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Rajoy-Sánchez Rajoy y Sánchez intentarán retomar las formas en su relación

El presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE nunca han sido afines, pero deberán entenderse tras la reunión de este jueves en la que Catalunya y el techo de gasto serán los temas principales a tratar.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en la reunión en la que el primero evitó estrechar la mano del segundo. Archivo EFE/ZIPI

El 29 de agosto de 2016. Esa es la fecha de la última reunión que mantuvieron Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y este jueves, ambos volverán a encontrarse con la intención de retomar la cordialidad en su relación o al menos unas mínimas formas protocolarias que no han existido desde entonces.

Es un secreto a voces que el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE nunca han tenido feeling y, más allá de sus diferencias ideológicas, existe cierta aversión personal que quedó demostrada en todos sus anteriores encuentros.

Las pocas posibilidades de que ambos mantuvieran una relación mínimamente institucional entre un presidente del Gobierno y el líder de la oposición se esfumó definitivamente en el debate electoral que ambos protagonizaron antes de las elecciones generales del 20-D, en 2015. Sánchez utilizó la corrupción para tildar a Rajoy de "indecente" y éste le devolvió el insulto llamándole "ruin". "Ruiz", en realidad, un trastabilleo que provocó numerosos 'memes' en su día.

Sánchez, muchos meses después, se disculpó públicamente por esa expresión, pero no consta que Rajoy haya aceptado sus disculpas porque, según personas cercanas al presidente, se sintió realmente ofendido por dicho insulto.

Sus dos últimas reuniones apenas duraron media hora

Después llegaron las primeras reuniones para la investidura. En aquel entonces era el líder de los socialistas quien intentaba formar Gobierno con Podemos y Ciudadanos. Su obligada reunión con Rajoy tampoco fue bien. Muy sonado fue el feo que el actual jefe del Ejecutivo le hizo al no querer estrechar la mano de su oponente. El encuentro, además, apenas duró media hora.

Tras la investidura fallida de Sánchez y ya inmersos en la siguiente campaña electoral, el socialista bajó el tono de agresividad con Rajoy. Pero sus gestos parece que no fueron suficientes para apaciguar los ánimos. Su última reunión, la del citado 29 de agosto, duró exactamente 20 minutos. Sánchez ya era el del "no es no", y Rajoy arremetió duramente contra su postura en la primera votación de su investidura. "Si yo soy tan malo, usted qué es, ¿pésimo?", espetó.

Tras el golpe orgánico contra Sánchez en Ferraz, tanto Moncloa como Génova optaron por "respetar los procesos internos de otros partidos" y no quisieron involucrarse en la batalla del PSOE de la que Sánchez salió victorioso. Aun así, los conservadores no ocultaban fuera de cámara que lo mejor para la "estabilidad" del Gobierno sería que Susana Díaz ganara esas primarias.

La postura del PSOE en contra de aprobar el techo de gasto del PP es inamovible

Una vez se resolvió el dilema, en el PP no tardaron ni un día en retomar los ataques contra Sánchez. Todos arremetieron, especialmente, contra su defensa de la plurinacionalidad y no les tembló el pulso en utilizar ataques personales. Incluso llegaron a mandarle al "diván" de "un psicólogo o un psiquiatra" o a tildarle, directamente, de "ignorante".

Rajoy, por su parte, fue más sutil. Utilizó la táctica de que "no hay mejor desprecio que no hacer aprecio" y rehusó llamarle e invitarle a una reunión durante casi un mes y medio. Hasta el rey se le adelantó, contradiciendo todas las tradiciones. Este jueves, por fin, Sánchez acudirá a la Moncloa.

Allí, el techo de gasto y el independentismo en Catalunya centrarán el debate. El presidente del Gobierno intentará convencer al secretario general de los socialistas para que cambie su postura y acepte aprobar la senda de déficit que se votará en el Congreso la próxima semana; una opción que no se prevé viable, a tenor de la oposición declarada de Sánchez a esta cuestión.

En el tema catalán, en cambio, sí puede haber un principio de acuerdo. El líder de los socialistas se ha mostrado dispuesto a apoyar a Rajoy para no permitir el referéndum pero, a su vez, ha exigido al Gobierno "soluciones políticas" para dicha comunidad. En Moncloa, en cambio, se han inclinado por tildar de "delirios" los planes de Carles Puigdemont y se aferran a "la ley" [La Constitución] como medida coercitiva.

Sánchez tiene un mandato de cuatro años al frente del PSOE y Rajoy quiere agotar la legislatura. Les guste más o menos, tendrán que convivir políticamente juntos todavía mucho tiempo

Con estos antecedentes, todo apunta a que las discrepancias entre ambos permanecerán tras su encuentro. Rajoy ya ha señalado en numerosas ocasiones que "es muy difícil hablar con Sánchez" y en Génova no entienden cómo puede haber alguien que, en lo personal, pueda llevarse tan mal con su jefe. A Sánchez, en cambio, es la impasibilidad gallega del presidente lo que le impide discutir con él y, en privado, comenta que nunca dice que “no” a nada, pero tampoco que "sí”.

Sin embargo, ambos intentarán rebajar el tono y buscar un mínimo entendimiento. En el PP, pese a los ataques, todavía reconocen a Sánchez como "jefe de la oposición" -aunque no tenga escaño en el Congreso- y cuentan con él para intentar negociar "cuestiones de Estado".

Sánchez, por su parte, acude a la reunión con tres objetivos fundamentales: intentar mover al presidente de su inmovilismo frente al tema de Catalunya y, a cambio, ofrecerle el apoyo del PSOE; reforzar el pacto yihadista con nuevas medidas, y exigirle un pronunciamiento rotundo de España en la lucha contra el cambio climático. La posición sobre el techo de gasto es inamovible.

El propio Sánchez no cree que sea reunión sea tensa y confía en que, pese a las diferencias, se restablezca entre ambos una relación de normalidad democrática entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición. Al fin y al cabo, Sánchez tiene un mandato de cuatro años al frente del PSOE y Rajoy quiere agotar la legislatura. Les guste más o menos, tendrán que convivir políticamente juntos todavía mucho tiempo.

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