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Rajoy y Sánchez coinciden en Pontevedra, la joya del nacionalismo gallego

La única ciudad en la que los candidatos del PP y el PSOE darán un mitin el mismo día en esta campaña es una coqueta villa gobernada desde 1999 por el BNG

La Praza da Leña, situada en el casco histórico de Pontevedra, que ha sido rehabilitado. / PONTEVEDRA.GAL

JUAN OLIVER

A CORUÑA.- La única ciudad donde Rajoy y Sánchez coincidirán el mismo día para pedir el voto durante esta campaña es una pequeña y preciosa urbe gobernada desde 1999 por un alcalde nacionalista, que pertenece a una formación en crisis que perdió su representación parlamentaria el 20D. Esto es Pontevedra, Galicia, sitio distinto, allí donde los electores se definen porque cuando te los encuentras en una escalera, ya se imaginan, nunca sabes a quién apoyan.

Pontevedra, la villa natal de Mariano Rajoy, donde hace unos meses un joven de familia acomodada y pocas luces le saltó las gafas de un sopapo al presidente del Gobierno en funciones, es la joya del nacionalismo gallego. El último bastión urbano que le queda al Bloque en Galicia. Y este jueves recibe a los líderes del bipartidismo: Rajoy actuará a las ocho de la tarde en el Teatro Principal, y Pedro Sánchez lo hará antes, a las 12.30, en el Café Moderno. Dos escenarios pequeños, históricos y coquetos, bien representativos de una ciudad de apenas 80.000 habitantes pero que tiene un censo electoral de unas 70.000 personas. No, no es que voten los niños: es lo que tiene el voto emigrante en épocas de crisis.

Pontevedra es además capital de la segunda circunscripción gallega con más electores, alrededor de 840.000, en la que los escaños bailaron en la última noche electoral por no demasiadas de papeletas: tres diputados para el PP, uno menos que en el 2011; dos para el PSOE, que los mantuvo por los pelos; otros dos para En Marea Podemos, y ninguno para el Bloque Nacionalista Galego, que perdió el que tenía. A esa formación pertenece Miguel Anxo Fernández Lores, un médico de Sanxenxo que lleva diecisiete años ininterrumpidos al frente de la Alcaldía, en coalición con el PSOE o en solitario con su voto o su abstención, y que en las municipales del 2015 obtuvo un 43% de apoyo. “Acabo de estar en Tallín, en San Petersburgo y en Estocolmo. Están a años luz de nosotros”, presume.

Una ciudad amable y humanizada

¿Exagera Lores? Lo cierto es que Pontevedra es una ciudad amable, humanizada, con un centro peatonal que permite disfrutarla pausadamente sin ruidos y con una delicia de casco histórico rehabilitado y modernizado. De hecho, si Sánchez o Rajoy quisieran asistir el uno al mitin del otro, no podrían hacerlo en coche, porque el tráfico está vetado en el centro.

Pero la villa ofrece contradicciones a mansalva, típicas de esa tópica escalera gallega. El alcalde la vende como ejemplo de gestión en materia de movilidad, aunque no existe transporte urbano −“No hace falta: aquí los niños pueden ir andando al colegio. Y cuando pusimos líneas para el hospital y el campus universitario, no las usaba nadie"−, dice Lores. También saca pecho por la sostenibilidad medioambiental, a pesar de que a poco más de tres kilómetros en línea recta de su despacho la fábrica de celulosa de Ence lleva sesenta años contaminando el aire y el mar pontevedrés con una factoría instalada sobre terrenos de dominio público. Antes de la llegada de Ence en pleno franquismo, la ría de Pontevedra contenía uno de los bancos marisqueros más ricos de la comunidad. Claro que eso no es culpa del alcalde, quien en febrero apoyó una moción de En Marea para declarar a Rajoy persona non grata por no impedir, sino todo lo contrario, que Ence viera prorrogada su licencia hasta el 2073.

La oposición también subraya otras contradicciones: Pontevedra es un ejemplo en materia urbanística y así la vende el nacionalismo, pero el plan general de ordenación municipal es del año 1989. “Se aprobó cuando gobernábamos nosotros, y curiosamente el único que entonces votó en contra fue el propio Lores”, explica Jacobo Moreira, abogado y portavoz municipal del PP, con siete ediles en la corporación (el Bloque tiene doce; el PSOE, tres; En Marea, dos, y Ciudadanos, uno).

Moreira no niega que su ciudad, en muchos aspectos, sea una maravilla, pero subraya sus carencias: “Hay miles de vecinos que no disponen de servicios básicos como el alcantarillado, incluso en el casco urbano; el Ayuntamiento gasta más dinero en fiestas que en empleo y somos la capital de provincia española con menos gasto social por habitante. Y no se ha creado ni un metro cuadrado de suelo industrial, ni una biblioteca municipal, ni una vivienda social”, lamenta. “Lores se limitó a peatonalizar el centro y a administrar los fondos europeos del Plan Urban que, precisamente, consiguió Rajoy cuando era ministro de Administraciones Públicas”.

En el PSOE, que apoyó los gobiernos de Lores y que gobernó con él en coalición en varias legislaturas, incluida la anterior, también resuenan críticas como las del portavoz local, Agustín Fernández: “El proyecto del Bloque está agotado, y es normal después de tantos años. Es verdad que la ciudad no tiene nada que ver con la que Lores se encontró en 1999, y que yo le recomiendo a cualquiera que venga a Galicia que nos visite y lo compruebe. Pero una vez que el modelo está consolidado, desarrollado y publicitado, hay que dar un paso más, convertirnos en una referencia. Pero no hay plan estratégico ni de reactivación económica, y eso que tenemos más de 7.000 parados. Somos una ciudad moderna, cómoda, elegante... Pero triste”, abunda.

Fernández coincide con Moreira en denunciar que un municipio de ochenta kilómetros cuadrados −de los que sólo cinco son urbanos y el resto, periurbanos o rurales− no puede carecer de transporte público. Y también lamenta que el Ayuntamiento haya gastado más de un millón de euros en informes para redactar un nuevo plan urbanístico del que no hay noticias.

Recuerden, esto es Pontevedra, sitio distinto, y aquí hasta los partidos del cambio coinciden a veces con los del bipartidismo. Habla Xoán Hermida, coordinador local de En Marea: “Se gobierna a golpe de modificación del plan antiguo, lo que deja en una situación de absoluta indefensión a los vecinos”, dice. Él no forma parte de la corporación municipal, pero critica que un Ayuntamiento del BNG, formación nacionalista de izquierdas, mantenga privatizados prácticamente servicios públicos como el agua, el mantenimiento de jardines y espacios públicos y la recogida de basuras, a pesar de que las infraestructuras (camiones, depósitos, contenedores) son de propiedad municipal. “Hasta están privatizados el plan de inclusión social y el de atención domiciliaria a dependientes. Y resulta curioso que un Ayuntamiento nacionalista haya externalizado esos servicios y se los haya encomendado a empresas de Florentino Pérez, es decir, que ni siquiera son de aquí”, incide.

Es difícil encontrar a alguien en Pontevedra que no recuerde las contradicciones de la ciudad, igual de difícil que dar con un votante parado en la tópica escalera. Pero esto es Galicia, ya lo saben, sitio distinto. La coqueta Pontevedra, esa ciudad contradictoria donde las niñas bien aún celebran puestas de largo en el Casino mientras sus hermanos planean darle de tortas al presidente del Gobierno y sus padres votan al PP en las generales y a un alcalde nacionalista de izquierdas en las municipales, es una de las villas de España con más días soleados al año. Según los datos del Instituto Nacional de Meteorología, más que Tarifa y casi tantos como Málaga. Pues para el jueves, a cinco días de que comience el verano, las previsiones dan lluvia a la hora de los mítines de Sánchez y Rajoy. Tal vez se jueguen aquí algo más que un escaño.

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