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Rajoy hace lo contrario que Aznar con el 11-M para sacar partido electoral al "desafío" catalán

El presidente del Gobierno compra el discurso antinacionalista de FAES, pero decide hacer frente común con todas las fuerzas políticas por la unidad de España. El exlíder del PP prefirió aislarse en 2004 por un beneficio en las urnas que se volvió en contra.

Mariano Rajoy, en una imagen en directo en TVE entre José María Aznar (i) y Rodrigo Rato (d), durante su discurso admitiendo su derrota en las elecciones generales de 2004, tres días después de los atentados del 11-M en Madrid.

MADRID.- El presidente del Gobierno ha dado con un aliado casi imprevisto para su campaña electoral: el secesionismo catalán. Aunque parezca una paradoja, la velocidad de crucero que han cogido los partidos independentistas (la coalición Junts pel Sí y la Cup) para culminar el procés hacia la "República Catalana" tras conseguir sumar una mayoría absoluta de escaños en el Parlament ha supuesto para Mariano Rajoy un soplo de aire fresco en su acartonada estrategia electoral, basada sin éxito en una "recuperación" económica ajena a la mayoría ciudadana.

El líder del PP, sin embargo, está sorprendiendo a propios y extraños con la evolución de su estrategia para afrontar el "desafío independentista" al incluir a todas las fuerzas políticas no soberanistas.  Y "a todas" es "a todas", puesto que tras apostar en un primer momento por excluir a Podemos de sus conversaciones bilaterales, finalmente, hoy jueves sobre las 14:00 horas, el líder de la formación morada, Pablo Iglesias, sorprendía con un tuit que anunciaba su encuentro en La Moncloa con el presidente del Gobierno para las 16:30 horas del viernes 30.

Rajoy sostuvo el miércoles en una entrevista en la Cadena Ser a primera hora de la mañana que reunirse con Iglesias estaba descartado por estar éste a favor de la autodeterminación, el cacareado "derecho a decidir". Sin embargo, el jefe del Ejecutivo cambió de opinión en cuestión de horas al no entenderse -ni siquiera en el PP- que presumiera de apertura y unidad y excluyese a quien también rechaza la independencia.

La cuestión independentista catalana, con una mayoría ídem en el Parlament y su intención de llevar a cabo sus planes separatistas punto por punto, ha venido a salvar a Rajoy del poco éxito que su mensaje económico estaba teniendo, como demostraron las sucesivas campañas electorales desde las europeas de 2014. 

Es verdad que el líder del PP ha abrazado el duro mensaje de FAES contra el nacionalismo, tal y como demostró con sus palabras en el acto de conmemoración del 60 aniversario de la entrada de España en la ONU, donde los asistentes advirtieron la radicalización del discurso del presidente del Gobierno contra quienes tratan de atentar contra "la integridad territorial de los estados", sostuvo mientras culpaba a los separatistas de los grandes males del mundo y les auguraba un futuro de aislamiento internacional.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, este miércoles, en los jardines de La Moncloa. EUROPA PRESS

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, este miércoles, en los jardines de La Moncloa. EUROPA PRESS

Sin embargo, Rajoy ha optado por seguir la senda contraria a su antecesor, cuando en 2004, tras los atentados del 11 de marzo en Madrid, José María Aznar decidió aislarse en La Moncloa y urdir con su Gobierno una estrategia que creyó que le beneficiaría: culpar a ETA de la masacre y tratar de convencer a la opinión pública y las instituciones internacionales que cerrasen filas con el Gobierno.

En ningún momento, al expresidente del PP se le pasó por la cabeza algo parecido a una política de Estado; lejos de eso, su Gobierno y él mismo culparon a la oposición socialista de pergeñar una especie de conspiración para desbancar al PP -liderado por su sucesor, Mariano Rajoy- de La Moncloa. Rajoy perdió las elecciones en 2004 (y en 2008), pero a la vista de su acción actual y al margen del discurso de unidad de España en el que trate de incluir a todos los líderes políticos, la estrategia de Aznar no le parece ahora una buena idea.

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