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El PP no quiere despertar al votante de izquierdas desencantado tras el 20-D

Centrará su campaña en recuperar para la causa a los votantes de centro-derecha que se quedaron en casa o confiaron en C's el 20-D. El PP plantea las elecciones como un combate entre populares y podemitas. Los mensajes: la gestión económica salvó al país; menos impuestos para crear más empleo, y Podemos llevará a España al desastre.

El líder del PP, Mariano Rajoy, durante un paseo por las calles de Jerez de la Frontera. / VÍCTOR LÓPEZ (EFE)

Mariano Rajoy, ante el espejo. Detrás de él, los votantes perdidos para la causa el 20-D, bien porque se quedaron en casa, bien porque confiaron en Ciudadanos. "La clave es que aquellas personas fieles al PP vuelvan a ir a las elecciones”, dejó claro el pasado domingo Javier Arenas. “Ahí va a estar el éxito", remachó el vicesecretario general de Autonomías y Ayuntamientos del Partido Popular.

Además de la polarización de la contienda entre conservadores y podemitas, una de las estrategias de Génova para tratar de garantizarse una segunda legislatura en el Gobierno, Rajoy centrará la campaña en los electores de centro-derecha. Su equipo es consciente de que no conviene agitar el avispero de la izquierda, o sea, desvelar al aletargado votante progresista de su merecida siesta tras el hartazgo electoral, del que a ojos del PP sería culpable el PSOE.

“Va a intentar crispar lo menos posible”, cree el periodista de ABC Mariano Calleja. “El objetivo es jugar con la abstención de la izquierda y no despertar al votante más dormido y desencantado”. En definitiva, una campaña no tanto dirigida a atacar al coco de Unidos Podemos como a recuperar “al millón” de electores que no se molestó en acudir a las urnas en los comicios de diciembre, según el analista político Antón Losada.

Para lograrlo, Rajoy saldrá a partir de hoy de su reclusión voluntaria y viajará por los pueblos y ciudades de España en busca de los suyos. No lo hará como un señor de Pontevedra, sino como alguien como tú, que luce con orgullo el Marca bajo el brazo y no se ruboriza cuando le achuchan las abuelas. Entre beso y abrazo, Rajoy pretende rascar una decena de escaños en sitios como Badajoz, Lleida o Teruel, al alcance de un puñado de votos.

Actos que tendrán como escenario las plazas de pequeñas ciudades, pues el candidato busca humanizar su figura, aunque también concentrará sus energías en las regiones con más escaños en disputa, como Andalucía (en la que estará presente tres días) o Catalunya (a la que reservará dos jornadas). Además de apostar por la distancia corta, también se colará en los hogares a través del televisor, como dejó ayer patente su participación en 26J, quiero gobernar, el programa de Telecinco presentado por Ana Rosa Quintana, donde se sometió al interrogatorio de Timi, Pablito y otros mocosos.

"Oye, pues hay que considerarlo, eh", le respondió a un chiquillo que le propuso pactar con Pablo Iglesias. "Una coalición entre el PP y Podemos podría ser bastante notable", añadió con retranca. Otros niños propusieron que uniese sus fuerzas a las de Ciudadanos, algo que en Génova dan por hecho, aunque Albert Rivera exprese en público su rechazo al acuerdo. Hasta que llegue ese día, Rajoy ignorará en la medida de lo posible al partido naranja. “Está convencido de que los votos que se llevó C’s volverán tras el intento de pacto con el PSOE”, afirma Losada.

“Quiere concentrar el voto de centro-derecha y planteará el nosotros o ellos”, explica Calleja, que cubre la información de la Presidencia del Gobierno desde 2012. “Hay un matiz diferente respecto a la campaña anterior, que es dirigirse a su votante fiel, cuidándose mucho de no movilizar el voto antiPP y el de la izquierda radical”, insiste el periodista de ABC. El PSOE, en ese sentido, también quedaría fuera de la contienda, según Roberto Blanco Valdés, quien considera que los socialistas cometieron en la pasada campaña el “gravísimo error” de competir contra el PP y no contra Podemos.

El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidade de Santiago subraya que “hay dos partidos con un discurso totalmente definido”. El del PP pasa por vender la “buena gestión de la crisis” y por advertir de que un Gobierno de Unidos Podemos sería “un desastre” económico. “Un mensaje verosímil que interpela al votante”, cree Blanco Valdés, quien aventura que el PSOE rebajará el discurso regeneracionista con el exministro José Antonio Griñán y el exvicepresidente Manuel Chaves camino del banquillo de los acusados. “El primer interesado en que se hable poco de corrupción será Pedro Sánchez”, apunta.

Losada, además de las ideas de “no poner en riesgo el futuro brillante” del país y del miedo a que gobierne la coalición de Pablo Iglesias y Alberto Garzón (“¡Que vienen los de Podemos!”), añade otra: el PP, para reactivar la abstención del votante centrista y conservador, sugerirá que ya el partido ya fue castigado en diciembre, por lo que ahora es el momento de volver a casa. Y, en un ejercicio de malabares para cuadrar el déficit, prometerá una bajada de impuestos que, a juicio de los populares, estimulará el crecimiento y, a la postre, generará más empleo.

El alegato de Rajoy irá revestido de una pátina optimista y dialogante, y lo expondrá a los electores sin fruncir el ceño. “Haremos una campaña en positivo con propuestas de futuro”, explica desde Ávila Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación y cabeza de lista por esa provincia. Ya lo había anticipado el director de campaña, Jorge Moragas, cuando desveló el lema electoral: A favor. En esa línea, el vídeo de los gatos y los perros plantea: "Hacer las cosas en contra no tiene sentido en tu vida real. Tampoco tiene sentido hacerlo a la hora de votar".

Para vender proximidad y campechanía, a falta de Bertín Osborne, bueno es Pablo Motos. Rajoy será invitado el miércoles previo a las elecciones a El Hormiguero, el programa de Antena 3 por el que ya pasó la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dos meses antes de la anterior campaña. Quién sabe si el presidente en funciones también recurrirá al baile como arma electoral. En todo caso, para entonces la suerte estará echada, si no lo está ya ahora. “En seis meses es difícil que se cambie de voto, por lo que la gran protagonista va a ser la abstención”, concluye Calleja. Justo lo que pretende combatir Rajoy en la parroquia popular.

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