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Los quince días en los que Pedro Sánchez se hizo líder del PSOE

El golpe de mano en Madrid, su reunión con los líderes socialdemócratas europeos y su actuación en el Debate del estado de la Nación han consolidado su candidatura a la Presidencia del Gobierno

Pedro Sánchez, durante su reunión con Lula da Silva en Sao Paulo. EFE

MANUEL SÁNCHEZ

MADRID.- Alfredo Pérez Rubalcaba solía decir que quince días en política son un mundo. Y parece que no le faltaba razón. A quienes veían a Pedro Sánchez hace poco más de dos semanas como un boxeador a quien sólo le quedaba “besar la lona” en mayo, ahora lo ven como que tiene “pegada”, “encaje” (que es más importante) y aguanta en pie en el ring.

Tres han sido los acontecimientos que se han desarrollado en los últimos quince días en los que ha virado su liderazgo. El primero, tal vez el más difícil, fue el órdago contra el PSM y Tomás Gómez. Cuentan que el secretario de Organización, César Luena, llevaba tiempo preparando la operación, pero que el líder socialista no se atrevía. Cuentan que el “baroncito riojano” se plantó, tras hacer su trabajo interno y tras saber que superaba el 60% de los apoyos en el peor de los casos. Y cuentan que le dijo al secretario general del PSOE que si había venido a cambiar el PSOE o a que siguiera como estaba. Y, finalmente, cuentan, que Sánchez dijo: adelante.

La operación se gestó con mucho temor. Los socialistas madrileños siempre dieron mucho miedo, hasta a Felipe González. Pero todo le salió a Sánchez a pedir de boca El PSM giró entero hacia Ángel Gabilondo, y, más allá de dos amenazas zafias de Gómez o la ocurrencia de la candidatura de Amparo Valcarce (Zapatero nunca entendió al PSM y jamás la hubieran apoyado en la federación madrileña), en una semana Luena y el rescatado Rafael Simancas lo solucionaron todo.

Sánchez dio un golpe de autoridad, que se vio ratificado el miércoles en la presentación de Ángel Gabilondo. El PSOE sigue siendo un partido muy piramidal, muy orgánico y muy de estructuras. Para bien o para mal, pero lo lleva en sus genes. Así funcionó ante la supuesta temible amenaza de Madrid. Si Ferraz dice esto, será lo mejor. Tal vez, Ferraz hacía mucho tiempo que no decía nada.

El segundo golpe de efecto para Sánchez, más liviano, fue la cumbre de los líderes socialistas europeos en Madrid. Abrir al lado de Felipe González y luego lanzarse un speech en inglés que obligó al ex presidente a ponerse los cascos, fue otro golpe de efecto. La cumbre socialdemócrata tuvo poco de contenido, pero fue otro espaldarazo para Sánchez en la consolidación de su liderazgo.

Pero el líder del PSOE se la jugaba, sobre todo, en el Debate sobre el estado de la Nación. Lo preparó con los suyos fundamentalmente, lo escribió él, dudó entre arriesgar o a ir a empatar. Pero, finalmente, jugó como alguien que está convencido que tiene una oportunidad, un año, un cambio.

Hizo una buena intervención inicial, y consiguió enfadar a Rajoy en su réplica, citando al fantasma que más teme el presidente del Gobierno: Luis Bárcenas. Sacar a un presidente del Gobierno de sus casillas tiene mucho mérito. Y Rajoy subió a la tribuna más que crispado. Acabó acusando a Sánchez de “patético” por no decirle que no le consentía a ese niñato sus imputaciones sobre la financiación del PP. Ahí perdió el debate. Como González despreció a Aznar cuando estaba en el Gobierno, o como Aznar hizo con Zapatero. Rajoy cometió el mismo error.

Por ello, en Ferraz se respiran nuevos aires. Se considera que Sánchez tiene consolidado su liderazgo, casi se descarta por completo la subida de Susana Díaz a unas primarias tras las elecciones de mayo. Y, además, desde la dirección se dice que si quieren poner una liebre (hablan de Chacón) al secretario general del PSOE no le preocupa lo más mínimo. Efectivamente, en quince días, la política da muchas vueltas.

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