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La semana más dura del Ejecutivo Socialista La tesis doctoral que siempre persiguió a Pedro Sánchez durante su carrera política

Este trabajo fue su refugio tras no ser diputado, luego su pistoletazo de salida para la candidatura a la Secretaría General del PSOE y, constantemente, ha sido una espada de Damocles en su trayectoria al frente de la dirección del partido

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso del nuevo curso político. EFE//Mariscal

La tesis doctoral de Pedro Sánchez lleva persiguiendo al ahora presidente del Gobierno desde que, allá por 2011, decidió hacerse doctor en Económicas y ha estado permanentemente cercana a su trayectoria política.

Fue precisamente el hecho de que por tercera vez se quedase a las puertas de ser cargo electo —iba el número once por la lista de Madrid y el PSOE obtuvo diez diputados—, lo que llevó a Sánchez a querer cambiar el rumbo de su vida y dedicarse a otra faceta personal; ya que veía muy difícil que corriera la lista y daba casi por perdida la posibilidad de ser diputado en aquella legislatura.

Aunque sus planes fallaron; ya que la ahora presidenta del PSOE, Cristina Narbona, dejó el escaño al poco tiempo y Sánchez volvió a entrar en el hemiciclo, el dirigente socialista decidió acabar lo que había empezado y logró presentar su tesis doctoral.

Pero aquel trabajo le iba a dar más juego a Sánchez. Y, de hecho, la utilizó para dar el pistoletazo de salida a su candidatura como candidato a la Secretaría General del PSOE. Fue un doce de diciembre de 2013, donde presentó su libro La diplomacia económica, que era un resumen de su tesis doctoral, en la librería Blanquerra de Madrid.

Con un Alfredo Pérez Rubalcaba cuestionado y los rumores sobre su relevo in crescendo, aquel acto llamó la atención por los destacados dirigentes del PSOE que quisieron acompañar a Sánchez en la presentación del libro: Trinidad Jiménez, Ramón Jáuregui, José Blanco, Miguel Sebastián, Elena Valenciano y hasta Eduardo Madina, que por aquel entonces no sospechaba de los planes del ahora presidente.

Sánchez se trabajó la presencia de todos ellos y no desmintió ni una coma cuando se empezó a apuntar que tenía intenciones de aspirar a liderar el PSOE. Cuando se le pregunta por ello se limitaba a sonreír, diciendo que “no” con la cabeza.

Una vez que dio el paso y ya en plena campaña de primarias, el tema de la tesis doctoral volvió a merodear por el entorno de Sánchez. Desde el fuego amigo de la candidatura de Eduardo Madina ya se apuntaban sospechas en cuanto a la elaboración de la tesis doctoral, aunque el asunto no tuvo un mayor recorrido.

De nuevo, en las segundas primarias que enfrentaron a Sánchez con Susana Díaz, se volvió a cuestionar la autoría del documento. Además, ya habían surgido unas supuestas declaraciones del ex ministro Miguel Sebastián en las que afirmaba que él había elaborado dicha tesis, —lo que, posteriormente, ha desmentido en decenas de ocasiones—, y las sospechas sobre la intervención del economista Carlos Ocaña en su elaboración, que también lo ha negado. Pero Sánchez, que se mostraba evidentemente incómodo cada vez que se le preguntaba por este asunto, quiso obviar el tema y consiguió que no tuviera especial relevancia en la pugna interna del PSOE.

La envenenada pregunta de Albert Rivera el pasado miércoles durante la sesión de control al Gobierno resucitó el fantasma temido por Sánchez, tal y como desveló el rictus del presidente y el hecho de que calificase la cuestión como un “lodazal”. Rivera, no obstante, había puesto el foco en un tema en el que Sánchez siempre se ha sentido incómodo y estalló la tormenta.

Las denuncias de supuesto plagio empezaron a correr como la pólvora y hubo momentos de zozobra en el Ejecutivo. Sánchez parecía resistirse a publicar íntegra su tesis doctoral, aunque muchos de sus colaboradores más cercanos sabían que no tenía otra salida.

Finalmente, la respuesta llegó el viernes, vía mensaje de La Moncloa a las 6.52 horas. La tesis se haría pública íntegramente, junto con dos informes que verificaban que no había existido plagio.

Muchos dirigentes socialistas respiraron aliviados y puede que hasta el propio Sánchez. El Gobierno, entonces, decidió pasar a la ofensiva exigiéndole al Partido Popular y a Ciudadanos que pidieran perdón por las acusaciones hechas al presidente; y anunciando medidas judiciales contra tres medios de comunicación, aunque ésta última decisión no es compartida por algunos de los colaboradores cercanos al presidente que ha consultado Público, que consideran un “error” la decisión que, a título personal, ha tomado el presidente del Gobierno.

Para el Ejecutivo el tema está zanjado y creen que Sánchez sale reforzado por su lección de transparencia, que pone aún más en cuestión que Pablo Casado no haya enseñado sus trabajos y, además, ha destapado los cambios en el currículum de Albert Rivera. Además las fuentes consultadas creen que el hecho de que se cuestione la calidad de la tesis o la composición de tribunal —recuerdan que Sánchez era casi un desconocido cuando presentó la tesis—, son temas irrelevantes que no tienen mayor recorrido.

Eso no quita que Sánchez haya pasado un mala semana tras la dimisión de Montón y esta polémica. No obstante, quienes conocen al presidente y su trayectoria le recuerdan sus avatares en el PSOE, restándole importancia. “Éste ya tiene callo”, dicen irónicamente.

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