segundo ciclo, que es la institucionalización del 15-M. Si se confirma el Gobierno, se abrirá un tercer ciclo”, analiza, en relación a la investidura de Sánchez, pendiente de los apoyos necesarios. Pese al recelo que le suscita Podemos, al mirar los acontecimientos con perspectiva, reconoce que jamás esperó que aquellas manifestaciones lograran una representación tan determinante: “Ayudé a montar la primera manifestación del 15-M y el objetivo era conseguir que viniera alguien, para nada se pensaba en algo tan grande", asegura.

Lara Hernández, responsable de convergencia de IU.- JAIRO VARGAS

Lara Hernández en una imagen de archivo. JAIRO VARGAS

“Han pasado ocho años, pero han parecido ochenta”, valora entre risas Lara Hernández, que colaboró como portavoz de Acampada Sol, origen de todo. ”El objetivo era el de abrir un nuevo horizonte de posibilidad para una generación”, rememora. Sin embargo, la energía desprendida en las plazas tuvo una contrarreacción inmediata que puso a prueba el movimiento. Las mayorías absolutas de Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy ese 2011 dieron por finiquitado el añorado cambio. “Fue la demostración de que cualquier transformación requiere tiempo. Ninguna democracia occidental ha cambiado en quince días y los ciclos históricos llevan su proceso. Fue un impulso a seguir trabajando. Ahí, el 15-M abandona las plazas y se va a los barrios”, concluye Hernández.

Eva Muñoz, que formó parte de Juventud sin Futuro, identifica reformas indestructibles gracias a las acampadas en Sol: “Este Gobierno y el fin del bipartidismo no serían posibles sin el 15-M, pero tampoco era el objetivo, porque lo que pretendía era una transformación social”. En cambio, hay quienes incluso niegan la relación entre el partido morado y el movimiento asambleario, como es el caso de Mai Gredilla, parte de la Asamblea Austrias durante las protestas y actual integrante de El Salto: "Para mí, Podemos no es sucesor del 15-M, es un partido que estaba en otros movimientos sociales y que aprovechando el momento hace suyas las proclamas, pero no son los herederos", declara. 

Ataque y resistencia

"El camino de Unidas Podemos es el camino de una resistencia tremenda"

“Los desobedientes demostraron que era posible hacer política en el escenario global sin ser un partido, que se puede estar en el centro de los debates sin dejarse cooptar por el sistema representativo”, escribía el propio Pablo Iglesias en su ensayo Desobedientes, en la que se deshacía en halagos al 15-M. La resistencia ha sido una de las herencias que el movimiento popular acabó por trasladar a Podemos, además de algunas señas de identidad que sirven para reconocer en la formación aquella primavera de 2011. El 15-M fue tildado de terrorista y fue retado a presentarse a unas elecciones. Podemos terminó por asumir todos esos ataques, por lo que se puede encontrar un ADN común de resistencia al enfrentamiento contra la derecha.

Aunque no será la primera experiencia en gobiernos, la responsabilidad de La Moncloa adquiere otra dimensión. Guillermo Zapata, concejal de Ahora Madrid durante su única legislatura, también formó parte del germen del 15-M: “Aquello transformó la sociedad mucho más de lo que pueda concretarse en cualquier modelo de Gobierno. Superó el arco parlamentario, como lo hacen ahora el feminismo o el cambio climático. Llegar hasta lo de ahora era inimaginable, y más aún a partir de lo que pasó tras las elecciones de 2015, cuando el PSOE, en lugar de tener una reacción progresista, se plegó en favor del régimen. El camino de Unidas Podemos desde ese momento es el camino de una resistencia tremenda, y creo que la vicepresidencia tiene más que ver con eso que con otra cosa”, declara.

Zapata, que tras tres días como delegado del Área de Gobierno de Cultura y Deportes, dimitió por la polémica generada por unos tuits humorísticos, asegura que los envites que se preparan para Unidas Podemos serán difíciles de soportar: “La reacción va a ser muy fuerte, y como creo que pasó en otros momentos, muy exagerada e hiperbólica, pero ya hay una experiencia desde eso y la sociedad está preparada para absorber esa lógica de propaganda”, confiesa sin dramatismo. Por si acaso, y en preaviso a los votantes, el mismo Iglesias ha reconocido ya que de configurarse el Gobierno, tendrá que ceder en algunos aspectos

Herencia y olvido

¿Se ha diluido algún pilar del 15-M en el actual Podemos? Muchos ponen el foco en los métodos de participación y transparencia: “Es la gran carencia de todos los partidos. El 15-M era muy participativo, todo lo opuesto al hiperliderazgo, que genera escisiones. Un vecino bajaba a una asamblea y podía dar su opinión”, arguye Paredes.

"El 15-M nos hizo reconectar con nuestro propio país"

"Los presupuestos participativos de Ahora Madrid o la democracia interna de Podemos saben a poco, aunque sin duda serían imposibles sin el 15-M", critica Muñoz. "Entiendo que son procesos largos que llevan su tiempo, pero Podemos los ha dejado de lado. Modificar la estructura de Estado es un proceso mucho más largo y lento". Zapata, en cambio, resta importancia a la relación entre el partido y el movimiento: "Reconozco que no me preocupa si queda algo del 15-M en Unidas Podemos. Lo que queda es la vivencia generacional, que nos hizo reconectar con nuestro propio país. Se instaló una hipótesis de victoria, ya no éramos la voz ronca que decía verdades pero no podía cambiar nada".

El peligro es que todos elementos que aún conserva Podemos originales del 15-M se diluyan por la lógica parlamentaria o por la presión del PSOE hacia el centro: "El mensaje original va a diluir, seguro, aunque la pregunta es cuánto. Dentro del Partido Socialista hay personas que mirarán por el bien de ciertas multinacionales. Va a haber tensión y no tengo muy claro que se pueda mantener el gobierno", asegura Paredes. Hernández, en cambio, pasa la pelota al tejado de los de Pedro Sánchez: "No creo que dependa al 100% de Podemos, tendrá que venir acompañado de la presión de la calle. Al ser un riesgo, es necesario que haya movimientos populares que le recuerden qué son y a dónde van, aunque yo creo que el que va a tenerlo complicado es el PSOE", dice en relación a las tensiones internas de un partido que tiene voces que prefieren acercarse a Ciudadanos o incluso al Partido Popular antes que a Pablo Iglesias. 

Cuando la indignación llenó las plazas, el pueblo se adelantó a la política, ya que Podemos tardó unos pocos años más en irrumpir en los comicios europeos de 2014. La exigencia de los movimientos sociales requiere una renovación constante y para la formación morada siempre ha sido un reto representar el calor de la calle, ya sea feminismo, crisis climática o la uberización del mercado laboral. Ha pasado casi una década, pero los quincemayistas consultados aun perciben en Podemos el enfado, el hastío y el hartazgo que provocó la crisis económica en la ciudadanía.

“Lo que ha permanecido es no volver a entender la política en dos bloques y dos partidos. Uno de los mayores focos era el turnismo, y parece que al menos por ahora, se ha acabado”, asevera Muñoz. Paredes, en cambio, aún aprecia medidas concretas: “Me gusta pensar que aún queda una cierta reivindicación de derechos, más justicia social, una serie de reconocimientos a las minorías... Aunque corren un alto riesgo de naufragar por consecuencia del método político que se aplica: si la democracia es poner una papeleta cada cuatro años y el resultado da patente de corso al vencedor, lo lógico es que te terminen gobernando corsarios”.

Lara Hernández concluye con optimismo pero se vacuna ante la decepción por las expectativas generadas, aunque al analizar el recorrido completo, tilda de éxito el panorama actual: "Queda la esperanza de saber que al final todo se puede lograr. En Podemos queda eso, que los cambios no se consiguen a la primera, pero que hay que conservar la esperanza y no rendirse, aunque no tenemos que sentirnos satisfechos con esto. Todo gobierno de izquierdas necesita una calle movilizada". 

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