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La resaca de las primarias socialistas Los juguetes rotos del PSOE

Nadie del equipo de Sánchez cuenta con que se retiren, sino con que se alejen o, en el peor de los casos, se alíen con Díaz para abortar el proyecto del nuevo secretario general, empezando por el XXXIX Congreso de junio. En cualquier caso, hoy están descompuestos, desorientados y frustrados, del líder socialista depende recomponerlos o neutralizarlos para siempre.

Susana Díaz, con Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra y varios barones socialistas el pasado 25 de marzo, en la presentación en Madrid de la candidatura de dirigente andaluza a las primarias del PSOE. EFE

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Felipe González: Cargó contra Sánchez con inesperada dureza, la que nunca cabría esperar del primer expresidente del Gobierno socialista (1982-1996) y exsecretario general ídem de la democracia. Respaldó una gran coalición gratuita para el PP, dio el pistoletazo de salida al 'golpe en Ferraz' de octubre y avaló a Susana Díaz blandiendo la bandera del miedo sin ser consciente de que el monstruo de la militancia del PSOE habita, precisamente, del lado que él ocupa: el de los privilegios y las puertas giratorias.

José Luis Rodríguez Zapatero: Completamente entregado a Susana Díaz, aunque ni en su entorno se expliquen la razón de tanta "fascinación", el otro expresidente del Gobierno socialista (2004-2011) rompió también el principio de neutralidad que se le presupone a una figura emblemática del partido y confirmó las sospechas de muchos dirigentes del PSOE: "Zapatero sigue sin ver sus errores, cómo va a ver los de los demás".

Alfredo Pérez Rubalcaba: Nunca se fue y, además, tomó posiciones de poder como consejero de El País, desde donde trata de indicar al PSOE lo que tiene que hacer, sin mucho éxito, pues la campaña pro Díaz resultó sonrojante hasta para el periodismo. El editorial del periódico de Prisa este lunes, al día siguiente de la contundente victoria de Sánchez, es la prueba de que Rubalcaba sangra a borbotones por la herida de la pérdida de predicamento entre las bases socialistas desde que apostó por poner un muro a Chacón y erigirse como secretario general del PSOE. "Hasta que Rubalcaba se retire, no habrá paz en el PSOE", dicen sus detractores.

Eduardo Madina: El diputado vasco es una de las grandes incógnitas y de los mayores damnificados de este proceso, en el que quizás le pudo más el rechazo personal a Pedro Sánchez que su criterio político. Madina, que fue candidato a liderar el PSOE y perdió contra Sánchez por obra y gracia de Díaz y el aparato socialista, se alió esta vez con la presidenta andaluza y la vieja guardia y ocupó la posición de número dos y mano derecha de la gran derrotada. Fue, en palabras de otro diputado, "la coartada de Díaz para blanquear su candidatura permisiva con Rajoy", pero no funcionó. Madina ha llegado a asegurar en varios foros que si Sánchez volvía a ganar, abandonaría la política.

Micaela Navarro: La presidenta del PSOE, lejos de velar por la neutralidad del proceso de primarias y el bienestar de las bases, se alineró con Díaz y el presunto poder fáctico de Ferraz, que hoy se ha demostrado agónico. Nadie en Andalucía se explica el giro de Navarro si no es por pura querencia al poder orgánico. La presidenta del PSOE, discípula mimada e incondicional de Chaves, no dudó en cambiarse al lado de Díaz cuando la guerra interna andaluza de ésta contra sus 'padres políticos' acabó de marginar al también expresidente del PSOE, vicepresidente, ministro y presidente andaluz, acuciado además por la corrupción del socialismo andaluz.

Javier Fernández: El presidente de la Gestora socialista y jefe del Ejecutivo asturiano abordó su responsabilidad transitoria al frente de Ferraz con visible hastío desde el principio. Su candidata era la presidenta andaluza, pese a tratar de aparentar una neutralidad en determinadas ocasiones (no acudió a la oficialización de Díaz como aspirante, aunque ésta lo citó) que caía fulminada cuando hablaba de Sánchez por un rechazo indisimulable. Ahora, ni está ni se le espera en Ferraz.

José Bono: Fue el principal valedor en la sombra de Pedro Sánchez, su padrino político en la primera Secretaría General del PSOE. Las simpatías por el hoy de nuevo secretario general se esfumaron cuando confirmó lo que Díaz o González: Pedro Sánchez no era el líder maleable que querían para poner a la presidenta andaluza al frente de Ferraz cuando a ella le viniera bien. Bono es de los pocos que ha salido hoy del escondite de perdedores para confesar el impacto de esta derrota y admitir que le hará falta tiempo para recomponerse y asumir el liderazgo de quien calificó de "bluf" hace pocos días.

Los barones: Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Emiliano García Page (Castilla-La Mancha) y Ximo Puig (Comunitat Valenciana) se posicionaron del lado de Susana Díaz al más puro estilo de Felipe González, enarbolando la bandera del miedo y amenazando con irse o, incluso, no obedecer a Sánchez si resultaba se nuevo elegido secretario general. Los tres barones, que gobiernan sus comunidades gracias a Podemos, han perdido el apoyo territorial de las bases, que en estas primarias apoyaron la candidatura contra la que los tres hicieron campaña.

Los examigos: César Luena, Óscar López y Antonio Hernando han sido los del papel sonrojante por excelencia en estas primarias. Amigos personales de Pedro Sánchez, que les dio posiciones de mucho poder en su primera Ejecutiva, lo dejaron tirado en cuanto Díaz y el aparato dieron el golpe de octubre en Ferraz y descabezaron la dirección sanchista. Pero mo se mantuvieron neutrales, sino que se aliaron con Díaz o con Patxi López. Hernando ya se ha retirado del liderazgo del grupo parlamentario, antes de que lo echaran, aunque no consta que ninguno de los tres vaya a abandonar los escaños ganados con Sánchez al frente del PSOE.

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