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La cara de dolor de las ovejas

La inteligencia artificial permite a ganaderos y veterinarios detectar más fácilmente el sufrimiento de los animales enfermos

Oveja churra lebrijana./MAGRAMA

malen ruiz de elvira

A pesar de que a los que no somos ganaderos nos parezca un animal inexpresivo, la oveja expresa su dolor en la cara. La Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, está demostrándolo y facilitando la aplicación de este conocimiento de forma automatizada mediante un sistema de inteligencia artificial. Esperan que su utilización en los rebaños permita diagnosticar y tratar antes y mejor las enfermedades del ganado ovino y que este campo se amplíe a otros animales.

Por lo pronto, el año pasado, Krista McLennan elaboró e hizo pública una herramienta para medir la intensidad del dolor en las ovejas a partir de los datos acumulados y el conocimiento de ganaderos y veterinarios. Se llama escala de dolor en la expresión facial de las ovejas (SPFES) y se basa en cinco síntomas: los ojos se entrecierran, los carrillos se tensan, las orejas se doblan hacia delante, los labios caen y la nariz adquiere forma de V frente a la habitual forma de U. Algunas enfermedades comunes en las ovejas que cursan con dolor son la mastitis (inflamación de las ubres) y el pietín o podredumbre del pie, una infección muy contagiosa que ataca los cascos de los rumiantes.

La escala ya se ha empezado a utilizar, pero su aplicación por los humanos está resultando difícil, así que los investigadores están automatizandola, para hacerla más fácil de usar y más precisa. Han elaborado un modelo de reconocimiento facial que aprende a medida que se le suministran más datos y que se basa en los modelos que reconocen emociones y expresiones en el rostro humano. “Hemos hecho muchos más estudios sobre humanos que sobre animales”, dice Peter Robinson, que ha dirigido la investigación. “Sin embargo, gran parte de los primeros estudios sobre las caras de los animales la hizo Darwin, que argumentó que todos los humanos y muchos animales muestran las emociones con comportamientos notablemente similares, así que pensamos que encontraríamos una zona común en la que trabajar”.

El modelo fue aprendiendo mediante la identificación de ocho puntos en centenares de imágenes de rostros de ovejas y ha llegado a tener una precisión del 80% en la detección de los síntomas del dolor. Al parecer la raza de la oveja no es un factor a tener en cuenta. Queda bastante por hacer, sin embargo, como han reconocido los investigadores en un congreso de reconocimiento automático de la expresión facial en el que presentaron el modelo. Hace falta una base de datos mucho mayor y también enseñar al sistema a detectar el dolor en imágenes en movimiento y cuando la oveja no se vea de frente, lo que permitiría utilizarlo mediante una cámara situada en lugares donde se concentran las ovejas, como los abrevaderos.

Los ocho puntos que registra el programa de reconocimiento facial para detectar el dolor en las ovejas y la cara normalizada utilizada como referencia./CAMBRIDGE UNIVERSITY

Los ocho puntos que registra el programa de reconocimiento facial para detectar el dolor en las ovejas y la cara normalizada utilizada como referencia./CAMBRIDGE UNIVERSITY

La importancia del rostro para la comunicación entre animales (y entre humanos) es algo conocido, que se plasma históricamente en refranes como “La cara es el espejo del alma”. Experimentos muy complejos hechos con monos sobre el reconocimiento de caras humanas han revelado que el cerebro las codifica por partes, utilizando neuronas específicas, y elabora la imagen final como si se tratara de un rompecabezas. En la revista Cell, científicos de Caltech acaban de publicar los resultados y explican que el cerebro de los primates (que incluye los humanos) tiene un mecanismo mucho más eficiente que el que se suponía para registrar y codificar diferentes rasgos y completar la identificación de un rostro no conocido.

En el caso de personas cercanas o conocidas ya se había visto que luego se establece un mecanismo de almacenamiento que permite recuperar rápidamente la identificación, como si se tratara de un número de teléfono codificado en la memoria del dispositivo. Por ahora no se sabe si en otros animales, como las ovejas el proceso es el mismo

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