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Rajoy: "Nunca he sido partidario de hacer reformas de la Constitución"

El presidente del Gobierno hace campaña para el 21-D presumiendo de "firmeza", defendiendo que el 155 ha devuelto la "normalidad" y augurando un aumento de las previsiones económicas en caso de que ganen los constitucionalistas en Catalunya. Anuncia que agotará la legislatura y se volverá a presentar a la reelección.

Fotografía facilitada por la Cadena COPE, del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. - EFE

P. D.

"Nunca he sido partidario de hacer reformas de la Constitución". Así lo ha confesado Mariano Rajoy a tan sólo un día de que se constituya en el Congreso la Comisión Territorial que él mismo pactó con el PSOE como moneda de cambio de su apoyo para la aplicación del 155 en Catalunya.

El presidente del Gobierno constató así lo ya anunciado ayer por su partido: escucharán las propuestas de los socialistas, pero el PP no pretende "poner patas arriba" la Carta Magna para dar un mejor encaje a los independentistas ni tampoco para recentralizar competencias, ha prometido. "El Estado de las Autonomías ha funcionado razonablemente bien y garantiza la solidaridad entre los españoles". Al tiempo, cerró la puerta a cualquier cambio fundamental: "No puedo aceptar que la voluntad de una minoría se imponga sobre una mayoría. Estoy dispuesto a escuchar, pero no a ir contra la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles".

En una entrevista con Carlos Herrera en la Cope en la que hubo tiempo para mitinear sobre la sequía en Galicia, la defensa del cava catalán, de alimentar la teoría de la conspiración de las influencias rusas y venezolanas en el procès y hasta de minorizar la polémica de la camiseta republicana de la selección española, el jefe del Ejecutivo central sí se mostró, en cambio, dispuesto a reformar el sistema de financiación autonómica. Rajoy no respondió sobre la posibilidad de establecer un concierto económico en Catalunya similar al vasco o al navarro -"que ya existían con Franco", apostilló- pero sí dijo ser partidaro de "corregirlo si hay cosas que no están bien". "Pero que tenga el acuerdo de todos", zanjó.

También presumió de firmeza ("No fui timorato", defendió) y proporcionalidad con la vista puesta ya en el 21 de diciembre, día en que se celebrarán los comicios autonómicos en Catalunya. Por un lado, Rajoy se vanaglorió de haber cesado al Govern y haber devuelto la "normalidad" a la Comunidad. También defendió que, aunque "no siempre se hacen las cosas bien al 100%" y "nadie tiene el 100% de acierto", las fuerzas de seguridad actuaron con eficacia e independencia del Ministerio del Interior tanto el 1-O como durante la última huelga. Además, rebatió las críticas de su antecesor, José María Aznar, al afirmar que, pase lo que pase en las elecciones, "ya estamos mejor". "Esto ha servido para que todos los españoles sepan que el Estado se puede defender", sentenció.

Pero dejó en manos de los electores la responsabilidad de que la "normalidad" continúe en Catalunya. "El Gobierno ha hecho su función. Ahora le toca a la gente", dijo instando a los catalanes a acudir a las urnas para qe haya una "participación masiva" el 21-D. Rajoy reconoció que no tiene un plan B en caso de que vuelvan a ganar las formaciones independentistas, pero se mostró confiado en que no será así y, de serlo, "gane quien gane tiene que cumplir la ley".

En cualquier caso, el presidente consideró que "sería absurdo que a una persona en prisión se le hiciera conseller porque no podría ejercer su función" y, aunque prevé una campaña "victimista" de Carles Puigdemont -de quien cree que ha reconocido que "ha engañado" a la gente-, confía en que las fuerzas 'constitucionalistas' le arrebaten el poder.

Para ello, Rajoy vendió los beneficios no sólo del 155 en la actualidad, sino también de las bonanzas económicas que produciría ese cambio de poder en el Parlament catalán. "Hemos tenido que bajar la previsión de crecimiento, pero si empieza la situación de normalidad, en enero la previsión pasará del 2,3% a entre 2.8 y el 3%", auguró.

En la misma línea, defendió los intereses de los empresarios catalanes contra un posible boicot a los productos locales. "Me gustaría que todo el mundo compre productos catalanes porque, si no, el empresario catalán sufre dos veces: una por el trato de los independentistas en Catalunya y otra por el de la gente que se enfada y tampoco le apoya", mitineó. Del mismo modo,instó a las empresas 'fugadas' a volver: "Me gustaría que a partir de enero hubiera una situación de normalidad", les pidió.

Por otro lado, Rajoy arremetió contra "el proceso de las mentiras" y presumió del apoyo recibido en Europa, así como de la independencia judicial. "El presidente del Gobierno no puede ni hablar con un juez. Y cuanto más independiente sea la Fiscalía, mejor para todos", respondió al ser cuestionado por las presuntas presiones del Ejecutivo para que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, no entrara en prisión. "El presidente, le guste o no, lo que tiene que hacer es callarse y acatar las decisiones judiciales. Si todos hiciéramos lo mismo, nos iría muy bien a todos", espetó.

Por último, aseguró que, pase lo que pase el 21-D en Catalunya, no prevé adelantar las elecciones generales. "Yo soy partidario de que las legislaturas duren cuatro años. Si está en mi mano, ésta durará cuatro años", prometió. En cualquier caso, cuando llegue el momento y pese a que sus socios de Ciudadanos son partidarios de los mandatos de sólo ocho años, él se presentará de nuevo: "Yo me encuentro muy bien", concluyó.

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