MADRID.- El líder del PSOE, Pedro Sánchez, empezó su liderazgo en el PSOE lanzando su imagen y sus mensajes en medios poco usuales. Acudió a El Hormiguero, al programa de Javier Calleja subiéndose a un aerogenerador y hasta hizo una polémica llamada telefónica en directo a Sálvame.

Aunque muchos otros dirigentes políticos siguieron después sus pasos, estas actuaciones le supusieron un aluvión de críticas políticas y mediáticas, acusándole de frivolidad y de no estar a la altura de un líder político, lo que le llevó a una retirada casi completa de este tipo de programas.

Sin embargo, a las puertas del inicio de la campaña electoral, Sánchez parece dispuesto a quitarse los complejos y volverá a estar presente en medios de comunicación poco habituales para un político, pero que tienen su importante audiencia o un público al que es difícil llegar de otra manera.

Así, la edición de este mes de la revista Harper's Bazaar muestra a Pedro Sánchez ejerciendo de modelo y, además, la publicación viene a rememorar con una fotografía a toda página del líder socialista una portada protagonizada por el actor Steve McQueen, cuando era uno de los hombres más atractivos de la época, intentando comparar su sex appeal con el de Sánchez.

Esta publicación, que según el EGM tiene unos 94.000 lectores, está dirigida fundamentalmente a mujeres de importante poder adquisitivo interesadas en el mundo de la moda y la belleza.

Pero Sánchez no se va a quedar ahí. También ha confirmado su presencia en el programa de Bertín Osborne llamado En la tuya o en la mía, que es líder audiencia la noche de los miércoles y, hasta ahora, dedicado más a personajes de la llamada prensa del corazón. La entrevista se emitirá en breve.

Y, además, también ha aceptado ser entrevistado, junto a los candidatos de Podemos y Ciudadanos, en la revista de moda femenina Vogue de este mes de diciembre.

Sánchez y su equipo vuelven así a su convencimiento inicial de que un político debe estar en todas partes y sin complejos. A un mes de las elecciones, se la van a jugar el todo por el todo. La vieja política de los mítines y los pabellones con militantes ya tiene poco glamour.